sábado, 25 de junio de 2011

Capitulo 20

Yeaah ya llevamos 20 capitulitos! Gracias a Laura Arrias por este n_n (como que laura cada vez traduce mejor! ademas, de hecho varios de los que traducen frecuentemente jeje), el capitulo 21 aun no me lo mandan, pero no sean impacientes okas? unos dias es mejor que hasta noviembre n__n repitanse eso XD.

El pack con los 20 capitulos en PDF lo subo mañana por que lo quiero poner bonito (Y no tengo word.. debo conseguir donde jeje)

De nuevo a los traductores de los capitulos del 21 al 24; Luvhanir, Daniel, Uxio y Jose, espero que me puedan mandar un correito dando señales de vida, por favor, ya que ya estan proximos esos capitulos y aun no he sabido de ustedes.

Capitulo 20
El Viento Inconstante

A la noche siguiente me encontraba en El Pony de Oro, posiblemente la mejor posada del lado del río de la Universidad. Presumía de cocinas elaboradas, un fino establo, además de un servil y calificado personal. Era la clase de establecimiento de lujo que sólo los estudiantes más adinerados podían permitirse.

Yo no estaba adentro, por supuesto. Estaba de cuclillas en las oscuras sombras del tejado, tratando de no pensar demasiado en el hecho de que lo que estaba planeando hacer, iba mucho más allá de los límites de Conducta Impropia. Si me atrapaban irrumpiendo en las habitaciones de Ambrose, yo sería, sin duda alguna, expulsado.

Era una clara noche de otoño con un fuerte viento. Una bendición mixta. El sonido de las crujientes hojas cubriría cualquier insignificante ruido que pudiera llegar a hacer, pero me preocupaba que los ondulantes bordes de mi capa pudieran llamar la atención.

Nuestro plan era sencillo. Había deslizado una nota sellada por debajo de la puerta de Ambrose. Era una coqueta petición no firmada para una cita en Imre. Wil la había escrito puesto que, como Sim y yo consideramos, el tenía la caligrafía más femenina.

Era una búsqueda sin posibilidad de éxito, pero supuse que Ambrose mordería el anzuelo. Hubiera preferido tener a alguien que lo distrajera personalmente, pero mientras menos personas involucradas mejor. Pude haberle pedido ayuda a Denna, pero yo quería que fuera una sorpresa cuando le regresara su anillo.

Wil y Sim eran mis vigías, Wil en la sala común, Sim el en callejón que se encontraba por la puerta trasera. Su trabajo era informarme cuando Ambrose se marchara del edificio. Más importante aún, ellos me alertarían si el regresaba antes de haber terminado de registrar sus habitaciones.

Sentí un fuerte tirón en mi bolsillo derecho cuando la rama de roble dio dos claras e inconfundibles sacudidas. Después de un momento, la señal se repitió. Wilem estaba haciéndome saber que Ambrose había abandonado la posada.

En mi bolsillo izquierdo había un pedazo de abedul. Simmon tenía uno similar donde estaba parado, vigilando la puerta trasera de la posada. Esto era simple. Un eficaz sistema de señalización si sabías suficiente simpatía como para hacer que funcione.

Me arrastré por la pendiente del tejado, moviéndome cuidadosamente sobre las pesadas tejas de barro. Sabía por mis días más jóvenes en Tarbean que esas tejas tendían a romperse y deslizarse, haciéndote perder el apoyo y caer.

Logré llegar al borde del tejado, a cinco metros del suelo. Apenas una altura de vértigo, pero más que suficiente para romperte una pierna o el cuello. Un estrecho pedazo del tejado corría por debajo de la larga fila de ventanas del segundo piso. Habían diez en total. Y la cuarta del medio pertenecía a Ambrose.

Flexioné los dedos un par de veces para relajarlos, luego comencé a avanzar lentamente por la estrecha tira del tejado.

El secreto es concentrarse en lo que estáis haciendo. No miréis al suelo. No miréis por encima de vuestros hombros. Ignorad al mundo y confiad en que éste les devolverá el favor. Esta era la verdadera razón por la que llevaba mi capa. Si fuera visto sería nada más que una silueta oscura en la noche, imposible de identificar. Con suerte.

La primera ventana estaba oscura, y la segunda tenía sus cortinas corridas. Pero la tercera ventana estaba iluminada por una luz tenue. Dudé. Si vosotros sois de piel blanca como yo, nunca querrían mirar hacia el interior de una ventana por la noche. Su rostro resaltará en la oscuridad como la luna llena. En vez de arriesgarme a mirar, busqué en los bolsillos de mi capa hasta que encontré un pequeño pedazo de estaño viejo de la Factoría que había pulimentado en un improvisado espejo. Luego cuidadosamente lo usé para echar un vistazo cerca de la esquina y por la ventana.

Adentro había unas pocas lámparas de reducida intensidad y una cama con dosel tan grande como mi cuarto entero allá en Anker’s. La cama estaba ocupada. Activamente ocupada. Es más, parecía que hubieran más extremidades desnudas que las que sólo dos personas pudieran justificar. Desafortunadamente, mi pedazo de estaño era pequeño, y no pude ver la escena en toda su complejidad, de lo contrario podría haber aprendido algunas cosas muy interesantes.

Me planteé brevemente regresarme y llegar a las habitaciones de Ambrose desde el otro lado, pero el viento sopló de repente, mandando hojas saltando hacia los adoquines y tratando de arrastrarme desde mi estrecha posición a la fuerza. Con el corazón golpeándome en el pecho, decidí arriesgarme a pasar esta ventana. Supuse que las personas que estaban adentro tenían mejores cosas que hacer que estudiar las estrellas.

Tiré de la capucha de mi capa hacia abajo y sostuve los bordes entre mis dientes, cubriendo así mi rostro mientras que dejaba las manos libres. Así ciego, avancé por la ventana, escuchando atentamente por cualquier señal de que haber sido visto. Había algunos sonidos sorprendentes, pero no parecían tener nada que ver conmigo.

La primera de las ventanas de Ambrose era un vitral elaborado. Bonito, pero no diseñado para abrirse. La siguiente era perfecta: una amplia y doble ventana. Saqué un delgado trozo de alambre de cobre de uno de los bolsillos de mi capa y lo usé para deslizar el simple pestillo que la mantenía cerrada.

Cuando la ventana no se abrió, me di cuenta de que Ambrose también había añadido una barra. Eso me tomó varios largos minutos de arduo trabajo, con una sola mano en la casi total oscuridad. Por fortuna, el viento se había calmado al menos por el momento.

Entonces, una vez que me abrí paso con la barra, la ventana todavía no se movía. Comencé a maldecir la paranoia de Ambrose mientras buscaba la tercera cerradura, buscando por casi diez minutos antes de darme cuenta de que la ventana estaba simplemente atascada.

Tiré de ella un par de veces, lo cual no es tan fácil como parece. Como os dais cuenta, no ponen manijas fuera de la ventana. A la larga, me sobre-entusiasmé y tiré demasiado fuerte. La ventana se abrió de golpe y todo mi peso se desplazó hacia atrás. Me apoyé cerca del borde del tejado, luchando contra todos los reflejos que me instaban a mover mi pie hacia atrás y así recuperar el equilibrio, sabiendo que no había nada más que solo quince metros de vacío detrás de mí.

¿Conocéis esa sensación cuando inclináis mucho la silla y comienza a caer hacia atrás? Era algo así, mezclado con la auto-recriminación y el miedo a la muerte. Agité violentamente los brazos, sabiendo que eso no serviría de nada, de pronto no pude pensar en nada del pánico que viví.

El viento me salvó. Sopló mientras me tambaleaba por el borde del tejado, dándome suficiente empuje de modo que pude recuperar el equilibrio. Uno de mis agitados brazos alcanzó la ventana ya abierta, y me apresuré desesperadamente hacia el interior, sin importarme cuanto ruido pude haber hecho.

Una vez adentro, me agaché en el suelo, respirando con dificultad. Mi corazón estaba empezando a tranquilizarse cuando el viento alcanzó la ventana, cerrándola de golpe por encima de mi cabeza, asustándome una vez más.

Saqué mi lámpara simpática, la encendí y gradué la llave para que emitiera sólo una luz débil, y pasé rápidamente el reducido arco de luz por toda la habitación. Kilvin había tenido razón en llamarla lámpara de ladrones. Era perfecta para este tipo de andanzas.

Habían kilómetros desde Imre hasta la posada, y confiaba de que la curiosidad de Ambrose lo mantendría esperando por su admiradora secreta por lo menos media hora. Normalmente, buscar algo tan pequeño como un anillo sería el trabajo de un día completo. Pero supuse que Ambrose ni siquiera pensó en esconderlo. A su parecer, no era algo que había robado. Él lo consideraría un trofeo o una baratija.

Me puse a registrar metódicamente las habitaciones de Ambrose. El anillo no estaba en su cómoda o en su mesilla de noche. No estaba en ninguno de los cajones de su escritorio o en la bandeja de joyas en su vestidor. Ni siquiera tenía un joyero con llave, imaginaos, sólo una bandeja con todo tipo de broches, anillos y cadenas dispersas sin cuidado sobre ella.

Dejé todo en su lugar, lo cual no quiere decir que no pensé en robarle al bastardo a ciegas. Sólo unas pocas piezas de su joyería podrían pagar mí matricula por un año. Pero eso iba en contra de mi plan: Entrar, encontrar el anillo y salir. Por consiguiente, siempre y cuando no dejara evidencia de mi visita, supuse que Ambrose simplemente asumiría que había perdido el anillo si se daba cuenta de que ya no estaba. Era el tipo de crimen perfecto: sin sospecha, sin persecución, sin consecuencias.

Además, es notoriamente difícil empeñar joyería robada en un pueblo tan pequeño como Imre. Sería demasiado fácil para alguien seguirme la pista.

Dicho esto, nunca he pretendido ser un sacerdote, y había un montón de oportunidades para hacer malicias en las habitaciones de Ambrose. Así que me di el gusto. Mientras estaba revisando los bolsillos de Ambrose, debilité unas pocas costuras así que había una buena posibilidad de que sus pantalones se rompieran a la mitad por detrás la próxima vez que se sentara o montara su caballo. Aflojé la manija del humero de su chimenea y de este modo con el tiempo se caería y así su cuarto se llenaría de humo mientras se apresurara en volverla a colocar.

Estaba tratando de pensar en algo qué hacerle a su endemoniadamente irritante y maldito sombrero de plumas cuando la rama de roble que estaba en mi bolsillo se sacudió violentamente, haciéndome saltar. Luego se sacudió otra vez y se rompió bruscamente a la mitad. Maldije en voz baja con amargura. Ambrose no pudo haber estado ausente por más de veinte minutos. ¿Qué le había hecho volver tan pronto?

Apagué mi lámpara simpática y la metí dentro de mi capa. Luego corrí a toda prisa hacia el interior de la otra habitación para hacer mi escape por la ventana. Era irritante pasar por todos esos problemas para poder entrar sólo para tener que marcharse de nuevo. Pero mientras Ambrose no se enterase de que alguien ha irrumpido en sus habitaciones, simplemente podría volver otra noche.

Pero la ventana no se abrió. Tiré con fuerza, preguntándome si se había atascado cuando el viento la cerró de golpe.

Entonces fue cuando entreví una fina banda de latón a lo largo del interior del borde de la ventana. No pude leer la sigaldría en la penumbra pero conozco las protecciones cuando las veo. Eso explicaba el porqué Ambrose estaba de vuelta tan pronto. Él sabía que alguien había irrumpido. Lo que es peor, este tipo de protecciones no sólo te advierten de un intruso, sino que también podrían mantener una puerta o una ventana cerrada para aprisionar al ladrón adentro.

Salí disparado hacia la puerta, con las manos escarbando en los bolsillos de mi capa, en busca de algo largo y delgado que pudiera usar para obstruir la cerradura. Al no encontrar nada adecuado, agarré una pluma de su escritorio, atascándola dentro de la cerradura, luego la sacudí fuertemente hacia los lados y la cabeza de metal se rompió dentro de la cerradura. Un instante después escuché un áspero ruido metálico cuando Ambrose intentaba abrir la puerta desde afuera, buscando a tientas y maldiciendo cuando no pudo conseguir que su llave entrara en la cerradura.

Para ese entonces, yo ya estaba de vuelta en la ventana, alumbrando con mi lámpara hacia adelante y hacia atrás a lo largo de la banda de latón y murmurando runas en voz baja. Era bastante simple. Yo podría volver la protección inservible grabando un puñado de runas acopladas y luego abrir la ventana para escapar.

Me apresuré de nuevo hacia la sala de estar y agarré el abrecartas de su escritorio, derribando el tintero tapado en mi apuro. Estaba a punto de empezar a elidir runas cuando me di cuenta de lo estúpido que sería. Cualquier ladrón de poca monta pudiera entrar a la fuerza en las habitaciones de Ambrose pero el número de personas que sabían suficiente sigaldría como para dañar una protección era mucho menor. Igualmente podría firmar con mi nombre en el marco de su ventana.

Me tomé un momento para organizar mis ideas, luego regresé el abrecartas al escritorio y volví a colocar el tintero en su lugar. Volví y examiné la larga banda de latón más de cerca. Romper algo es fácil, entender algo es más difícil.

Esto es doblemente cierto cuando os enfrentáis con los sonidos de maldiciones en voz alta desde detrás de la puerta, acompañados por el golpeteo y el charloteo de alguien tratando de desatascar una cerradura.

Entonces el pasillo quedó en silencio, lo cual fue aun más desconcertante. Finalmente logré descifrar la secuencia de las protecciones cuando escuché un conjunto de pasos en el pasillo. Partí mi mente en tres partes y fijé mi Alar mientras tiré de la ventana. Mis manos y pies se enfriaron cuando extraje el calor de mi cuerpo para contrarrestar la protección, tratando de no entrar en pánico cuando escuché un fuerte porrazo como si algo pesado golpease la puerta.

La ventana se abrió, y rápidamente me fui a gatas y de espaldas por encima del marco de la ventana hacia el tejado cuando algo golpeó otra vez a la puerta y escuché el fuerte crujido de la madera astillada. Todavía pude haberlo logrado a salvo, pero cuando puse mi pie derecho en el tejado, sentí una teja de barro colapsar bajo mi peso. Cuando mi pie se deslizó, agarré el antepecho de la ventana con ambas manos para no perder el equilibrio.

Entonces el viento sopló, alcanzando la ventana abierta y precipitándola hacia mi cabeza. Levanté mi brazo para proteger mi rostro, y golpeó mi codo en cambio, quebrando uno de los pequeños cristales de vidrio. El impacto me empujó a un costado encima de mi pie derecho, el cual se deslizó el resto del camino desde debajo de mi.

Entonces, ya que todas mis otras opciones parecieron agotarse, decidí que sería mejor si me caía del tejado.

Actuando por puro instinto, mis manos treparon frenéticamente. Desplacé unas tejas de barro más, luego me sostuve del reborde del tejado. Mi agarre no era bueno, pero me desaceleró y me hizo girar de modo que no aterricé sobre mi cabeza o mi espalda. En lugar de eso, aterricé boca abajo, como un gato.

Excepto que las patas de un gato son todas del mismo largo. Aterricé sobre mis manos y mis rodillas. Mis manos sólo me picaron, pero mis rodillas golpearon los adoquines, doliéndome tanto como nunca había sentido en toda mi joven vida. El dolor fue enceguecedor, y me escuché chillar como un perro que había sido pateado.

Un segundo después una lluvia de pesadas tejas rojas cayó a mí alrededor. La mayoría se hizo añicos sobre los adoquines, pero una me golpeó detrás de la cabeza, mientras que otra me sorprendió en ángulo recto sobre mi codo, haciendo que todo mi antebrazo se adormeciera.

No escatimé un momento para pensar. Un brazo roto sanaría, pero la expulsión de la Universidad duraría toda la vida. Me subí la capucha y me obligué a levantarme. Usando una mano para asegurarme de que la capucha de mi capa permaneciera en su lugar. Tambaleé unos pocos pasos hasta que me encontré bajo los aleros del Pony de Oro, fuera de la vista de la ventana del piso superior.

Entonces estaba corriendo, corriendo, corriendo…

Finalmente me dirigí con cuidado y cojeando a los tejados, entrando a mi habitación por la ventana. Fue un proceso lento, pero no tuve otra opción. No podía pasar al lado de todos en la taberna, despeinado, cojeando y en general luciendo como si me acabara de caer de un tejado.

Una vez que recobré el aliento y de que me tomé un momento para recriminarme por las muchas idioteces imprevistas, revisé mis heridas. La buena notica era que no me había fracturado ninguna de mis piernas, pero tenía espléndidos cardenales resplandeciendo justo por debajo de cada rodilla. La teja que había rozado mi cabeza dejó un chichón, pero no me había cortado. Y aunque mi codo palpitaba con un dolor sordo, mi mano ya no estaba entumecida.

Tocaron a la puerta. Me quede inmóvil por un momento, entonces saqué la rama de abedul de mi bolsillo, murmuré un rápido vínculo y la sacudí hacia adelante y hacia atrás.

Escuché que alguien se sobresaltó desde afuera del pasillo, seguido de la risa de Wilem. “Eso no es gracioso”. Le escuché decir a Sim. “Déjanos entrar”.

Les dejé entrar. Simmon se sentó en el borde de la cama, y Wilem ocupó la silla del escritorio. Cerré la puerta y me senté en la otra mitad de la cama. Incluso con todos nosotros sentados, la pequeña habitación estaba atestada.

Nos miramos sobriamente el uno al otro por un instante, luego Simmon habló. “Al parecer Ambrose sorprendió a un ladrón en sus habitaciones esta noche. El sujeto saltó por la ventana antes de que fuera atrapado.”
Di una breve risotada sin humor. “Nada de eso. Yo estaba casi afuera cuando la ventana se cerró sobre mí.” Hice un torpe gesto. “Me hizo caer del tejado”.
Wilem dejó escapar un suspiro de alivio. “Pensé que eché a perder el vínculo.”
Negué con la cabeza. “Estaba bastante alerta. Es sólo que no fui tan cuidadoso como debí haber sido.”
“¿Por qué regresó tan pronto? Preguntó Simmon, mirando a Wilem. “¿Escuchaste algo cuando entró?
“Probablemente se le ocurrió que mi caligrafía no era particularmente femenina,” dijo Wilem.
“Tenía protecciones en sus ventanas,” dije. “Probablemente vinculadas a un anillo o algo que llevaba con él. Estas protecciones debieron de haberle avisado tan pronto como abrí la ventana”.
“¿Lo conseguiste? preguntó Wilem.
Negué con la cabeza.
Simmon estiró su cuello para ver mejor mi brazo. “¿Te encuentras bien?” Seguí sus ojos, pero no vi nada. Entonces me jalé de la camisa y me di cuenta de que estaba pegada a la parte posterior de mi brazo. Con todos mis otros dolores, no me había dado cuenta de eso.
Moviéndome cautelosamente, me saqué la camisa por encima de mi cabeza. El codo de la camisa estaba rasgado y manchado de sangre. Maldije con amargura. Sólo tenía cuatro camisas, y ahora esta estaba arruinada.
Traté de echar un vistazo a la herida, y rápidamente me di cuenta que no podéis echar un vistazo a la parte posterior de vuestro propio codo, sin importar lo mucho que deseases. Finalmente levanté mi codo para que Simmon lo inspeccionara.
“No es mucho,” dijo, manteniendo sus dedos un poco más de dos pulgadas de distancia. “Solo hay una cortada y apenas está sangrando. El resto sólo son rasguños. Parece como si te raspaste fuerte contra algo.”
“Unas tejas de barro cayeron sobre mí desde el tejado,” dije.
“Que afortunado,” Wilem gruñó. “¿Quien más podría caer de un tejado y terminar con nada más que unos pocos rasguños?”
“Tengo cardenales en mis rodillas del tamaño de una manzana,” dije. “Seré afortunado si puedo caminar mañana.” Pero en el fondo yo sabía que él tenía razón. La teja de barro que había aterrizado sobre mi codo pudo fácilmente haberme fracturado el brazo. Los bordes rotos de las tejas de barro a veces eran afilados como cuchillos, por lo tanto si me hubiera golpeado de otra manera, podría haberme cortado hasta el hueso. Odio las tejas de barro cocido.
“Bueno, pudo haber sido peor,” Simmon dijo con vivacidad mientras se levantaba. “Vayamos a la Clínica para remendarte.”
“Kraem no,” dijo Wilem. “El no puede ir a la Clínica. Ellos estarán preguntando para ver si alguien está herido.”
Simmon se volvió a sentar. “Claro,” dijo, sonando vagamente disgustado consigo mismo. “Eso lo sabía.” Me miró. “Por lo menos no estás herido en un lugar donde la gente lo pueda ver.”
Miré a Wilem. “¿Tenéis dificultades con la sangre, no es así?”
Su expresión se ofendió un poco. “Yo no diría…” Sus ojos miraron rápidamente hacia mi codo y su rostro palideció un poco a pesar de su oscura tez céaldica. Sus labios dibujaron una fina línea. “Si.”
“Muy bien.” Empecé a cortar mi arruinada camisa en tiras. “Felicidades Sim. Haz sido ascendido al campo médico. “Abrí un cajón y saqué una aguja de sutura e hilo de tripa, yodo y un pequeño tarro de grasa de oca.
Sim miró la aguja, y luego a mí, con los ojos muy abiertos.
Le di mi mejor sonrisa. “Es fácil. Te iré explicando lo que tienes que hacer”. 

----------------------------------------------------------------------

Me senté en el suelo con un brazo por encima de mi cabeza mientras Simmon limpiaba, cosía y vendaba mi codo. El me sorprendió por no ser tan temeroso como pensé que sería. Sus manos eran más cuidadosas y seguras que las de muchos de los estudiantes de la Clínica que hacían ese tipo de cosas todo el tiempo.

“¿Así que los tres estábamos aquí, jugando 'aliento' toda la noche?” preguntó Wil, evitando deliberadamente mirar hacia mi dirección.
“Suena bien,” dijo Sim. “¿Podemos decir que gané?”
“No,” dije. “La gente debe haber visto a Wil en el Pony. Mentimos y de seguro que me atraparán”.
“Oh,” dijo Sim. “¿Entonces qué diremos?”
“La verdad.” Señale a Wil. “Te encontrabas en el Pony durante el bullicio, luego viniste aquí para contármelo.” Señalé hacia la pequeña mesa, donde un gran número de engranajes, resortes y tornillos estaban esparcidos desordenadamente.”
“Os mostré el reloj de movimiento armónico que encontré, y vosotros dos me dieron consejos de cómo arreglarlo.”
Sim parecía decepcionado. “Eso no es muy emocionante.”
“Las mentiras sencillas son mejores,” dije, levantándome. “Gracias de nuevo, a ambos. Esto pudo haber terminado muy, muy mal sin vosotros dos vigilándome.”
Sim se levantó y abrió la puerta. Wil también se levantó, pero no se volteó para marcharse, “Escuché un rumor extraño la otra noche,” dijo.
“¿Algo interesante?” pregunté.
Wil asintió. “Mucho. Recuerdo haber oído de que habías terminado de enemistarte con cierto poderoso miembro de la nobleza. Me sorprendió de que finalmente hubieras decidido dejar las cosas en paz.”
“¡Vamos Wil!,” dijo Simmon. “Ambrose no está durmiendo. El es un perro rabioso que merece ser sacrificado.”
“El se parece más a un oso furioso, dijo Wilem. “Uno al que parecéis empeñado en pinchar con un hierro al rojo”
“¿Cómo puedes decir eso?” dijo Sim acaloradamente. “¿En los dos años como secretario alguna vez te ha llamado de otra forma más que sólo miserable? Y ¿Qué hay de esa vez en que casi me deja ciego por mezclar mis sales? Kvothe estará eliminando la Ciruela Agitada fuera de su sistema por ─”

Wil levantó una mano y asintió para reconocer el argumento de Sim. “Sé que eso es cierto, razón por la cual me dejo arrastrar en tales tonterías. Simplemente quiero aclarar el punto.” El me miró. “¿Te das cuenta que has ido demasiado lejos en lo que se referiere a esta chica Denna, no es así?"

3 comentarios:

  1. Laura Arrias:

    Gracias a ti Suchan! Segunda Meta lista! XD

    Yo tambien quiero dar gracias a todos los traductores que sin ellos el proyecto no seguiria.

    Bueno, lean comenten y disfruten!

    ResponderEliminar
  2. kedo re bien, thanx!!!!


    arispell -.-

    ResponderEliminar
  3. Te quedo suoer bien el pack! Gracias!!!

    ResponderEliminar