miércoles, 8 de junio de 2011

Capitulo 7

Capitulo 7
Admisiones
A la mañana siguiente me salpiqué un poco de agua en la cara y penosamente bajé las escaleras. La taberna de Anker se estaba empezando a llenar de gente que buscaba almorzar temprano y de unos pocos, particularmente desconsolados estudiantes, que estaban comenzando el día bebiendo.
Todavía agotado por la falta de sueño, me instalé en mi acostumbrada mesa de la esquina y comencé a inquietarme por mi próxima entrevista.
Kilvin and Elxa Dal no me preocupaban. Estaba preparado para sus preguntas. Lo mismo era, en gran parte verdad, para Arwyl. Pero los otros maestros eran todos diversos grados de misterio para mí.
Todos los bimestres, cada maestro colocaba una selección de libros exhibidos en Volúmenes, el cuarto de lectura del Archivo. Habían textos básicos para que los E'lir de bajo rango estudiaran, y trabajos progresivamente más avanzados para los Re'lar y El'the. Estos libros revelaban lo que los maestros consideraban que era valioso saber. Estos eran los libros que un astuto estudiante estudiaba antes de las admisiones.
Pero yo no podía deambular por Volúmenes como todos los demás. Yo era el único estudiante que había sido vedado del Archivo en una docena de años, y todo el mundo lo sabía. Volúmenes era el único cuarto bien alumbrado en todo el edificio, y durante las admisiones siempre habían personas allí leyendo. Así que estaba forzado a buscar copias de los textos de los maestros enterrados en Estanterías. Te asombrarían cuantas versiones de un mismo libro puede haber. Si era afortunado, el volumen que encontraba era idéntico al que el profesor había reservado en Volúmenes. Frecuentemente, las versiones que encontraba estaban desactualizadas, censuradas o terriblemente traducidas.
Había leído lo más que pude durante las últimas pocas noches, pero conseguir los libros me tomaba un tiempo valioso, y todavía estaba penosamente preparado.
Estaba perdido en esos angustiosos pensamientos cuando la voz de Anker atrajo mi atención.
“En realidad, Kvothe es ese que está justo allí” dijo.
Levanté la mirada para ver a una mujer sentada en el bar. No estaba vestida como una estudiante. Vestía un elaborado vestido borgoña con faldas largas, una estrecha cintura y unos guantes a tono con el vestido que se alzaban hasta sus codos.
Moviéndose deliberadamente, se las arregló para bajarse del taburete sin enredar sus pies y caminó hasta pararse cerca de mi mesa. Su pelo rubio estaba habilidosamente rizado, y sus labios eran de un rojo intenso. No pude evitar preguntarme qué es lo que estaba haciendo ella en un lugar como Anker´s.
“¿Eres tu quien le rompió el brazo a ese mocoso de Ambrose Anso?” Preguntó. Ella habló en Atur con un acusado y musical acento Modegano.
Aunque el hablar así la hizo un poco difícil de entender, estaría mintiendo si digo que no lo había encontrado atractivo. El acento Modegano prácticamente suda sexo.
“Fui yo,” dije. “No fue totalmente a propósito. Pero lo hice”
“Entonces deberías dejarme invitarte un trago,” dijo en el tono de una mujer que a menudo consigue lo que quiere.
Le sonreí, deseando haberme despertado hace más de diez minutos para que mi lucidez no estuviera tan aturdida.
“No eres la primera persona que me invita un trago por eso,” dije honestamente. “Pero si insistes, tomaré un agua miel de Greysdale.
La observe voltear y caminar de regreso hacia el bar. Si ella era una estudiante, era nueva. Si hubiera estado aquí más de un puñado de días, me hubiera enterado por Sim, quien mantenía un registro de todas las chicas mas lindas de la ciudad, cortejándolas con un inocente y torpe entusiasmo.
La mujer Modegana regresó un momento después y se sentó en frente de mi, deslizando un jarra de madera por la mesa. Anker debió de acabar de lavarla ya que los dedos de su guante borgoña estaban húmedos en donde habían sujetado el asa.
Ella alzó su propio vaso, lleno con un intenso vivo tinto. “Por Ambrose Anso,” dijo con repentina ferocidad. “Que podría caer en un pozo y morir.” Recogí la jarra y bebí un trago, preguntándome si ha habido una mujer dentro de un radio de cincuenta millas de la universidad que Ambrose no haya tratado mal. Me limpié la mano discretamente en mi pantalón.
La mujer bebió un trago profundo de su vino y bajó su vaso bruscamente. Sus pupilas estaban inmensas. Temprano como era, ella debió de haber estado bebiendo desde hace rato.
De pronto pude oler a nuez moscada y ciruela. Olí mi jarra, luego miré hacia la superficie de la mesa, pensando que alguien podría haber derramado un trago. Pero no había nada.
La mujer en frente mio de pronto rompió a llorar. Este no era un suave sollozo. Era como si alguien hubiera abierto un grifo.
Ella miró hacia abajo, hacia sus manos enguantadas y agitó su cabeza. Se quitó el guante mojado, me miró y ella sollozó una docena de palabras en Modegano.
“Lo siento,” dije sin poder hacer nada. “Yo no hablo—”
Pero ella ya se había levantado y alejado de la mesa. Y limpiándose la cara, corrió hacia la puerta.
Anker se me quedó mirando desde detrás de la barra, así como todos en el habitación.
“Eso no fue culpa mía,” dije, apuntando hacia la puerta. “Ella se volvió loca por su cuenta”
Yo la hubiera seguido para tratar de arreglar todo esto, pero ella ya estaba afuera, y mi entrevista para Admisiones estaba a menos de una hora. Además, si trataba de ayudar a cada mujer que Ambrose había traumatizado, no me hubiera quedado tiempo para comer o dormir.
Por el lado positivo, este raro encuentro pareció haber despejado mi cabeza, y ya no me sentía flojo y estúpido con falta de sueño. Decidí que también podría tomar ventaja de eso y quitarme de encima el peso de las admisiones. Lo que rápido se empieza, rápido se termina, como mi padre solía decir.
En mi camino hacia el Auditorio, me detuve a comprar un dorado pastel de carne a un vendedor de carrito. Sabía que necesitaría cada penique para la matricula de este bimestre, pero el precio de una comida decente no iba a hacer mucha diferencia de una u otra manera. El pastel estaba caliente y firme, lleno de pollo, zanahoria y salvia. Me lo comí mientras caminaba, deleitándome en la pequeña libertad de comprar algo conforme a mi gusto en lugar de arreglármelas con lo que sea que Anker se le ocurría tener a la mano.
Mientras terminaba el último pedacito de corteza, pude oler a almendras con miel. Compré una gran cantidad dentro de una ingeniosa bolsita hecha de hojas de maíz secas. Me costó cuatro dabrines, pero yo no había comido almendras con miel en años, y un poco de azúcar en mi sangre no estaría de más cuando estuviera contestando preguntas.
La cola para las Admisiones serpenteaba por el patio. No era insólitamente larga pero sin embargo, irritante. Vi un rostro familiar de la Factoría, y fui a pararme a un lado de la joven mujer de ojos verdes quien también estaba esperando a hacer cola.
“Hola,” dije. “Tú eres Amlia, ¿no es así?”
Ella me sonrió nerviosamente y asintió.
“Kvothe,” dije, haciendo una pequeña reverencia.
“Yo sé quién eres,” dijo. “Te he visto en la Artefactoria”
“Deberías llamarla la Factoría,” dije. Tendí la bolsita. “¿Te gustaría una almendra con miel?”
Amlia agitó su cabeza.
“Son muy buenas,” dije, zarandeándolas tentadoramente dentro de la bolsita de hojas de maíz secas.
Ella extendió la mano con vacilación y agarró una almendra.
“¿Esta es la cola para el mediodía?” Pregunté, señalándola.
Ella negó con la cabeza. “Aun tenemos otros par de minutos antes de que podamos siquiera hacer la cola”.
“Es ridículo que ellos nos hagan esperar de esta manera,” dije. “Como ovejas en un corral.” Todo este proceso es una pérdida de tiempo para todos y además, insultante. Vi un destello de inquietud en el rostro de Amlia.
“¿Qué?” Le pregunté.
“Es solo que estás hablando un poco fuerte,” dijo, mirando a su alrededor.
“Yo no tengo miedo de decir lo que todo el mundo piensa,” dije. “Todo el proceso de Admisiones es deficiente hasta el punto de una idiotez enceguecedora. El maestro Kilvin sabe de lo que soy capaz. Así como también Elxa Dal. Brandeur no me conoce del todo. ¿Por qué debería el tener el mismo voto sobre mi matricula?”.
Amlia se encogió de hombros, sin mirarme.
Mordí otra almendra y rápidamente la escupí sobre los adoquines.
“¡Puaaaj!” Se las tendí a ella. ¿“Estas te saben a ciruelas?”
Ella me miro confusa y con desprecio, y entonces sus ojos se enfocaron en algo detrás de mí.
Me volví para ver a Ambrose moviéndose a través del patio hacia nosotros. Esculpía una buena figura, y como siempre, vestía un limpio lino blanco, aterciopelado y brocado. También vestía un sombrero con una gran pluma blanca y el solo divisar eso me puso irrazonablemente colérico. Inusitadamente, estaba solo, desprovisto de sus acostumbradas cuadrillas de aduladores y lame culos.
“Maravilloso,” dije tan pronto como él estuvo dentro del alcance de su oído. “Ambrose, tu presencia es la cereza de mierda que cubre la mierda de pastel que es el proceso de entrevistas de las admisiones”
Sorprendentemente, Ambrose sonrió a eso. “Ah, Kvothe, También es un placer verte.”
“Hoy conocí a una de tus ex queridas,” dije. “Ella estaba sufriendo de ese profundo trauma emocional que asumo, vino del verte desnudo”.
Su expresión se agrio un poco sin más, me incline y le hable a Amlia en susurro.
“Tengo una buena referencia de que no solo Ambrose tiene un diminuto, diminuto pene, sino que también solo puede excitarse en presencia de un perro muerto, una pintura del Duque de Gibea y un esclavo de galera sin camisa.”
La expresión de Amlia estaba congelada.
Ambrose la miro. “Deberías marcharte,” dijo gentilmente. “No hay ninguna razón por la que debas oír ese tipo de cosas”
Amlia prácticamente huyo.
“Te concederé esa,” Dije, viéndola marchar. “Nadie puede hacer huir a una mujer como tú.” Hice como si me tocara el ala de un sombrero imaginario. “Podrías dar lecciones. Podrías enseñarle a toda una clase”.
Ambrose se quedó parado, asintiendo alegremente y mirándome con propiedad de una manera extraña.
“Ese sombrero te hace ver como los jóvenes muchachos estrafalarios” Agregue. “Y tengo pensado quitártelo de tu cabeza de una manotada si no te largas.” Lo miré. “Hablando de eso, ¿cómo está tu brazo?”
“Por el momento se está sintiendo mucho mejor,” dijo agradablemente. Se lo frotó distraídamente mientras estaba allí parado, sonriendo.
Me metí otra almendra en la boca, luego hice una mueca y la volví a escupir.
“¿Qué te pasa?” Preguntó Ambrose. ¿No es una ciruela de lujo?” Entonces, sin esperar una respuesta, volteó y se alejo. Estaba sonriendo.
Esto dice mucho de mi estado mental que simplemente lo observe marcharse, confundido. Levanté la bolsita hasta mi nariz y respiré profundamente. Olfateé el empolvado olor de hojas de maíz secas, miel y canela.
Nada de ciruela o nuez moscada ¿Cómo pudo Ambrose saber…?
Luego todo tuvo sentido. Al mismo tiempo, sonó la campanada del medio día y todos los estudiantes con una ficha similar a la mía se movieron para unirse a la larga cola que serpenteaba a través del patio. Ya era hora para mi examen de admisiones. Dejé el patio como si corriera por mi vida.
Golpee frenéticamente a la puerta, sin aliento por correr hasta el tercer piso de las Dependencias.
“Simmon!” grité. “Abre la puerta y háblame!”
A lo largo del pasillo, las puertas se abrieron y los estudiantes se asomaron debido al alboroto. Una de las cabezas que se asomo era la de Simmon. Su pelo rubio estaba desaliñado.
“Kvothe?” dijo. “¿Qué haces? “Esa ni siquiera es mi puerta”
Me acerque, empujándolo dentro de su habitación, cerré la puerta detrás de nosotros. “Simmon, Ambrose me drogó.” Creo que algo no anda bien en mi cabeza, pero no puedo saber que”
Simmon sonrió. “Había pensado por un momento…” Se detuvo, su expresión se volvió incrédula. “¿Pero qué haces? No escupas en mi piso!”
“Tengo un extraño sabor en mi boca” Expliqué.
“No me importa,” dijo, enfadado y confuso. “¿Que pasa contigo? ¿Acaso naciste en un granero?
Lo golpee fuerte en la cara con la palma de mi mano, enviándole contra la pared, tambaleándose. “En realidad, si nací en un granero,” dije sombríamente. “¿Hay algo de malo en eso?
Sim estaba con una mano sujetada contra la pared, y la otra mano estaba contra la enrojecida piel de su mejilla. Su expresión era de puro asombro.
“En el nombre de Dios ¿qué es lo que te pasa?
“No me pasa nada,” dije, “Pero harías bien en cuidar tu tono.” Me caes bastante bien, pero solo porque yo no tenga un par de padres ricos eso no quiere decir que seas una pizca mejor que yo.” Fruncí en ceño y volví a escupir. “Dios esto es apestoso, odio la nuez moscada. Siempre, desde que era un niño”.
Una súbita comprensión se apoderó de la cara de Sim. “El sabor en tu boca,” dijo. “¿Es como de ciruelas y especias?”
Asentí. “Es desagradable”
“Por las cenizas de Dios,” dijo Sim, su voz calló bruscamente. “Bien. Tienes razón. Te han drogado. Se lo que es.” Dejó la frase inacabada mientras comencé a abrir la puerta. “¿Qué haces?”
“Voy a matar a Ambrose,” dije. “Por envenenarme”
“No es un envenenamiento. Es—” dejo de hablar repentinamente, luego continuo con calma, con voz nivelada. “¿De dónde sacaste ese cuchillo?”
“Lo tengo atado a mi pierna, debajo de mis pantalones,” dije. “En caso de emergencias”
Sim respiró hondo y después dijo. “Podrías darme tan solo un minuto para explicarte antes de que vayas a matar a Ambrose”
Me encogí de hombros. “Bien.”
“¿Te importaría sentarte mientras hablamos?” Señalo hacia una silla. Suspiré y me senté. “Bien. Pero deprisa. Pronto me tocan las admisiones.”
Sim asintió tranquilamente y se sentó en el borde de su cama, dándome la cara. “Bueno, ¿tú sabes cuando alguien ha estado bebiendo, y se le mete en la cabeza hacer algo estúpido? Continuó, Y que no puedes hacerle cambiar de opinión a pesar de que a todas luces se sabe que es una mala idea?”
Reí. “¿Como cuando querías ir a hablar con esa chica arpista afuera del Eolian y vomitaste sobre su caballo?
Sim asintió. “Exactamente así. Hay algo que un alquimista puede crear que hace lo mismo, pero es mucho más extremo.
Negué con la cabeza. “No me siento borracho en lo más mínimo” Mi cabeza está despejada, clara como el sonido de una campana.
Sim volvió a asentir “No es como estar borracho” dijo. “Esto es solo una parte. Esto no te pondrá mareado o cansado. Solo hace más fácil que una persona haga algo estúpido.
Reflexione sobre eso por un momento. “No creo que sea eso,” dije. “No me siento como si quisiera hacer algo estúpido.”
“Solo hay una manera de saberlo,” dijo Sim . “¿Puedes en este mismo momento pensar en algo que parezca un mala idea?”
Reflexioné por un momento, golpeando ociosamente el lado no cortante de la hoja del cuchillo contra el borde de mi bota.
“Sería una mala idea…” Me detuve.
Reflexioné por un momento más. Sim me miraba impacientemente.
“¿…saltar desde el tejado?” Mi voz se encogió al final, haciéndose sonar como una pregunta.
Sim estaba tranquilo. No dejaba de mirarme.
“Ya veo el problema,” dije lentamente. “No parezco tener ningún tipo de filtro de comportamiento”
Simmon dio una sonrisa de alivio y asintió en tono alentador. “Así es. Todas tus inhibiciones han sido cortadas tan limpiamente que ni siquiera podrías decir que no están. Pero todo lo demás está igual. Eres sensato, articulado y racional.”
“Me estas condescendiendo,” dije, apuntándolo con el cuchillo.
“No.” El parpadeó.
“Muy bien. ¿Puedes pensar en una solución para el problema"
“Por supuesto. Necesito algún punto de referencia, una especie de baremo de comportamiento.
Vas a tener que ser mi brujula porque todavía tienes tus filtros en su lugar”
“Estaba pensando lo mismo,” dijo. “Entonces, ¿confiaras en mi?”
Asentí. “Excepto cuando se trate de mujeres. Eres un idiota con ellas.”Cogí un vaso de agua de una mesa cercana y me enjuague la boca con ella, escupiéndola sobre el piso.
Sim dio una temblorosa sonrisa. “Muy bien. Primero, no puedes ir a matar a Ambrose.”
Dude. “¿Estás seguro?”
“Lo estoy.” De hecho, estoy seguro de que cualquier cosa que pienses hacer con ese cuchillo va a ser una mala idea. Deberías entregármela.”
Me encogí de hombros y volteé el cuchillo en mi palma, entregándole la improvisada empuñadura de cuero.
Sim pareció sorprendido por eso, pero se apodero del cuchillo. “Tehlu misericordioso,” dijo con profundo alivio, colocando el cuchillo debajo de la cama. “Gracias”
“¿Ese era un caso extremo?” pregunté, enjuagándome otra vez la boca. “Probablemente deberíamos tener algún tipo de sistema de clasificación por rango. Como una escala de diez puntos.”
“Escupir agua sobre mi piso es UNO,” dijo.
“Oh,” dije. “Disculpa.” Volví a colocar el vaso sobre su escritorio
“No te preocupes” dijo con soltura.
“¿Es uno bajo o alto?” pregunte.
“Bajo,” dijo. “Asesinar a Ambrose es un DIEZ.” El dudó. “Quizás un OCHO.” Se acomodó en su silla. “o un SIETE.”
“¿De verdad?” dije. “¿Tanto?” Está bien. Me incliné hacia adelante en mi asiento. “Necesitas darme unos consejos para las admisiones. Tengo que regresar a la cola en poco tiempo”
Simmon negó firmemente con la cabeza. “No. Esa realmente es una mala idea. OCHO”
“¿De verdad?”
“Si,” dijo. “Es una situación social muy delicada. Muchas cosas podrían salir mal.”
“Pero si ---”
Sim dejo escapar un suspiro, apartando su pelo rubio de los ojos. “¿Acaso no soy tu baremo de comportamiento? Esto se va a poner tedioso si tengo que decirte todo tres veces antes de que escuches.
Reflexione sobre eso por un momento. “Tienes razón, especialmente si estoy a punto de hacer algo potencialmente peligroso. “Mire a mí alrededor. “¿Cuánto va a durar esto?
“No más de ocho horas.” El abrió su boca para seguir hablando, luego la cerró.
“¿Qué? Pregunté.
Sim suspiro. “Podrían haber algunos efectos secundarios. La droga es liposoluble, así que estará rondando por tu organismo un rato. Podrías experimentar ocasionales recaídas menores provocadas por el estrés, emoción intensa, ejercicios…” Me dio una mirada apologética. “Serán como pequeños ecos de esto.”
“Me preocuparé de eso más tarde,” dije. Le tendí mi mano. “Entrégame tu ficha de admisiones. Puedes pasar por Admisiones ahora. Tomaré tu plaza”
El extendió sus manos sin poder hacer nada. “Ya pasé por Admisiones,” explicó.
“Por los dientes de Tehlu,” maldije. “Bien. Ve a buscar a Fela.”
Agito sus manos violentamente en frente de sí. “No no no. DIEZ.”
Reí. “No es para eso” Ella tiene una plaza para la ultima hora de Cendling.”
"¿Crees que la cambiará por la tuya?"
“Ella ya me la había ofrecido,” dije.
Sim se puso de pie. “Iré a buscarla.” “Me quedare aquí,” dije.
Sim asintió animosamente y miró nerviosamente por la habitación. “Probablemente es más seguro si no haces nada mientras no estoy,” dijo mientras abría la puerta.”Solo no hagas nada hasta que yo regrese”
Sim se fue solo por cinco minutos, que probablemente fue lo mejor. Alguien toco a la puerta. “Soy yo,” la voz de Sim se escucho desde la puerta. “¿Está todo bien allí adentro?”
“¿Sabes que es extraño?” le dije a través de la puerta. “Trate de pensar en algo divertido que podría hacer durante tu ausencia, pero no pude.” Mire hacia la habitación “Creo que eso significa de que el humor tiene sus raíces en la transgresión social. No puedo transgredir porque no puedo llegar a comprender lo que sería socialmente inaceptable. Todo me parece lo mismo.”
“Es posible que tengas un punto” dijo, luego pregunto, “En todo caso, ¿hiciste algo?
“No,” dije. “Decidí portarme bien.” Encontraste a Fela?
“Si. Ella está aquí. Pero antes de que entremos, tienes que prometer que no harás nada sin preguntarme primero. ¿Está claro?
Reí. “Muy bien. Solo no me dejes hacer cosas estúpidas en frente de ella.”
“Lo prometo,” dijo Sim. “¿Por qué no te sientas? Solo para estar seguros.
“Ya me estoy sentando,” dije.
Sim abrió la puerta. Pude ver a Fela mirando por encima de sus hombros.
“Hola Fela,” dije. “Necesito intercambiar plazas contigo.”
“Primero”, dijo Sim. “Debes ponerte de nuevo la camisa. Eso es alrededor de un DOS”
“Oh,” dije. “Lo siento. Tenía calor”
“Pudiste haber abierto la ventana,” dijo Sim.
“Pensé que sería más seguro si limitaba mis interacciones con objetos externos,” dije.
Sim levanto una ceja “En realidad esa es una idea muy buena. Esto solo te condujo un poco mal en este caso.
“Wow.” Escuche la voz de Fela desde el pasillo. “¿Esta grave?”
“Absolutamente grave,” dijo Sim. “¿Honestamente? No creo que sea seguro para ti entrar.”
Me puse la camisa. “Vestido! Dije. “Hasta me sentaré sobre mis manos si eso te hace sentir mejor.”
Hice exactamente eso, metiéndolas debajo de mis piernas. Sim dejo entrar a Fela, luego cerró la puerta detrás de ella.
“Fela, eres verdaderamente hermosa,” dije. “Te daría todo el dinero que tengo en mi bolsa si tan solo pudiera verte desnuda por solo dos minutos. Te daría todo lo que tengo. Excepto mi laúd.
Es difícil decir quién de los dos se ruborizó de un rojo más profundo. Creo que fue Sim. “No se supone que debí decir eso, ¿o sí? dije.
“No,” Dijo Sim. “Eso es alrededor de un CINCO.”
“Pero eso no tiene ningún sentido,” Dije. “Las mujeres están desnudas en pinturas. La gente compra pinturas, ¿no es así? Las mujeres posan para ellos.
Sim asintió. “Eso es cierto. “Pero aun así, no. Solo siéntate por un momento y no digas o hagas nada, ¿bueno?
“Verdaderamente no puedo creer esto,” dijo Fela, con el rubor desapareciendo de sus mejillas. “No puedo evitar pensar que los dos me deben de estar jugando algún tipo de broma elaborada.”
“Ojala fuera cierto,” Simmon dijo. “Esta droga es terriblemente peligrosa.”
“¿Cómo puede recordar pinturas de desnudos y no recordar que se supone que debes mantener tú camisa puesta en público?” Fela le pregunto a Sim sin quitarme los ojos de encima.
“Es que eso no pareció muy importante,” dije. “Yo me quite la camisa cuando me azotaron. Eso fue en público. No parecía extraño que no me metiera en problema por eso.”
“¿Sabes lo que podría pasar si tratas de apuñalar a Ambrose?” Simmon preguntó.
Pensé por un segundo Era como si trataras de recordar lo que habías desayunado hace un mes
“Supongo que habría un juicio,” dije lentamente, “Y la gente me invitaría unos tragos.”
Fela dio una sonrisa ahogada detrás de su mano.
“¿Qué te parece esto?” Simmon me pregunto. “Que es peor, robar un pastel o matar a Ambrose?”
Lo pensé bastante. “¿Un pastel de carne o de frutas?”
“Wow,” Fela dijo sin aliento. “Eso es…” Ella agitó su cabeza. “Eso casi me pone la piel de gallina”
Simmon asintió. “Es una aterradora muestra de la alquimia. Es una variante de un sedativo llamado Ciruela Agitada. Ni siquiera tienes que ingerirla. Es absorbido directamente a través de la piel.
Fela lo miro. “¿Como sabes tanto de eso?”
Sim dio una débil sonrisa. “Mandrag da sermones al respecto en cada clase de alquimia que enseña. He escuchado esa historia una docena de veces hasta ahora. Es su ejemplo favorito de cómo puede abusarse de la alquimia. Un alquimista la uso para arruinarles la vida a varios funcionarios del gobierno en Atur hace unos cincuenta años. Solo lo descubrieron porque una condesa se volvió loca en medio de una boda, asesinó a una docena de personas y --”
Sim se detuvo, agitando su cabeza. “De todos modos. Fue malo. Tan malo así que la querida del alquimista lo entrego a los guardias.”
“Espero que haya recibido su merecido.”
“Y con creces,” dijo Sim sombríamente.”El punto es, que afecta a cada uno de manera diferente. No es una simple baja de inhibiciones. Hay una intensificación de la emoción. Una liberación del deseo oculto combinado con un extraño tipo de memoria selectiva, casi como una amnesia moral.”
“No me siento mal,” dije.”En realidad, me siento muy bien. Pero estoy preocupado por las admisiones.”
Sim hizo un gesto. “¿Ves? El recuerda las admisiones. Es importante para él. Pero lo demás simplemente se ha ido.”
“¿Existe una cura?” Fela pregunto nerviosamente. “¿No deberíamos llevarlo a la Clínica?”
Simmon parecía nervioso “No lo creo. Ellos podrían tratar con un purgante, pero no es como si hubiera una droga trabajando en el. La alquimia no funciona así. El está bajo la influencia de principios sin limite. No los puedes purgar de la forma como si trataras de deshacerte del Mercurio o el Ofalo.
“Un purgante no suena muy divertido,” Agregue. “Si es que mi voto cuenta en algo.”
“Y existe la posibilidad de que ellos podrían llegar a pensar de que enloqueció debido al estrés de las admisiones,” le dijo Sim a Fela. “Eso le pasa a unos pocos estudiantes cada bimestre. Lo meterían en el Refugio hasta que estuvieran seguros---“
Me levanté, tenía mis manos apretadas en puños. “Seré cortado en pedazos en el infierno antes de que les permitiera encerrarme en el Refugio,” dije, furioso “Aunque sea una hora Aunque sea un minuto.”
Sim palideció y retrocedió un paso, alzando sus manos a la defensiva con las palmas hacia afuera. Pero su voz era firme y tranquila. “Kvothe, te lo digo tres veces. Détente.”
Me detuve. Fela me estaba mirando con los ojos muy abiertos y asustados.
Simmon continúo con firmeza. “Kvothe, Te lo digo tres veces: siéntate.”
Me senté.
Parada detrás de él, Fela miro a Simmon, sorprendida.
“Gracias,” dijo Simmon amablemente, bajando sus manos. “Estoy de acuerdo. La Clínica no es el mejor lugar para ti. Nosotros podemos salir sanos y salvos de esta”
“Eso me suena mejor,” dije.
“Incluso si las cosas salieran sin problemas en la Clínica.” Simmon agrego. “Preveo que estarás mucho más inclinado a decir lo que piensas que de costumbre.” El me dio una pequeña e irónica sonrisa. “Los secretos son la piedra angular de la civilización y yo se que tú tienes unos pocos secretos más que la mayoría de la gente.”
“No creo que tenga ningún secreto,” dije.
Ambos, Sim y Fela se echaron a reír al mismo tiempo. “Me temo que acabas demostrar su punto,” dijo Fela. “Yo sé que tienes por lo menos unos cuantos.”
“Yo también” dijo Sim.
“Tú eres mi baremo,” me encogí de hombros. Luego le sonreí a Fela y saque mi bolsa de dinero.
Sim me negó con la cabeza. “No, no, no.” Ya te lo dije. Verla desnuda seria lo peor del mundo en este momento.
Sin más, los ojos de Fela se entrecerraron un poco.
“¿Cuál es el problema? Pregunte. “¿Te preocupa que la tire al piso y haga estragos con ella?” Reí.
Sim me miró. “¿No lo harías?
“Por supuesto que no,” dije.
El miro a Fela, y luego me miro de nuevo “¿Puedes decir por qué? Pregunto curiosamente.
Lo pensé. “Es porque…” Me calle, luego sacudí mi cabeza. “Es… Simplemente no puedo. Sé que no puedo comer una piedra o atravesar una pared. Es algo así.”
Me concentre en eso por un segundo y comencé a marearme. Me puse una mano sobre mis ojos y trate de ignorar el vértigo repentino.
“Por favor dime que tengo razón en eso,” pregunte de repente, asustado. “No puedo comerme una piedra, ¿o sí puedo?
“Estas en lo cierto,” dijo Fela rápidamente. “No puedes.”
Deje de tratar de rebuscar dentro de mi mente en busca de respuestas y el extraño vértigo desapareció.
Sim me estaba mirando fijamente. “Desearía saber lo que “eso” significó,” dijo.
“Yo tengo más o menos idea,” Fela murmuro suavemente.
Saque la marfilada ficha de admisiones de mi bolsa. “Solo estaba buscando intercambiarla,” dije. “A menos de que estés dispuesta de dejarme verte desnuda.”
Levante la bolsa con mi otra mano y miré a Fela. “Sim dice que está mal, pero él es un idiota con las mujeres. Puede que mi cabeza no esté muy bien del todo como me gustaría, pero eso lo recuerdo claramente.”
Faltaban cuatro horas para que mis inhibiciones comenzaran a filtrarse de regreso y dos horas más para que estuvieran firmemente en su lugar. Simmon pasó todo el día conmigo, paciente como un sacerdote, explicándome lo que no, que no debo ir a comprarnos una botella de cerveza. No, que no debo patear al perro que estaba ladrando al otro lado de la calle. No, que no debo ir a Imre a buscar a Denna. No, tres veces no.
Para cuando se puso el sol, estaba de vuelta a mi regular y semi-moral personalidad.
Simmon me interrogó extensamente antes de que me acompañara de regreso a mi habitación en Anker’s, donde me hizo jurar sobre la leche de mi madre de que no dejaría mi habitación hasta la mañana siguiente. Lo jure.
Pero no todo estaba bien conmigo. Mis emociones todavía estaban fluyendo ardientemente, estallando por cada pequeña cosa. Pero, mi memoria no había simplemente vuelto a la normalidad, regresaba con un vivido y descontrolado entusiasmo.
No había sido tan malo cuando Sim estaba conmigo. Su presencia era una distracción placentera. Pero estando solo en mi pequeño cuarto del ático de Anker’s, estaba a la merced de mis recuerdos. Era como si mi mente estuviera empeñada en desempacar y examinar todo lo punzante y doloroso que había visto en mi vida.
Podrías pensar que los peores recuerdos fueron aquellos de cuando mi troupe fue asesinada. De cómo volví a nuestro campamento y encontré todo ardiendo. Las perversas siluetas que los cuerpos de mis padres hacían en la sombría penumbra. El olor a tela chamuscada, sangre y pelo quemado. Recuerdos de quienes los mataron. De los Chandrian. Del hombre quien me hablo, sonriendo todo el tiempo. De ceniza.
Esos eran malos recuerdos, pero a través de los años los llevaba encima y los contuve tan frecuentemente que apenas quedaban pedazos destrozados de ellos.
Recordaba el tono y el timbre de la voz de Haliax tan clara como la de mi padre. Pude fácilmente recordar el rostro de Ceniza. Sus sonrientes y perfectos dientes. Su blanco y rizado cabello. Sus ojos, negros como gotas de tinta. Su voz, llena de un frío invernal, diciendo: “Se de unos padres que han estado cantando unas canciones que no hay que cantar.”
Podrías pensar que estos serian los peores recuerdos. Pero te equivocarías.
No. Los peores recuerdos fueron aquellos de mi joven vida. Los brincos y el lento movimiento que hacia el carromato cuando viajaba en el, mi padre tomando las riendas relajadamente. Sus manos fuertes sobre mis hombros, mostrándome como pararme en el escenario y de ese modo mi cuerpo pudiera decir Orgullo, o tristeza, o timidez. Sus dedos ajustando los míos sobres las cuerdas de su laúd.
Mi madre cepillándome el cabello. La sensación de sus brazos a mi alrededor. La manera perfecta en que mi cabeza se acomodaba en la curvatura de su cuello. El cómo me sentaba, acurrucado en su regazo cerca de la fogata en la noche, adormecido y feliz, a salvo.
Esos eran los peores recuerdos. Preciosos y perfectos. Filosos como un bocado de vidrios rotos. Me acosté en la cama, sin poder dormir, incapaz de pensar en otras cosas, sin poder evitarme recordar. Una y otra vez. Me apreté en un ovillo tembloroso.
Luego se oyó un pequeño golpe en mi ventana. Un sonido tan pequeño que no lo noté hasta que se detuvo. Luego escuche la ventana abrirse con facilidad detrás de mí.
“¿Kvothe?” dijo Auri suavemente.
Apreté mis dientes contra los sollozos y me quede lo más quieto que pude, con la esperanza de que ella pensara que estaba dormido y se fuera.
“Kvothe?” llamo otra vez. “Te traje…” Hubo un momento de silencio, luego dijo, “Oh.”
Escuche un suave sonido detrás de mí. La luz de la luna mostro su sombra diminuta en la pared mientras subía por la ventana. Sentí la cama moverse mientras Auri se acomodaba en ella.
Una pequeña y fresca mano pasó rozando por el borde de mi cara.
“Está bien, “dijo con calma. “Ven Aquí.”
Comencé a llorar en silencio, y ella suavemente desenredó el ovillo en que me encontraba hasta que mi cabeza yacio en su regazo. Ella murmuraba, apartando mi cabello de mi frente, sus frescas manos contra mi rostro caliente.
“Lo sé,” dijo tristemente. “Es malo a veces, ¿no es así?
Ella acarició mi cabello suavemente, y eso solo me hizo llorar más fuerte. No pude recordar cuándo fue la última vez que alguien me haya tocado de una forma tan cariñosa.
“Lo sé,” dijo ella. “Tienes una piedra en el corazón, y algunos días es tan pesada que no se puede hacer nada. Pero no tienes por qué estar solo en esto. Debiste venir a mí. Yo entiendo.”
Mi cuerpo se apretó y de repente el sabor a ciruela lleno mi boca otra vez. “La extraño,” dije antes de que me diera cuenta de que estaba hablando. Luego me calle antes de que pudiera decir algo más. Apreté mis dientes y agite furiosamente mi cabeza, como un caballo luchando con sus riendas.
“Puedes decirlo,” dijo Auri dulcemente. Me sacudí de nuevo, saboreé a ciruelas, y de repente las palabras brotaban de mí.
“Ella dijo que yo primero canté y después hablé. Ella dijo que cuando yo era solo un bebe ella tenía la costumbre de tararear cuando me cargaba. Nada parecido a una canción. Solo una tercera descendente. Solo un sonido tranquilizador. Entonces un día ella estaba paseándome por el campamento, y me escucho imitándola.
Dos octavas más arriba. Una tercera, pequeña y aguda. Ella dijo que fue mi primera canción. Nosotros nos la cantamos una y otra vez el uno al otro. Durante años.” Aguanté el llanto y apreté los dientes.
“Puedes decirlo,” dijo Auri suavemente. “Está bien si lo dices.”
“Nunca la volveré a ver,” Mi voz se ahogó. Luego comencé a llorar en serio.
“Está bien,” dijo Auri suavemente. “Estoy aquí.” Estas a salvo.”

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