lunes, 1 de agosto de 2011

Capitulo 39

Holaa tengo cosas que hacer aun.. mucho sueño y un libro que no me dejara dormir, ni hacer mis otros pendientes.. esperando impaciente!! asi que estoy contenta de que este capitulo lo tradujo mas que perfecto Vicente!!! (Que traductores tan increibles tenemos!!) asi q solo lo subi y ya jeje. Habia una cosa q tenia duda Vicente, que era: Nia, realmente es algo en siaru jeje, lo se por que todo lo que dicen en siaru esta con cursiva y se lo dijo a Wil n_n

Capitulo 39
Contradicciones


Hacia tarde de la mañana siguiente, Wil y yo nos dirigimos hacia los archivos para encontrarnos con Sim y resolver nuestras apuestas de la noche anterior.

“El problema es su padre,” explicó Wilem en tono bajo mientras nos movíamos entre los edificios grises. “El padre de Sim tiene un ducado en Atur. Buena tierra, pero—“

“Espera,” interrumpí. “¿El padre de nuestro pequeño Sim es duque?”
“El pequeño Sim,” dijo Wilem secamente, “es tres años mayor que tú y dos pulgadas más alto.”

“¿Qué ducado?” pregunté. “Y no es mucho más alto.”

“Dalonir,“dijo Wilem. “Pero ya sabes como es. Noble sangre de Atur. No es de extrañar que no hable de ello.”

“Oh vamos, “le reprendí, haciendo ademanes hacia los estudiantes que llenaban la calle a nuestro alrededor. “La Universidad posee la atmósfera más abierta desde que la iglesia dejo la Caluptena reducida a cenizas.”

“Me he fijado en que aún no has hecho ningún anuncio en voz alta de que eres un Edena Ruh.”

Se me pusieron los pelos de punta. “¿Estás insinuando que estoy avergonzado de serlo?”

“Estoy diciendo que no has hecho ningún anuncio en voz alta,” dijo Wilem con calma, mirándome fijamente. “Como tampoco hace Simmon. Imagino que ambos tenéis vuestros motivos.”

Dejando decaer mi irritación, asentí.

Wilem continuó. “Dalonir está al norte de Aturna, así que tienen una posición razonablemente acomodada. Sin embargo el tiene tres hermanos mayores y dos hermanas. El primer hijo hereda. El padre le compró al segundo un grado militar. El tercero fue colocado en la iglesia. Simmon…” la voz de Wilem se fue apagando, insinuando.

“Lo he pasado mal por un momento al imaginarme a Sim como sacerdote,” admití. “O como soldado, ahora que lo pienso.”
“Así pues, Sim acaba en la Universidad,” acabó Wilem. “Su padre esperaba que se convirtiera en un diplomático. Entonces Sim descubrió que le gustaba la alquimia y la poesía y entró en el Arcano. Su padre no estaba totalmente satisfecho.” Wilem me dirigió una mirada significativa y deduje que él estaba quitando hierro al caso de forma drástica.

“¡Ser un arcanista es una cosa extraordinaria!” protesté. “Mucho más impresionante que ser un perfumado lameculos en alguna corte.”

Wilem se encogió de hombros. “Su matrícula es pagada. Su subsidio continua.”
Se paró para saludar a alguien al otro lado del patio.

“Pero Simmon no va a casa. Ni siquiera para una breve visita. Al padre de Sim le gusta cazar, pelear, beber, y frecuentar prostíbulos. Sospecho que a nuestro dócil, estudioso Sim no se le dio todo el amor que probablemente un hijo listo merece.”


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Wil y yo nos encontramos con Sim en nuestro Rincón de Lectura habitual y clarificamos los detalles de nuestras apuestas de borrachos. Después nos dispersamos en diferentes direcciones.

Una hora más tarde volví con una modesta carga en el brazo de libros. Mi búsqueda había sido considerablemente más sencilla por el hecho que había estado buscando los Amyr desde que Nina había llegado y me había entregado aquel rollo de papel.

Llamé con los nudillos suavemente a la puerta del Rincón de Lectura, entonces entré. Wil y Sim ya estaban sentados en la mesa.

“Yo primero,” dijo Simmon felizmente. Consultó la lista, luego sacó un libro de su pila.
“Página ciento cincuenta y dos.”

Pasó las hojas rápidamente hasta que encontró la que buscaba y entonces empezó a escudriñarla. “¡Ajá! ‘La chica entonces se dio cuenta de todo… Bla Bla Bla… Y les llevó al lugar donde se tropezó con la fiesta pagana.’” Miró arriba señalando a la página. “¿Lo ves? Dice exactamente pagana.”
Me senté. “Veamos el resto.”
El segundo libro de Sim era más de lo mismo. Pero en cuanto al tercero, contenía una especie de sorpresa.

“‘Una gran preponderancia de piedras indicadoras en la región, sugiriendo que esta área podría haber sido cruzada por rutas comerciales en algún pasado olvidado…’” la voz de Sim desvaneciéndose, entonces se encogió de hombros y me acercó el libro. “Este parece estar de tu parte.”

No pude hacer más que reír. “¿No los leíste antes de llevarlos aquí?”

“¿En una hora?” El soltó una carcajada por su parte. “De ninguna forma, simplemente usé un secretario.”

Wilem le dirigió una mirada sombría. “No, no lo hiciste. Preguntaste a Títere, ¿no es cierto?”

Simmon adoptó una expresión de inocencia, lo que en su cara por natural inocente sólo sirvió para hacerlo parecer profundamente culpable. “Podría haber parado para verle.” dijo evasivamente. “Y a él se le podría haber ocurrido sugerir un par de libros que tenían información sobre itinolitos.” Viendo la expresión de Wilem, alzó una mano. “No te pongas desdeñoso conmigo. Es contraproducente de todos modos.”

“Otra vez Títere,” refunfuñé. “¿Me lo vais a presentar alguna vez? Ambos sois muy herméticos cuando se trata de él.”

Wilem se encogió de hombros. “Lo entenderás cuando te encuentres con él.”

Los libros de Sim se dividían en tres categorías. Uno estaba de su lado, hablando de ritos paganos y sacrificios animales. El otro especulaba sobre una antigua civilización que lo usaban como piedras localizadoras de caminos, a pesar del hecho que algunas estaban ubicadas en puras laderas de montañas o en lechos de ríos donde no podía haber ningún camino.

Su último libro era interesante por otros motivos:

“…un par de monolitos emparejados con otro en la parte superior,” leyó Simmon. “Los lugareños se refieren a ellos como la jamba de la puerta. Si bien las festividades de primavera y verano traen consigo el decorar y bailar alrededor de la piedra, los padres prohíben a sus niños pasar tiempo cerca de ellas cuando es luna llena. Un respetado y por otra parte razonable hombre mayor, afirmó…”

Sim interrumpió la lectura. “Lo que sea.” dijo disgustado y fue a cerrar el libro.

“¿Afirmó que?” preguntó Wilem, picada su curiosidad.
Simmon puso los ojos en blanco y continuó leyendo. “Afirmó que en ciertos momentos los hombres podrían pasar a través de la puerta de piedra a la hermosa tierra donde la misma Felurian mora, amando y destruyendo a los hombres con su abrazo.

“Interesante,” murmuró Wilem.
“No, no lo es. Son tonterías infantiles y supersticiosas,” dijo Simmon irritado. “Y nada de esto nos está llevando a decidir quién tiene razón.”

“¿Como lo contarías tú, Wilem?” pregunté. “Tú eres nuestro juez imparcial.”

Wilem se dirigió a la mesa y miró de un lado a otro los libros. Sus oscuras cejas se movieron arriba y abajo mientras consideraba. “Siete para Simmon. Seis para Kvothe. Tres a lo diferente.”

Miramos brevemente los libros que yo había traído. Wilem excluyó uno de ellos, lo que llevó al total de siete para Simmon y diez para mí.

“Difícilmente concluyente,” reflexionó Wilem.

“Podríamos declarar un empate,” sugerí magnánimamente.

Simmon enfurruño el ceño. De naturaleza buena o no, odiaba perder una apuesta. “Me parece bien,” dijo.

Me volví hacia Wilem y dirigí una mirada significativa al par de libros que aún permanecían sin tocar en la mesa. “Parece que nuestra apuesta será resuelta un poco más rápido, ¿Nia?

Wilem hizo una mueca de depredador. “Muy rápido.” Cogió un libro. “Aquí tengo una copia de la proclamación que disolvió los Amyr.” Abrió una página señalada y empezó a leer. “’Sus acciones serán de aquí en adelante llevadas a cabo por las leyes del imperio. Ningún miembro de la Orden debe presumir del derecho de poder escuchar un caso, ni de emitir un juicio en el tribunal.’”

Miró arriba con aire de suficiencia. “¿Lo ves? Si ellos tuvieron sus poderes de juicio revocados, debían de haber tenido alguno con el que empezar. Eso da pié a la razón de que eran parte de la burocracia de Atur.”

“En realidad,” dije excusándome, “La iglesia siempre había tenido poderes judiciales en Atur.” Cogí uno de mis dos libros. “Es divertido que hayas tenido que traer la Alpura Prolycia Amyr. Yo también lo he traído. El decreto mismo fue promulgado por la iglesia.”

La expresión de Wilem se ensombreció. “No, no lo fue. Está enumerada aquí como el sexagésimo tercero decreto del Emperador Nalto.”

Desconcertados, comparamos nuestros libros y los encontramos directamente contradictorios.

“Bueno supongo que esos se anulan entre sí,” dijo Sim. “¿Que más tenéis aparte de eso chicos?”

“Esto es Feltemi Reis. Las luces de la historia,” se quejó Wilem. “Es definitivo. No creo que necesite ninguna prueba más.”

“¿No os preocupa nada de esto a ninguno de los dos?” golpeé los dos libros contradictorios con un nudillo. “No deberían estar diciendo cosas contradictorias.”

“Acabamos de leer veinte libros diciendo cosas diferentes,” apuntó Simmon. “¿Por qué tendría que tener algún problema con dos más?”

“La utilidad de los itinolitos es especulativa. Hay muchas posibilidades de que haya gran variedad de opiniones. Pero el Alpura Prolycia Amyr es un decreto abierto. Volvió a miles de los más poderosos hombres y mujeres del Imperio de Atur en proscritos. Fue una de las razones principales del colapso del imperio. No hay ninguna razón que justifique un conflicto en la información.

“La orden lleva disuelta durante más de trescientos años,” Simmon dijo. “Suficiente tiempo para que surjan algunas contradicciones.”

Sacudí mi cabeza, hojeando ambos libros. “Opiniones diferentes es una cosa. Hechos diferentes es otra cosa.” Alcé mi libro. “Esto es La caída del Imperio de Greggor el Menor. Es un charlatán y un fanático, pero es el mayor historiador de su época.” Cogí el libro de Wilem. “Feltemi Reis no es ni de cerca un historiador, pero es el doble de erudito de lo que Greggor fue, y escrupuloso en relación a los hechos.” Mire adelante y atrás hacia los libros, frunciendo el ceño. “Esto no tiene ningún sentido.”

“¿Entonces qué?” dijo Sim. “¿Otro empate? Es decepcionante.”

“Necesitamos que alguien juzgue,” dijo Wilem. “Una autoridad superior.”

“¿Superior a Feltemi Reis?” pregunté. “Dudo que Lorren se moleste en resolver nuestra apuesta.”

Wil sacudió su cabeza, entonces se levantó y se frotó las arrugas de la parte de delante de su camisa. “Esto significa que por fin tendrás la oportunidad de conocer a Títere.”

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