viernes, 30 de septiembre de 2011

Capitulo 67

 hola lo subo rapidicimo por que ya voy saliendo 20 minutos tarde, gracias a que efren lo mando casi sin ningun error me anime a subirlo ahorita n__n, ya veran el por que de ciertas sospechas mas claramente con este :D
Okay pues como ya dije fue traducido por Efren!!

Capitulo 67
Rostros que delatan

Pasé una buena cantidad de los siguientes dos días bajo la tutela de Stapes, asegurándose de que tuviera el comportamiento correcto para una cena formal. Yo ya estaba familiarizado con eso desde mi niñez, pero me agradó recordarlo. Las costumbres varían de lugar a lugar y de año en año, e incluso pequeños errores pueden llevar a una gran vergüenza.
Entonces Stapes preparó una cena sólo para nosotros dos y después me informó sobre una docena de pequeños pero importantes errores que había cometido. Bajar un utensilio sucio era considerado grosero, por ejemplo. Eso significaba que era perfectamente aceptable lamer el cuchillo para limpiarlo. De hecho, si no querías ensuciar tu servilleta, ésta era la única cosa que podías hacer.
Era inapropiado comer toda la pieza de pan. Una porción debía siempre de quedar en el plato, preferiblemente más que sólo la corteza. Lo mismo para la leche: el último trago debía de permanecer siempre en el vaso.
Los siguientes días Stapes organizó otra cena en la cual tuve más errores. Hacer comentarios sobre la comida no era grosero, pero era rústico. Lo mismo pasaba si olías el vino. Y, aparentemente, el pequeño y suave trozo de queso que me habían servido tenía corteza. Una corteza que cualquier persona civilizada hubiera reconocido como incomible y tenía que ser dejada a un lado.
Tan barbárico como soy, me lo comí todo. Sabía bien. Aún así, tomé nota de esto y me resigné a tirar la mitad de un queso perfecto que estaba puesto enfrente de mí. Éste era el precio de la civilización. . . .
Arribé al banquete usando un traje hecho a la medida para la ocasión. Los colores me iban bien, verde pasto y negro. Había mucho brocado para mi gusto, pero ésa noche le hice tal reverencia a la moda que podría estar sentado al lado de Meluan Lackless.
Stapes había organizado seis cenas para mí en los últimos 3 días y me sentía preparado para lo que fuese. Cuando llegué afuera del salón del banquete, pensé que la parte más difícil de la noche sería fingir mi interés por la comida.
Pero mientras me estuve preparando para la comida, no me preparé para ver a Meluan Lackless. Por suerte, mi entrenamiento se apoderó de mí y me moví suavemente haciendo el ritual de sonreír y ofrecer mi brazo. Ella asintió con la cabeza cortésmente e hicimos nuestra procesión hacia la mesa juntos.
Había grandes candelabros con docenas de velas. Colgantes grabados de plata contenían agua caliente para las manos y agua fría para beber. Viejos floreros con arreglos muy elaborados endulzaban el aire. Cuernos de la abundancia se desbordaban de fruta. Personalmente, lo consideraba llamativo. Pero era una tradición, una muestra de la riqueza del anfitrión.
Encaminé a Lady Lackless a la mesa y retiré su silla. Había evitado mirar en su dirección mientras caminábamos por la habitación, pero mientras la ayudaba a sentarse, su perfil me golpeó tan fuerte que no pude hacer otra cosa más que mirarla fijamente. La conocía, estaba seguro de eso. Pero no podía recordar en donde nos podríamos haber conocido.
Mientras me sentaba, traté de adivinar en donde la podría haber visto antes. Si las tierras de los Lackless no estuvieran a cientos de millas lejos, podría haber pensado que la conocía de la Universidad. Pero era ridículo. La heredera de los Lackless no estudiaría tan lejos de casa.
Mis ojos se posaron sobre los enloquecedores rasgos familiares. ¿La podría haber conocido en el Eolio? Parecía poco probable, lo habría recordado. Ella era sorprendentemente adorable, con una mandíbula fuerte y ojos café oscuro. Estaba seguro de que si la hubiese visto ahí….
— ¿Ha visto algo que le interese? —preguntó sin voltear a mirarme. Su tono era amable, pero la acusación no estaba lejos de la superficie.
Me había quedado con la mirada fija. No teníamos ni un minuto en la mesa y ya tenía mi codo en la mantequilla. —Le ruego me perdone. Pero soy un entusiasta observador de rostro y el suyo me llamó la atención.
Meluan se volteó hacia mí, con su irritación desapareciendo un poco. — ¿Es usted un turagior?
Los turagiores se jactaban de poder decirte tu personalidad o futuro por tu cara, ojos y la forma de tu cabeza. Sólo era una superstición Vintica, —Soy sólo un aficionado, madame.
— ¿De verdad? ¿Qué es lo que mi cara le dice, entonces? —Miró hacia arriba, lejos de mí.
Hice un espectáculo buscando las características de Meluan, tomando nota de su piel pálida y su cabello castaño artísticamente rizado. Su boca grande y roja sin la ayuda de ninguna pintura. La línea de su cuello era orgullosa y elegante.
Asentí. —Puedo ver un trozo de su futuro en ello, mi señora. — Una de sus cejas subió un poco—. Diga usted. —Va a recibir una disculpa en breve. Perdone a mis ojos, que revolotean como el Celanthis, de un lugar a otro. No podría alejarlos de su claro rostro floreado —Meluan sonrió, pero no se ruborizó. No era inmune a los halagos, pero no era ajeno a ella tampoco. Guardé ese pedacito de la información.

 —Eso fue una fortuna bastante fácil decir. — Dijo—.¿No ve otra cosa? —Me tomó un momento para buscar su rostro—. Otras dos cosas, mi señora. Me dicen que es Meluan Lackless y que estoy a su servicio. —Ella sonrió y me dio su mano para besarla. La sujeté y agaché la cabeza sobre ella.

En realidad no la besé, como hubiera sido adecuado de vuelta en la Mancomunidad , en lugar de eso presioné mis labios brevemente contra propio pulgar con el cual le tomaba la mano. En realidad, besarle la mano habría sido muy adelantado en esta parte del mundo. Nuestra broma fue detenida por la llegada de las sopas, cuarenta empleados las colocaron ante de los cuarenta invitados a la vez.

Probé el mío. ¿Por qué en nombre de Dios que alguien haría una sopa dulce? Comí una cucharada y fingí disfrutarlo.

 Por el rabillo del ojo, vi a mi vecino, un hombre pequeño, viejo que yo sabía que era el Virrey de Bannis. Su cara y sus manos arrugadas y manchadas, el cabello alborotado de un desordenado gris. Lo vi poner un dedo en su sopa sin una pizca de timidez, probarla y a continuación empujar el plato a un lado. Rebuscó en los bolsillos y abrió la mano para mostrarme lo que había descubierto.

—Siempre llevo una bolsa llena de almendras dulces para estas cosas—, dijo en un susurro cómplice, con los ojos tan astutos como un los de un niño. —Uno nunca sabe lo que van a tratar de darte de comer. —Él extendió su mano.

—Usted puede tomar una, si quiere. —Tomé uno, le di las gracias y desaparecí de su conciencia por el resto de la noche. Cuando miré hacia atrás unos minutos más tarde, estaba comiendo sin vergüenza de su bolsillo y peleando con su esposa acerca de si el personal podía hacer pan de bellotas. Por cómo sonaba, supuse que era una pequeña pieza de un argumento más amplio que habían tenido toda su vida. A la derecha de Meluan había una pareja de Yllish, conversando en su propia cadenciosa lengua.

Combinado con las decoraciones colocadas estratégicamente que hacía difícil ver a los invitados en el otro lado de la mesa, Meluan y yo estábamos más solos que si hubiéramos estado caminando juntos en los jardines.

El Maer había arreglado su asiento bien. La sopa fue quitada y reemplazada con un pedazo de carne que supuse que era faisán cubierto de una salsa de crema espesa. Me sorprendí al encontrarlo muy a mi gusto.

 —Entonces, ¿cómo cree que llegamos a estar emparejados? — preguntó Meluan conversacional. –Señor…
—Kvothe. —Hice una pequeña reverencia sentado—. Podría ser debido a que el Maer deseaba que usted estuviera entretenida y a veces soy divertido.
—Completamente—
—O podría ser porque pagué al camarero una increíble suma de dinero —Su sonrisa parpadeó mientras tomaba un vaso de agua. Disfruta de la audacia, me dije a mí mismo.

Me limpié los dedos y casi ponía la servilleta sobre la mesa, lo que habría sido un terrible error. Esa era una señal para eliminar todo lo que estaba siendo servido. Hecho demasiado pronto, implicaba una crítica silenciosa pero mordaz a la hospitalidad del anfitrión. Sentí una gota de sudor empezando a correr por mi espalda entre los omóplatos mientras yo deliberadamente doblaba la servilleta y la ponía en mi regazo.

—Entonces, ¿cómo se mantiene ocupado, Sr. Kvothe?— Ella no había preguntado mi trabajo, lo que significaba que asumió que era un miembro de la nobleza. Por suerte, yo ya había sentado las bases para ello.

—Escribo un poco. Genealogías. Una obra o dos. ¿Le gusta el teatro?

 —De vez en cuando. Depende.
— ¿Depende de la obra?
—Depende de los actores, — dijo ella, con una extraña tensión en la voz.

No lo habría notado si no la hubiera estado observando con tanta atención. Decidí cambiar el tema a uno menos delicado.

— ¿Cómo encontraste las calles de camino a Severen? — pregunté. A todos les gusta quejarse de las calles. Es un tema tan común como el del clima. —Escuché que hubo dificultades con los bandidos al norte—. Tenía la esperanza de despertar un poco la conversación. Entre más hablaba, mejor la conocía.

—Los caminos siempre están llenos de bandidos Ruh esta época del año, — dijo Meluan fríamente.

No eran sólo bandidos, eran bandidos Ruh. Lo dijo con tanta frialdad en su voz que me heló escucharlo. Ella odiaba a los Ruh. No el simple disgusto que la mayoría de la gente siente por nosotros, sino un odio verdaderamente profundo.

Me salvé de responder con la llegada de los pasteles fríos de frutas. A mi izquierda, el virrey hablaba de bellotas con su esposa. A mi derecha, Meluan partía lentamente un pastel de fresa a la mitad, su cara pálida como una máscara de marfil. Al ver sus uñas pulidas impecables partir el pastel, supe que pensaba en los Ruh.

***
Lentamente fui tranquilizando a Meluan, hablando despreocupadamente de cosas sin importancia. La elaborada cena duró dos horas, dándonos tiempo suficiente para hablar. Me pareció tal como Alveron había dicho: inteligente, atractiva y amable. Incluso el saber que ella odiaba a los Ruh no me impedía del todo disfrutar de su compañía.

Regresé a mi cuarto inmediatamente después de la cena y empecé a escribir. Para cuando el Maer vino a llamarme yo ya tenía tres borradores de una carta, el esbozo de una canción y cinco hojas llenas de notas y frases que esperaba usar después.

—Pase, su merced—. Alcé la vista mientras entraba. Difícilmente parecía el mismo hombre enfermo y tembloroso que yo había cuidado hasta que sanara. Había ganado un poco de peso y se veía cinco años más joven.

— ¿Qué opinas de ella? —dijo Alverón—. ¿Mencionó a algún pretendiente cuando hablaron?

—No, su merced —dije entregándole un papel doblado—. Aquí está la primer carta que querrás mandarle a ella. ¿Confío en que puedes encontrar una manera de entregársela en secreto?

 Lo desdobló y empezó a leerlo, moviendo los labios en silencio. Compuse otra línea para la canción, escribiendo los acordes junto a las palabras.

 Finalmente, el Maer miró hacia arriba. — ¿No crees que esto es algo excesivo? —dijo incómodamente.

—No—  Detuve mi escritura el tiempo suficiente para hacer un gesto con mi pluma hacia otro pedazo de papel. —Ese es demasiado. El que tiene en su mano es suficiente. Tiene una vena romántica en ella. Ella quiere que la hagan sentir en las nubes, aunque probablemente lo negaría.

 La expresión del Maer era todavía dudosa, así que me aparté de la mesa y dejé mi pluma. —Su merced, tenía razón. Ella es una mujer que vale la pena pretender. En unos días habrá una docena de hombres en los estados que con gusto la tomarían como esposa, ¿verdad?

 —Ya hay una docena aquí, —dijo gravemente. —Pronto habrá tres docenas.

—Agrega la otra docena que conocerá en la cena o caminando en el jardín. Y luego otra docena que la cortejará por el simple gusto de hacerlo.  De esas docenas, ¿cuántos le escribirán cartas y poemas? Le mandarán flores, baratijas, muestras de afecto. Pronto estará recibiendo un diluvio de atención. Tienes una mejor esperanza.

Apunté hacia la carta. —Actúa rápido. Esa carta captará su imaginación, su curiosidad. En un día o dos, cuando las otras notas saturen su escritorio, ella estará esperando la segunda de nuestra parte.

Pareció dudar un momento, luego inclinó sus hombros. — ¿Estás seguro?

 Asentí con la cabeza. —No hay certezas en esto, su alteza. Sólo esperanzas. Esa es la mejor que puedo darte.

Alverón dudó. —No sé nada sobre esto, — dijo con un rastro de petulancia—. Desearía que hubiese un libro de reglas que los hombres pudieran seguir—. Por un momento se vio como un hombre ordinario y para nada no como Maer Alverón.
La verdad, yo estaba más que ligeramente preocupado por mí. Lo que personalmente sabía sobre cortejar a las mujeres podía caber en un dedal y sin haber sacado primero el dedo.
Por el otro lado, tuve una gran riqueza en conocimientos secundarios. Diez mil canciones románticas, obras, e historias. Todo junto tenía que valer algo. Y por el lado negativo, había visto a Simmon perseguir a cada mujer a tres kilómetros a la redonda de la Universidad, con el mismo entusiasmo que tiene un niño al tratar de volar.
Además había visto a cientos de hombres hacerse añicos contra cual barcos tratando de ignorar la marea.

Alverón me miró, su rostro aún mostrando preocupación. — ¿Un mes será suficiente, que piensas?

Cuando hablé, me sorprendió la confianza de mi propia voz. — Su alteza, si no puedo ayudarlo a conquistarla en un mes, entonces no puede ser hecho.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Capitulo 66


Bueno ahora toca este capitulo traducido por Arispell!!! :D
Lo quise subir primero que el pack, bueno pues lean n_n

Capítulo 66
Al alcance de la mano

Mas tarde, esa noche me senté solo en lo que supuse seria mi habitación de vestuario. O tal vez mi salón de estar. Honestamente, no estaba completamente seguro de cual era la diferencia.
Me sorprendí de encontrar que me gustaban un montón mis nuevas habitaciones. No por el espacio extra. No porque tenían una mejor vista del jardín. No porque las incrustaciones en el piso de mármol fuesen mas placenteras al ojo. Ni siquiera porque la habitación tenia su excepcionalmente bien equipado bar, aunque eso era agradable.
No. Mis nuevas habitaciones eran placenteras porque tenían algunas sillas blandas sin brazos, que eran perfectas para tocar mi laúd. Es incomodo tocar por un largo plazo de tiempo en sillas con reposa brazos. En mis previas habitaciones, yo usualmente terminaba sentado en el piso.
Decidí nombrar a la habitación con las buenas sillas como Lauderio. O tal vez mi escenario. Necesitaría un momento para llegar adecuadamente a un nombre pretencioso.
No es necesario decirlo, pero yo estaba satisfecho con el reciente giro de los eventos. Como forma de celebración, abrí una botella de un fino y oscuro vino Feloriano, relajado, y saque mi laúd.
Comencé rápido y preciso tocando a mi manera “Tintatatornin” para calentar mis dedos. Entonces toque suave y calmado por un tiempo, lentamente reacostumbrándome a mi laúd. En el tiempo que ya llevaba tocando como media hora, me levante y mi música era suave como un gato al calentarse al sol.
Ahí fue cuando escuche el ruido tras de mi. Me detuve en un rasgueo de notas y salte sobre mis pies, esperando a Caudicus, o los guardias, o algún otro problema mortal.
Lo que encontre fue al Maer, sonriendo una sonrisa abrasadora, como la de un niño que recién ha jugado una broma. — ¿Confío en que tus nuevas habitaciones son de tu agrado?
Me recompuse e hice una pequeña reverencia. —Son por mucho de mi gusto, su merced.
—Es una pequeña retribución, considerando mi deuda hacia ti —dijo Alveron. Se sentó en un asiento cercano e hizo un gracioso gesto indicando que debía sentirme libre de sentarme. — ¿Que fue eso que estabas tocando?
Yo regrese a mi silla. —No era propiamente una canción, su merced. Estaba solo tocando.
El Maer alzo una ceja. — ¿Fue de tu propia imaginación? —Yo asentí y él se movió hacia mí—. Lamento haberte interrumpido. Por favor, continua.
— ¿Qué le gustaría escuchar su merced?
—Tengo un buen reporte que dice que a Meluan Lackless le gustan la música y las palabras dulces —dijo—. Algo de esa línea.
—Hay muchos tipos de dulzura, su merced” —dije—. Toque la apertura de “El sostén violeta.” Las notas salían suaves y dulces y tristes. Entonces cambie a “La canción de Savien” —mis dedos se movían rápidamente a través de los complejos acordes, haciendo sonar cada acorde tan duro como era.
Alveron asintió para si mismo, su expresión volviéndose mas satisfecha a medida que escuchaba. — ¿Y tú también puedes componer?
Yo asentí calmadamente. —Puedo, su merced. Aunque toma tiempo hacer las cosas apropiadamente.
— ¿Cuánto tiempo?
Yo me encogí de hombros. —Un día, o dos, o tres. Dependiendo del tipo de canción que desee. Las cartas son más fáciles.
El Maer se movió hacia delante. —Me place que el orgullo de Threpe no sea exagerado. —dijo—. Admitiré que te moví a estas habitaciones con más que gratitud en mente. Un pasadizo las conecta con mis propias habitaciones. Necesitaremos encontrarnos frecuentemente para discutir mi cortejo,
—Hay que probar ser más conveniente, su merced —dije, entonces escogí mis palabras cuidadosamente—. He aprendido la historia de su familia, pero eso solo servirá para empezar a cortejar a una mujer.
Alveron se rió entre dientes. —Tú debes tomarme por tonto —dijo gentilmente—. Yo sé que necesitaras conocerla. Ella estará aquí en dos días, de visitas con un anfitrión de otra casa noble. Yo he declarado un mes de festividades para celebrar el alejamiento de mi larga enfermedad.
—Inteligente —lo complemente.
El se encogió de hombros. —Arreglare algo para acercarlos a ustedes dos. ¿Hay algo que requieras para la práctica de tu arte?
—Un generoso monto de papel debiese bastar, su merced. Tinta y plumas.
— ¿Nada más que eso? He escuchado historias de poetas que necesitan ciertas extravagancias para dirigirlos en su composición. —El hizo un gesto inarticulado—. ¿Un tipo específico de bebida o un escenario? He escuchado de un poeta, famoso en Renere, que tiene un baúl de manzanas podridas que mantiene al alcance de la mano. Cuando su inspiración le falla, el lo abre y respira los vapores que emiten.
Yo me reí. —Yo soy un músico, su merced. Deje a los poetas con su traqueteo de huesos supersticiosos. Todo lo que necesito es mi instrumento, dos buenas manos y algo de conocimiento de mi objetivo.
La idea parecía aproblemar a Alveron. — ¿Nada que dirija tu inspiración?
—Sería su autorización a vagar libremente por los estados y Severen Bajo a mi voluntad, su merced.
—Por supuesto.
Me encogí de hombros. —En ese caso, tengo todo lo que necesito para alcanzar fácilmente la inspiración.



Yo apenas había puesto el pie en la calle de los hojalateros cuando la vi. Con toda la búsqueda infructuosa que había hecho los últimos meses, parecía extraño encontrarla tan fácilmente ahora.
Denna se movió a través de la multitud con lenta gracia. No la rigidez que pasa por gracia en los asuntos de corte, si no que un ritmo natural de movimiento. Un gato no piensa en estirarse, se estira. Pero un árbol ni siquiera hace esto. Un árbol simplemente se mece sin el esfuerzo de moverse. Así es como ella se movía.
Yo la alcance tan rápidamente como pude sin atraer su atención. —Me disculpa, señorita.
Ella se giro. Su cara se ilumino al verme. — ¿Si?
—Yo normalmente no me acercaría a una mujer de esta forma, pero no pude evitar notar que tiene los ojos de una dama de la cual me enamore desesperadamente una vez.”
—Qué vergüenza que solo haya amado solo una vez —dijo, mostrando sus blancos dientes en una encantadora sonrisa—. Yo he escuchado que algunos hombres pueden enamorarse dos veces o incluso más.
Yo ignore su burla. —He sido tonto solo una vez. Nunca amare de nuevo.
Su expresión se suavizo y apoyo su mano suavemente en mi brazo. “—Pobre hombre. Ella debe haberte herido terriblemente.
—Es cierto, me hirió de más de una forma.
—Pero tales cosas son esperables —dijo con la mayor naturalidad—. ¿Cómo podría una mujer ayudar sin amar a un hombre tan golpeado como usted?
—No lo sé —dije modestamente—. Pero pienso que no puede, porque ella me atraparía con una sutil sonrisa, entonces se escabulliría sin decir palabra. Como el rocío a la pálida luz del amanecer.
—Como un sueño al despertar —agrego Denna con una sonrisa.
—Como una doncella encantada deslizándose entre los árboles.”
Denna estuvo callada por un momento. —Ella debe haber sido verdaderamente maravillosa, para atraparte tanto —dijo, mirándome con ojos serios.
—Ella estaba más allá de cualquier comparación.
—OH, vamos. —Su ánimo cambio a jovial—. Todos sabemos que cuando las luces se apagan todas las mujeres son del mismo peso” Ella se rió ásperamente y me abrazo con un codo.
—No es cierto —dije con firme convicción.
—Bien —dijo lentamente—. Supongo que tendré que tomar tu palabra al respecto. —Ella volvió a mirarme—. Tal vez con tiempo puedas convencerme.
Yo mire en sus profundos ojos café. —Esa ha sido siempre mi esperanza.
Denna sonrió y mi corazón brinco en mi pecho. —Mantenla.  —Ella deslizo su brazo dentro de la curva del mío y se paró a mi lado—. ¿Por qué sin esperanza que nos queda?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Capitulo 65

Holaaa, bueno primero que nada este capitulo tambien fue traducido por El profesor Furia!! :)
Por segunda cosa ya se habran dado cuenta de que siempre aun no subo el pack, bueno el caso es que creo que ya sera por regla que los domingos cuide a mi sobrinito asi que bueno eso me mantuvo ocupada la mayor parte del tiempo.
Y por ultimo este capitulo es geniaal, nosee creo que es de los que te dejan algo :) okas, que lo disfruten n__n


Capitulo 65
Un Juego Hermoso
Al día siguiente mis escasas pertenencias fueron movidas a habitaciones que el Maer estimo más adecuados para alguien firmemente en su favor. Eran cinco de ellos en total, tres con ventanas con vista al jardín.
Fue un gesto bonito, pero yo no pude dejar de pensar en la idea de que estas habitaciones estaban aún más lejos de las cocinas.
Mi comida estaría fría como una piedra para cuando llegara conmigo
Yo apenas tenía allí una hora cuando un mensajero llegó cargando el anillo de plata de Bredon  y una tarjeta que leyó:
“En tus gloriosas habitaciones nuevas. ¿Cuándo?”
Volteé la tarjeta y escribí: "Tan pronto como usted quiera," y envié al chico de regreso.
Coloqué el anillo de plata en una bandeja en mi cuarto de estar. El tazón tenía dos anillos de plata brillando intensamente entre el hierro.
Abrí la puerta para ver los ojos oscuros de Bredon  mirando con atención retraídamente hacia mí desde el halo de su blanca barba y pelo. Él sonrió y se inclinó de modo respetuoso, con su bastón bajo un brazo. Le ofrecí un asiento, luego me disculpe atentamente y le deje solo en el cuarto de estar por un momento, así era como se debía hacer.
Apenas había atravesado la puerta cuando oí su risa enriquecedora viniendo del otro cuarto, — ¡Oiga, oiga! —Dijo él—. ¡Esto es algo interesante!
Cuando regresé, Bredon estaba sentado frente al tablero de tak sosteniendo los dos anillos que recientemente había recibido de Stapes. —Este es ciertamente un giro interesante en los acontecimientos, —dijo él—. Aparentemente juzgué mal las cosas ayer cuando mi mensajero fue alejado de su puerta por un guarda verdaderamente hosco.
Le sonreí abiertamente. —He tenido un par de días interesantes, —dije.
Bredon acaricio su barbilla y se rió ahogadamente, viéndose aún más retraído de lo normal. —Analicemos esto, —dijo él, tomo en sus manos el  anillo de plata—. Esto realmente nos dice ya mucho. Sin embargo… esto. . . —Él gesticuló sobre el anillo blanco con su bastón.
—Esto, es algo mucho más. . . ."
Lleve una silla frente a él. —Seré franco con usted, —dije—. Solo puedo imaginar de que esta hecho, ya no digamos lo que signifique.
Bredon arqueó la ceja. —Eso es verdaderamente muy franco.
Me encogí de hombros. —Siento algo más segura mi posición aquí, —admití—. Tanto que puedo ser un poco menos precavido con las personas que han sido amables conmigo.
Él se rió ahogadamente otra vez mientras colocaba el anillo de plata sobre la junta. —Cierto, —dijo él—. Puedo ver eso. —Él recogió el anillo blanco—. Sin embargo no es extraño que usted no sepa acerca de esto.
—Siempre pensé que solamente había tres tipos de anillos, —dije.
—Y así es la mayor parte de las veces, —dijo Bredon—. Pero el ofrecimiento de anillos se ha hecho en muchas circunstancias. La gente común lo ha estado haciendo mucho tiempo antes de que fuera un juego para la nobleza. Y aun cuando Stapes puede respirar el mismo extraño aire que el resto de nosotros, su familia es sin lugar a dudas común.
Bredon volvió a poner el anillo  encima de la junta y plegó sus manos sobre él. —Esos anillos fueron creados con cosas ordinarias que cualquier persona podía encontrar a mano. Un amante joven podría dar un anillo de pasto fresco y verde a alguien a quien este cortejando. Un anillo de cuero promete un servicio, y de ahí en adelante.
— ¿Y un anillo de Cuerno?
—Un anillo de cuerno muestra una enemistad, —Dijo Bredon—. Poderosa y duradera enemistad.
—Ah, —dije, algo sorprendido—. Ya veo.
Bredon sonrió y sostuvo en alto el pálido anillo contra la luz. —Excepto que esto, —dijo él—, No es cuerno. El grano está mal, Y Stapes nunca daría un anillo de cuerno junto con uno de plata. —Él negó con la cabeza—. No. A menos que este muy equivocado en mi suposición, éste es un anillo de hueso. —Él me lo dio.
—Maravilloso, —dije sombríamente, volteándolo en mis manos—. ¿Y eso qué quiere decir? ¿Que él me apuñalara el hígado y me dejara tirado debajo de un pozo seco?
—Bredon me lo dio con una ancha y cálida sonrisa—. Un anillo de hueso indica una deuda profunda y duradera.
—Ah ya veo. —Lo froté entre mis dedos—. Debo decir que prefiero merecer un favor.
—No simplemente un favor, —dijo Bredon—. Tradicionalmente, un anillo como este era cortado directamente del hueso de un familiar difunto. —Él arqueó la ceja—. Y aunque dudo  que ese sea realmente el caso, eso nos deja claro el punto.
Miré hacia arriba, todavía ligeramente deslumbrado por todo eso. — ¿Y el punto es?
—Que estas cosas no se entregan a la ligera. Eso ya no forma parte de los juegos de la clase acomodada y no es el tipo de anillo que usted debería exhibir. —Él me dio una mirada—. Si yo fuera usted, lo guardaría en una caja fuerte.
Me lo metí en el bolsillo cuidadosamente. —Usted ha sido de mucha ayuda —le dije. Desearía poder pagar.
El estiró una mano, cortándome en medio de la frase. Entonces moviéndose con mucho cuidado y solemnemente, apunto su dedo hacia abajo, hizo un rápido movimiento y raspo con sus nudillos la superficie del tablero de Tak.
Sonreí y saque las piedras.
—Pienso que finalmente estoy empezando a comprender el juego, —Dije una hora después de haber perdido con un margen muy pequeño.
Bredon alejo un poco su silla de la mesa con una expresión de aversión, —No, —dijo él—más bien al contrario. Usted tiene las bases, pero está perdiendo completamente de vista el punto.
Yo comencé a acomodar las piedras. —El punto es que finalmente estuve cerca a vencerlo esta última vez.
—No, —Dijo Bredon—, Eso no es así para nada, el Tak es un juego sutil. Esa es la razón por la que paso por tantos problemas para encontrar con quien jugar. Ahora mismo usted lo está jugando como un completo ladronzuelo. Si acaso eres peor que como hace dos días.
—Admítalo —le dije—. Casi le he ganado en esta última vez.
Él solamente miró con un ceño y señaló imperiosamente la mesa.
Me puse a ello de buena gana, sonriendo y emocionado, seguro de que ahora si finalmente le ganaría.
Pero nada pudo estar más lejos de la verdad. Bredon puso sus piedras cruelmente, sin un respiro ni una vacilación entre sus movimientos. Me hizo pedazos tan fácilmente como puedes romper una hoja de papel por la mitad.
El juego había terminado tan rápido que me quito el aliento.
—Otra vez, —dijo Bredon, con una nota de orden en su voz que nunca le había escuchado.
Traté de concentrarme, pero el siguiente juego fue peor. Me sentí como un perrito oponiéndose a un lobo. No. Fui un ratón en la misericordia de un búho. No hubo siquiera la pretensión de una pelea. Todo lo que podría hacer era  correr.
Pero yo no podía correr  lo suficientemente rápido. Este juego termino aún más rápido que el anterior.
—Otra vez, —él exigió.
Y jugamos otra vez. Esta vez, no fui incluso una criatura. Bredon fue tranquilo  y desapasionado como un carnicero con un  cuchillo deshuesante. El juego duró casi lo mismo que toma destripar y deshuesar un pollo.
Al final Bredon frunció el ceño y sacudió sus manos enérgicamente para ambos lados de la junta, como si él acabara de habérselas lavado y estuviera tratando de secárselas al aire.
—De acuerdo, —dije, reclinándose en mi silla—. Entiendo su punto, usted estaba siendo suave conmigo".
—No, —dijo Bredon con una apariencia sombría—. Eso está muy lejos de lo que quiero enseñarle.
— ¿Entonces qué?
—Estoy tratando de hacerle entender el juego, —dijo él—. El juego entero, no sólo lo trivial de acomodar las piedras. El punto no es jugar tan rigurosamente como puedas. El punto es ser atrevido. Ser peligroso. Ser elegante.
Él golpeó ligeramente a la junta con dos dedos. —Cualquier hombre que sea medianamente despierto puede divisar una trampa que colocaron para él. Pero verla y ser atrevido tanto como hacer un plan para regresar esa trampa, eso es maravilloso. —Él sonrió sin perder ese aspecto siniestro en su cara—. Para tender una trampa y saber que alguien entrará cauteloso, preparado con otro truco el también y ganarle. Eso es dos veces maravilloso.
La expresión de Bredon se suavizo. Y su voz se convirtió casi en un susurro. —El Tak refleja el sutil cambio del mundo. Es un espejo que sostenemos ante la vida, nadie gana en un baile chico, el punto de bailar es el movimiento que el cuerpo hace. Un buen juego de Tak revela el movimiento de una mente. Hay belleza en esas cosas para aquellos con ojos para verla.
El hizo gestos ante el pequeño y brutal conjunto de piedras entre nosotros, —Mire eso, ¿Porque habría yo de querer alguna vez ganar un juego como este?
Miré hacia abajo en el tablero. — ¿El punto no es ganar? —Pregunté.
—El punto, —dijo Bredon grandilocuente, es jugar un juego hermoso. —Él levantó sus manos y se encogió de hombros, su rostro rompiéndose en una sonrisa beatífica—. ¿Por qué querría ganar en cualquier cosa que no fuera un juego hermoso?

sábado, 24 de septiembre de 2011

Capitulo 64

Felizmente aqui tenemos este capitulo traducido por el Profesor Furia!! un traductor nuevo, el tenia asignado el 65 y yo ya estaba haciendo este pero él en la mañana me mando los dos capitulos juntos por que vio que faltaba este tambien :D esta bastante largo, bueno no les digo mas n__n
Ohhh siiii ya mañana subire el pack de capitulos, no saben lo increiblemente tedioso que es poner guiones despues de algunos cientos de paginas :P
 
Capítulo 64
Vuelo

Aunque ninguna familia puede tener en su haber un pasado verdaderamente tranquilo, los Lacklesses han sido especialmente maltratados con la desgracia. Algunas de ellas desde afuera: El asesinato, la invasión, la rebelión campesina, y el robo. Más
Fuerte es aquella desgracia que viene desde el interior: ¿Cómo puede una familia prosperar cuando el heredero mayor abandona todo deber familiar? No por nada son a menudo designados los "Luckless" traducido como sin suerte, por sus detractores.
Parece un testamento para la fuerza de su sangre que ha sobrevivido a todo durante tanto tiempo. Ciertamente, de no ser por el ardor de Caluptena, podríamos poseer registros rastreando a la familia Lackless lo suficientemente lejos para que ellos puedan rivalizar en su antigüedad con la línea real de Modeg. . . .


Tire el libro sobre la mesa en una manera que habría hecho al Maestro Lorren escupir sangre. Si el Maer pensaba que ese tipo de información era suficiente para comprender a una mujer, él estaba en más necesidad de mi ayuda de lo que él pensaba.
Pero así como estaban las cosas, yo dudaba de que el Maer me fuera  a solicitar ayuda con cualquier cosa, mucho menos con algo tan importante como su corte. Ayer él no me había llamado a sus habitaciones para nada.
Yo estaba claramente fuera de su favor. Y había sentido que Stapes tenía algo que ver con eso. Tomando en cuenta lo que había visto hacía dos noches en la torre de Caudicus. Era más que obvio que Stapes era parte de la conspiración para envenenar al Maer.
Aunque eso significara que tenía que pasar el día atrapado en mis habitaciones, me quede ahí donde estaba, sabía bien que no podía amenazar la ya de por si baja opinión que Alveron tenía sobre mi aproximándome a él sin haber sido invitado primero.
Una hora antes del almuerzo el vizconde Guermen se detuvo en mis habitaciones con unas pocas páginas de chisme escrito a mano, él también trajo un mazo de cartas, aparentemente pensando en tomar una página del libro de Brendon. El ofreció a enseñarme como jugar Trush y como yo apenas estaba aprendiendo el juego. Accedí a jugar por la miserable cantidad de un bit de plata por mano.

El Cometió el error de dejarme barajar y salió con un poquito de prisa después de que le gane dieciocho  manos seguidas. Yo pienso que pude haber sido más sutil. Podría haberlo manejado como a un pez en un acuario y hacer que el me apostara por la mitad de sus tierras, pero no estaba de humor para ello. Mis pensamientos no eran agradables y prefería estar solo con ellos.

Una hora después del almuerzo, decidí que no ya no estaba interesado en ganarme el favor con el Maer. Si Alveron quería confiar en sus sirvientes traicioneros, ese era su problema. Estaría maldito si iba a desperdiciar un minuto más sentado esperando en mi cuarto como un perro amarrado.
Me eche encima mi capa, agarre mi estuche de laúd y me decidí a dar un paseo por la calle Tinnery. Si el Maer me necesitaba mientras yo estaba afuera, él podía muy bien dejar una jodida nota.
Ya iba a mitad del camino hacia  el pasillo cuando vi a un guarda de pie atendiendo fuera de mi puerta. Él era uno de la guardia de Alveron. Vestido en zafiro y marfil.
Estábamos parados por un momento, sin movernos. No había ningún sentido en preguntar si él estaba ahí por mí. La mía era la única puerta en seis metros a la redonda. Lo vi a los ojos — ¿Y tú eres?
—Jayes, Señor
Por lo menos todavía era tratado como “Señor”. Eso valía algo. — ¿Y tú estás aquí porque….?
—Estoy para acompañarle si usted quiere salir de su habitación, Señor
—Bien” —Me regrese a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí.
Fueron esas órdenes de Alveron o de Stapes? En realidad no importaba.
Me salí por mi ventana, hacia el jardín, de ahí al pequeño arroyuelo, detrás de un seto. Y hasta arriba en la sección de la pared decorativa de piedra. Mi capa de Borgoña no era el mejor color para moverme subrepticiamente en el jardín pero funciono muy bien por el color rojo del tejado.
Después que hice mi camino hasta el techo de los establos, a través de un henar y atrás de una puerta de un molino sin usar. De ahí era solo cosa de saltar la cerca y ya estaba fuera de los terrenos del Maer. Simple.
Me detuve en doce posadas en la calle Tinnery antes de encontrar en el que Denna se estaba quedando. Ella no estaba, así que continúe a lo largo de la calle, manteniendo mis ojos abiertos y confiando en mi suerte.
La vi una hora después. Ella estaba de pie a la orilla de una multitud. Mirando en una esquina una producción de, créalo o no, “Tres Peniques por Desear”
Su piel era más oscura de la que la había visto la última vez en la universidad, bronceada de viajar y ella tenía un vestido de cuello alto a la moda local. Su cabello oscuro caía lacio por su espalda, todo excepto un mechón único que le colgaba cerca de su cara.
Atrape sus ojos justo cuando Ortiga Muerta grita su primera línea en la obra:

¡Tengo curas para aquello que le aflige!
¡Mis mercancías nunca le fallan!
¡Tengo pociones por peniques, con resultados garantizados!
Así que si usted tiene un corazón lastimado,
O no puede mantener sus piernas fuera,
Venga directamente a mi carro
¡Encontrara lo que anda buscando!


Denna sonrió cuando me vio. Podríamos habernos quedado para la obra, pero ya conocía como terminaba.

***

Horas más tarde, Denna y yo comíamos uvas dulces vinticas a la sombra de La Pendiente. Algún industrioso  cantero había cortado en rodajas un nicho poco profundo en la piedra blanca del acantilado, haciendo asientos suaves de piedra. Eso fue un lugar acogedor que habíamos descubierto mientras caminábamos sin rumbo fijo por la ciudad. Estábamos solos y sentí  que era el hombre más afortunado en el mundo.
Mi único arrepentimiento era que no tenía su anillo conmigo. Podría haber sido el regalo perfecto y no esperado para dársela en nuestro encuentro no esperado. Peor aún, ni siquiera podía decirle a Denna sobre él, porque si lo hiciera estaría forzado a admitir que lo había utilizado como colateral para mi préstamo con Devi.

—Tu pareces estarlo haciendo relativamente bien por ti mismo —dijo Denna, Acariciando el filo de mi capa entre sus dedos—. ¿Has dejado la vida de los libros?”
—Me tomo unas vacaciones —le dije—. Ahora mismo estoy asistiendo al Maer Alveron con una o dos cosas
Sus ojos se abrieron apreciativamente. —Cuéntame
Mire  hacia otro lado incómodamente. —Me temo que no puedo, Cosas muy delicadas y todo eso —Me aclare la garganta y trate de cambiar el tema—.  ¿Y que hay contigo? Tú también parece que lo estás haciendo muy bien por ti misma —Acariciando con dos dedos a lo largo de la costura que decoraba el cuello alto de su vestido.
—Bueno, no estoy rozando codos con el Maer —dijo, haciendo un exagerado gesto de deferencia hacia mí—. Pero como he mencionado en mis cartas, Yo…
— ¿Cartas?, —pregunte—. ¿Tú has enviado más de una?
Ella afirmo, —Tres desde que me fui —dijo—. Estaba a punto de comenzar la cuarta, pero tú me has ahorrado el trabajo.
—Solo tengo una —le dije.
Denna se encogió. —Prefiero decírtelo en persona de cualquier manera, —ella hizo una pausa dramática—. Finalmente he conseguido mi Mecenazgo formal.
— ¿En serio? —le dije complacido—. ¡Denna, esas son noticias maravillosas!
Denna sonrió con orgullo. Sus dientes blancos contra la luz que despedía su rostro. Sus labios, como siempre, eran rojos sin necesidad de ningún cosmético.
— ¿Él es parte de la corte, aquí en Severen? —le pregunte—. ¿Cómo se llama?
El rostro de Denna se sumió en una mirada seria, una sonrisa confusa apareció en su boca. —Tú sabes que no puedo hablarte de eso —me dijo—, tú sabes que tan celosamente guarda su privacidad.
Mi alegría se me salió, dejándome frio. —Oh no. Denna, ¿no es el mismo tipo de antes o sí? ¿El que te envió a que tocaras en aquella boda en trebon?”
Denna pareció desconcertada. —Claro que sí es, No te puedo decir su verdadero nombre. ¿Cómo era que tú lo llamabas antes? ¿Maese Olmo?
—Maese Fresno —le dije y sentí como un puñado de cenizas en mi garganta mientras lo decía— ¿Por lo menos sabes su verdadero nombre? ¿Acaso él te ha dicho tanto como eso antes de que firmaras?
—Yo espero saber su verdadero nombre —comento ella pasándose una mano por el cabello. Cuando sus dedos tocaron un nudo, ella pareció sorprendida de encontrarlo y rápidamente comenzó a desenredarlo, sus hábiles dedos suavizándolo—. Incluso si no  ¿Cuál es la diferencia? Todos tienen secretos Kvothe. No estoy particularmente interesada en saber cuáles son los de él, mientras que continúe dándome lo que me corresponde. Él ha sido muy generoso.
—No es solo que sea secretivo Denna, —Proteste—. Por la manera en que me lo has descrito, yo diría que él es un paranoico o está metido en negocios muy peligrosos.
—No sé porque estas llevando tanta cautela acerca de él
No podía creer que ella dijera eso. —Denna, él te golpeo hasta dejarte sin sentido.
Ella se quedó muy quieta —No —su mano fue al pequeño moretón casi desaparecido en su mejilla—. No, él no lo hizo. Te lo dije, me caí mientras montaba. El estúpido caballo no podía diferenciar un palo de una serpiente.
Me pase la mano por la cara. —Estoy hablando de la última vez en Trebon.
La mano de Denna se dirigió a sus piernas en un gesto de descuido, tratando de jugar con el anillo que no estaba ahí. Me miro, su expresión en blanco. — ¿Cómo es que tú sabes eso?
—Tu misma me lo contaste. Esa noche en la montaña, esperando a que llegara el draccus.
Ella miro hacia abajo, pestañeando —Yo… Yo no recuerdo haber dicho eso.
—Estabas un poco ida en ese tiempo —le dije gentilmente—. Pero lo hiciste, me contaste todo. Denna tu no deberías estar con alguien como él, cualquiera que haga lo que el…
—Él lo hizo por mi propio bien —dijo ella. Sus ojos oscuros empezando a brillar con coraje— ¿Te dije eso entonces?
Ahí estaba yo, sin un rasguño y todos los demás en la boda estaban muertos como el cuero. Tu sabes cómo son los pueblos pequeños, incluso después de que me encontraron inconsciente ellos pensaron que yo tuve algo que ver con eso, tú lo recuerdas
Baje mi cabeza y la acaricie un poco preocupado por su terquedad. —No lo creo. Tuvo que haber habido otra manera para arreglar la situación. Yo habría encontrado otra manera.
—Bueno, creo que no todos podemos ser tan listos como tú —dijo ella.
—El ser listo no tiene nada que ver con eso —dije casi gritando— ¡Él pudo haberte llevado con él!  ¡Él pudo haberse quedado contigo y declarar a tu favor!
—Él no podía dejar que nadie supiera que él estaba ahí —Dijo Denna—. Él dijo…..
—Él te golpeo —Y mientras lo dije sentí una terrible furia recorrerme por dentro, no era esa furia caliente, como a veces mis explosiones de temperamento solían ser. Esto era diferente, tranquila y fría y tan pronto como la sentí, comprendí que había estado dentro mío por mucho tiempo, cristalizando como un roció lentamente congelándose durante una larga noche de invierno.
—Él te golpeo —dije otra vez y pude sentirla dentro de mí, un sólido bloque de odio congelado—. Nada que tú digas podrá cambiar eso. Y si alguna vez lo veo, estoy más propenso a clavarle un cuchillo que a darle un apretón de manos.
Denna me miro hacia arriba y entonces la irritación se fue de su rostro. Ella me dio una mirada llena de dulzura y de piedad. Era el tipo de mirada que le das a un cachorro cuando gruñe, sintiéndose terriblemente fiero. Ella puso su mano gentilmente a un lado de mi rostro y me sentí sonrojado y caliente, de pronto avergonzado de mi propio melodrama.
— ¿Podríamos no discutir sobre esto? —Pregunto ella — ¿Por favor? ¿No hoy? ha pasado tanto tiempo desde que te he visto…
Decidí que podía dejarlo pasar en vez de tomar el riesgo de alejarla. Yo sabía que pasaba cuando otros hombres la presionaban mucho. —Eso es justo —dije—, por ahora. ¿Puedes por lo menos decirme que clase de cosas tu mecenas quiere que hagas para traerte aquí?
Denna se inclinó hacia atrás en su asiento y dibujando una enorme sonrisa —Lo siento, asuntos delicados y todo eso —me dijo ella arremedándome.
—No seas así —proteste—. Yo te lo diría si pudiera pero el Maer valora su privacidad muy elevadamente.
Denna se inclinó hacia mí y puso su mano sobre la mía. —Pobre Kvothe. No es por despecho que hago esto. Mi mecenas es por lo menos tan privado como el Maer. Él ha dejado muy claro que las cosas se podrían poner muy mal si alguna vez nuestra relación se vuelve pública. Él es muy enfático sobre ello —Su expresión se había puesto seria—. Es un hombre muy poderoso —Pareció que iba a decir más y entonces se detuvo.
A pesar de que no quería, tuve que entenderla. Mi reciente roce con la furia del Maer me había enseñado a ser cauto — ¿Qué es lo que puedes decirme sobre él?
Denna golpeo con sus dedos sus labios pensativamente —Él es sorpresivamente muy buen bailarín. Creo que puedo decir eso sin traicionar nada, él tiene mucha gracia. —Dijo ella y entonces rio ante mi expresión—. Estoy haciendo algo de investigación para él.  Mirando entre genealogías viejas e historias. Él está ayudándome a escribir  un par de canciones si es que quiero labrarme un nombre por mí misma —Ella se detuvo un momento, luego movió su cabeza diciendo—. Creo que eso es todo lo que puedo decir.
— ¿Alguna vez podré oír esas canciones una vez las termines?
Ella me dio una sonrisa tímida —Creo que eso se puede arreglar —ella salto sobre sus pies y me jalo del brazo para levantarme—. Suficiente charla. Ven y camina conmigo.
Le sonreí, su entusiasmo era tan contagioso como el de un niño. Pero cuando ella me jalo con su mano, dejo salir un pequeño gemido. Tocándose y apretando una de sus manos a su costado.
Estaba de pie junto a ella en un segundo — ¿Qué es lo que pasa?
Denna se encogió de hombros y me dio una tímida sonrisa, sosteniendo su brazo cerca a sus costillas. —Mi caída —dijo ella—. Ese estúpido caballo, me da una punzada de dolor cuando lo olvido y me muevo muy rápido.
— ¿Alguien te ha revisado?
—Es solo un moretón, —dijo ella— Y ser revisada por un doctor es algo que no puedo permitirme, no confiaría en nadie para tocarme.
— ¿Y que hay con tu mecenas? —pregunte—. Seguramente él podría arreglar algo.
Ella se enderezo lentamente. —Realmente no es un problema. —Levanto los brazos sobre su cabeza e hizo una rápida danza, entonces lanzo una carcajada ante mi expresión tan seria —No más platica de cosas secretas por ahora. Ven conmigo caminemos. Cuéntame algún chisme secreto y espeluznante de la corte del Maer.
—Muy bien —dije mientras comenzamos a caminar—. He escuchado que el Maer está maravillosamente recuperado de una larga enfermedad.
—No eres muy buen esparcidor de rumores, —dijo ella— Eso todo mundo lo sabe.
—El barón Bramston jugó una mano desastrosa de faro la noche pasada.
Denna movió sus ojos  —Eso es aburrido.
—La condesa DeFerre perdió su virginidad mientras se encontraba atendiendo una actuación de Daeonica.
—Oh, —Dena levanto su mano a su boca, sofocando una carcajada — ¿En serio?
—Ella ciertamente no la tenía con ella después de la obra —Dije en una voz susurrante—. Pero resultó que simplemente la había dejado olvidada en sus habitaciones. Así que fue más bien extraviada y no realmente perdida. Los sirvientes la encontraron dos días después cuando limpiaban. Resultó que se había caído debajo de un armario.
La expresión de Denna se volvió indignada —No puedo creer que te haya creído —Ella me lanzo un manotazo. Y volvió a hacer una mueca. Aguantando la respiración entre sus dientes.
—Sabes —le dije suavemente—. He sido entrenado en la universidad. No soy un Medico. Pero la medicina que conozco es buena, podría echarte una ojeada.
Ella me miro por un largo rato. Como si no supiera que pensar de mi oferta —Creo —dijo ella al final—. Que esa puede ser la manera más circunspecta en que cualquiera haya tratado de hacer que me desnude.
—Yo… —sentí como me sonrojaba salvajemente—. Yo no quise decir…
Denna se rio con mi preocupación —Si yo dejara que alguien jugara al doctor conmigo, ese serias tú, mi Kvothe. —Dijo ella—. Sin embargo no podrá ser ahora —Ella entrelazo su brazo al mío y continuamos nuestro paseo por la calle— yo sé lo suficiente como para cuidar de mi misma.

***

Regrese a los terrenos del Maer horas después, tomando una ruta directa en vez de trepar por entre los tejados. Cuando llegue al pasillo que se dirigía a mis habitaciones encontré dos guardas de pie ahí cuidando, en vez del único que había estado esperándome antes. Me imagine que ya habían descubierto mi escape.
Incluso eso no disminuyo mi felicidad por mucho. Porque el tiempo que había pasado con Denna hacia que me sintiera  muy por encima de cualquiera. Mejor todavía. Ya habíamos quedado de vernos mañana para ir a montar. Tener un lugar y una hora específica para encontrarla era algo completamente inesperado en lo que concernía a Denna.
—Buenas noches caballeros —dije mientras caminaba por el pasillo— ¿Algo interesante ha pasado mientras estaba afuera?
—Usted debe ser confinado a sus habitaciones, —Dijo Jayes rudamente. Me di cuenta que no me había dicho “Señor” esta vez.
Detuve mi mano en el pomo de la puerta — ¿Usted perdone?
—Usted debe mantenerse dentro de sus habitaciones hasta que tengamos nuevas órdenes. —Dijo—. Y uno de nosotros debe mantenerse con usted todo el tiempo.
Sentí que mi temperamento explotaba — ¿Y acaso Alveron sabe sobre esto? —pregunte afiladamente.
Ellos se miraron uno al otro no muy seguros.
Entonces había sido Stapes el que dio las órdenes. Esa incertidumbre habría sido suficiente para mantenerlos  con las manos alejas de mí. —Zanjemos este asunto de una vez —dije mientras me alejaba por el pasillo con los guardias siguiéndome y sus armaduras tintineando detrás de mí.
Mi temperamento se fue haciendo más y más fuerte mientras me dirigía hacia los pasillos. Si mi credibilidad con el Maer ya estaba verdaderamente arruinada yo prefería que quedara arreglado de una vez. Si no podría tener la buena voluntad del Maer, por lo menos tendría mi libertad y la posibilidad de ver a Denna cuando yo quisiera.
Voltee la esquina justo a tiempo para ver al Maer salir de sus habitaciones. Él se veía tan saludable como nunca lo había visto. Cargando una pila de papeles bajo un brazo.
Mientras me aproximaba, la irritación recorrió su rostro y yo pensé que solamente haría que los guardias me arrastraran de ahí. Sin importarme me dirigí hacia el tan atrevidamente como si tuviera una invitación firmada. —Su merced, —dije  con cordialidad—.  ¿Podríamos charlar un momento?
—Claro —Él replico en un tono similar mientras abría la puerta por la que recién había salido. —Pasa. —Yo mire sus ojos y vi en ellos un coraje tan caliente como el mío. Una pequeña sensible parte de mi me grito. Pero mi temperamento ya me había mordido el entendimiento e iba galopando como caballo desbocado.
Dejamos a los guardias sorprendidos en su antecámara. Y Alveron me llevo al segundo juego de puertas dentro de sus habitaciones personales. El silencio se mecía peligrosamente en el aire. Como la calma antes de la tormenta de verano.
—No puedo creer tu imprudencia —siseo el Maer cuando las puertas se cerraron—. Tus locas acusaciones, tus ridículos reclamos. Quise evitar algo público que podría no haber sido agradable, para que pudiéramos tratar de este asunto después —Hizo un gesto imperioso—. Regresa a tus habitaciones y no salgas de ellas hasta que decida que hacer contigo.
—Su merced….
Pude decir por la manera en que sus hombros se movían que estaba a punto de llamar a los guardias —No te escucho —dijo rotundamente.
El encontró mi mirada entonces. Sus ojos eran tan duros como piedras y entonces comprendí lo enojado que estaba. Esa no era la furia común de un patrón, no era alguien irritado por mi fallo respecto al orden social. Esto era un hombre que había comandado todo alrededor de él desde los dieciséis años. Este hombre no se detendría para hacer que colgaran a alguien a un poste de frio acero para dejar clara una cosa. Este era un hombre que solamente por un ligero movimiento histórico no era el rey de vintas.
Mi temperamento se enfrió y se deshizo como una vela apagada, dejándome congelado. De pronto me di cuenta de lo mal que había juzgado mi situación.
Cuando yo era un chico, sin casa vagando por las calles de tarbean, yo había aprendido a tratar con gente peligrosa: los marineros borrachos, guardias, incluso otro desharrapado con un cuchillo de botella podría matarte.
La clave para mantenerse a salvo era saber las reglas de la situación. Un guardia no te podría golpear en medio de una calle, un marinero no te perseguiría si tú corrías.
Ahora, con absoluta claridad me di cuenta de mi error. El Maer no estaba atrapado por ninguna clase de regla. Él podía ordenar que me colgaran por encima de las puertas de la ciudad. Él podía arrojarme en la cárcel y olvidarse de mí. Él podía dejarme ahí mientras yo me moría de hambre y miseria. No tenía ninguna posición, ningún amigo que intercedieran en mi favor. Yo estaba tan desvalido como un chiquillo con una espada de madera.
Me di cuenta de eso en un santiamén y sentí como el miedo hacia nido en mi estómago, debía haberme quedado en el Bajo Severen cuando tuve la oportunidad. No debí haberme metido entre los asuntos de gente tan poderosa para empezar.
Fue en ese momento en que Stapes entro a esa habitación desde el cuarto de ropa del Maer. Mirándonos, su normalmente placida expresión muto a una de sorpresa y pánico. Él se recuperó rápidamente. —Solicito sus disculpas Señores —dijo mientras se regresaba rápidamente por donde había venido.
—Stapes— dijo el Maer llamándolo antes de que se fuera —Ven aquí.
Stapes se regresó al cuarto con sus manos retorciéndose nerviosamente. Su rostro tenía toda la mirada de un hombre culpable, de un hombre que fue descubierto haciendo algo deshonesto.
La voz de Alveron fue firme —Stapes, ¿Qué estás haciendo aquí? —mirando más atentamente, vi al sirviente que no estaba retorciéndose las manos, él estaba ocultando algo.
—No es nada….
—Stapes —grito con furia el Maer—. ¡Cómo te atreves a mentirme a mí! ¡Enséñamelo ahora!
Despacio, lentamente el sirviente abrió sus manos. Una pequeña ave muerta de vivos colores se encontraba en su palma. Su cara había perdido todo el color.
Nunca en la historia del mundo la muerte de una criatura tan hermosa había traído tanta alegría y tranquilidad. Yo había estado seguro de la traición de Stapes por días ya y ahí estaba la incuestionable prueba de ello.
Sin embargo me mantuve quieto. El Maer tenía que verlo con sus propios ojos.
— ¿Cuál es el significado de esto? —pregunto lentamente.
—No es bueno para usted pensar en cosas como estas Señor. —Dijo el sirviente rápidamente— Y peor aún con algo tan simple como esto, yo sencillamente le traeré otro, cantara igual de hermoso
Hubo una larga pausa. Pude ver como Alveron luchaba para contener la furia que había estado listo a desatar sobre mí. El silencio se alargó todavía más.
—Stapes —dije lentamente—. ¿Cuántas de estas aves has reemplazado en los últimos días?”
Stapes se volvió hacia mí con una expresión de indignación.
Antes de que él pudiera hablar el Maer intercedió —Contéstale Stapes —su voz sonó casi asfixiada— ¿Ha habido más antes de este?
Stapes vio al Maer con una mirada de angustia. —Oh Rand, no quería causarte molestias. Tú estabas tan mal por un tiempo, entonces me pediste las aves y tuviste aquella noche terrible… entonces al día siguiente una de ellas murió.
Mirando hacia abajo a la pequeña ave entre sus manos sus palabras se volvieron más y más rápidas, casi tropezándose unas con otras. Muy precipitado para ser algo más que sincero. —No quería que tú te llenaras la cabeza con la idea de la muerte, así que fui por otra y la metí dentro. Entonces tú te ibas poniendo mejor y mejor, y ellas empezaron a morir cuatro o cinco cada día. Cada vez yo miraba y había una más tirada en el fondo de la jaula como una pequeña flor cortada. Pero tú estabas poniéndote tan bien que no quise mencionarlo.
Stapes cubrió el cuerpo muerto con su mano. —Es como si ellas te estuvieran dando sus pequeñas almas para ponerte bien otra vez —Algo dentro del hombre de repente se rompió y comenzó a llorar. Los profundos, sin esperanza y desesperados sollozos de un hombre honesto que ha estado asustado y sin ayuda por un tiempo muy largo mirando la muerte lenta de un amigo muy querido.
Alveron se quedó sin movimiento como congelado por un momento, entonces toda la furia desapareció de él. Se movió a un lado y puso sus brazos gentilmente alrededor de su sirviente. —Oh Stapes —dijo él suavemente— Ellas lo estaban haciendo de hecho. Tú no has hecho nada por lo cual debas ser culpado.
Sin hacer ruido me fui saliendo de la habitación y me entretuve recogiendo algunas plumas de la jaula.

***

Una hora después los tres estábamos comiendo una merienda juntos en las habitaciones del Maer. Alveron y yo le contamos a Stapes que era lo que había estado ocurriendo los últimos días. Stapes estaba muy sorprendido sobre ambas cosas la salud de su Amo y el conocimiento de que seguiría mejorando.
Con respecto a mí. Después de haber sufrido algunos días con el enojo de Alveron, estar ahora tan de repente en su buena gracia una vez más, fue todo un alivio. Sin embargo yo estaba conmocionado de lo cerca que había estado del desastre.
Yo fui honesto con el Maer acerca de mis suposiciones mal guiadas sobre Stapes. Y le ofrecí al sirviente mi más sincera disculpa. Stapes también admitió sus dudas sobre mí. Al final nos estrechamos las manos y pensamos mucho mejor uno del otro.
Mientras comíamos los últimos bocados de la cena, Stapes se levantó, se excusó y salió.
—Mi mejor portero —Explico el Maer— Tiene un oído excelente.
Stapes abrió la puerta para dejar pasar al hombre alto de cabeza afeitada que había estado mirando mapas la primera vez que vi a Alveron. El comandante Dagon.
Mientras Dagon entraba en la habitación sus ojos iban de una a otra orilla, a las esquinas, la ventana, la otra puerta, rápidamente sobre mí, entonces de regreso al Maer. Cuando sus ojos me tocaron, todos mis instintos animales más profundos que me mantuvieron vivo en las calles de tarbean me ordenaron que corriera, me escondiera, hiciera cualquier cosa mientras me llevara lo más lejos posible de ese hombre.
—Ah Dagon” —dijo el Maer con satisfacción—. ¿Te encuentras bien este día hermoso?
—Si su merced” afirmo atentamente, apenas viendo al Maer a los ojos.
— ¿Serias tan amable de arrestar a Caudicus por traición?
Hubo una pausa de menos de un segundo. —Si su merced.
—Ocho hombres deberían ser suficientes, suponiendo que ellos no entren en pánico si la situación se complica.
—Sí, su merced —Comencé a sentir sutiles diferencias en las respuestas de Dagon.
—Vivo —Contesto Alveron como si le hubiera preguntado. —Pero no necesitas ser gentil”
—Si su merced —con eso Dagon se volteó para irse.
Yo hable rápidamente. —Su merced. Si él es realmente un arcanista usted debería tomar ciertas precauciones —Me arrepentí de haber usado la palabra “debería” en el momento en que la dije. Debería es presuntuoso. Yo debí haber dicho: usted quizá quiera considerar tomar ciertas precauciones.
Alveron pareció que no se dio cuenta de mi desatino. —Si, por supuesto. Pon a un ladrón para atrapar a un ladrón. Dagon antes de que entres por las escaleras amárralo de pies y manos con una buena cadena de acero. Acero puro si es posible. Amordázalo y cubre sus ojos… —Pensó por un momento breve mientras golpeaba sus labios con un dedo —Y córtale sus pulgares.
Si, su merced
Alveron me miro — ¿Tú crees que eso debería ser suficiente?
Sentí una ola de nausea y me forcé a mí mismo a no apretar mis manos contra mi estómago. No sé qué me hizo sentir más mal, el tono de alegría con que Alveron dio sus órdenes o la falta de emociones con que las había aceptado Dagon. Un completo Arcanista no es algo para hacer menos, pero me encontré a mí mismo pensando que dejarle las manos inservibles era más horripilante que matarlo directamente.
Dagon salió y antes de que la puerta se cerrara entro Stapes. —Buen Dios, Rand. Él es como agua fría bajando por mi cuello hasta mi espalda. Como desearía que te deshicieras de el.
El Maer se rio. — ¿Acaso alguien más podría tenerlo? No stapes, yo lo necesito aquí mismo. Mi perro rabioso con una correa muy corta.
Stapes frunció el ceño. Pero antes de que pudiera hacer algún otro comentario sus ojos fueron atraídos a través de la puerta de la habitación hasta el cuarto de sentarse. —Oh, ahí hay otra —Él caminó hacia la jaula y regreso con otro colibrí muerto, sosteniendo su pequeño cuerpo con ternura mientras lo sacaba de las habitaciones—. Entiendo que hayas necesitado probar la medicina en algo —dijo desde la otra habitación—, Pero eso es muy duro para las pobres Calanthis.
— ¿Perdón?  —Pregunte.
—Nuestro Stapes esta chapado a la antigua —Explico Alveron con una sonrisa. —Y mucho mejor educado de lo que él se atreve a admitir. Calanthis es el viejo nombre vintico para ellos.
—Podría jurar que he escuchado ese nombre en algún otro lugar.
—También es el apellido de la línea real de Vintas —Dijo Alveron regañándome—. Para alguien que sabe tanto, eres curiosamente ciego en algunas cosas.
Stapes movió su cuello para ver nuevamente hacia la jaula —Yo entiendo que tenías que hacerlo —dijo—. ¿Pero por qué no usar ratones, o el asqueroso perrillo de la condesa DeFerre?
Antes de que pudiera responder hubo una conmoción en las habitaciones exteriores y un guarda entro corriendo por la puerta antes de que Stapes se pudiera levantar.
—Su merced —dijo el hombre sin aliento. Mientras entraba a la habitación y cerraba las cortinas de la ventana. Después el corrió hacia el cuarto de sentarse e hizo lo mismo con la ventana de ahí. Después le siguieron otros sonidos similares desde habitaciones muy atrás a  las que yo nunca había visto. Había el sonido de muebles siendo movidos.
Stapes se veía intrigado y ya se había levantado a la mitad cuando el Maer movió la cabeza hacia él y le indico que se sentara — ¿Teniente? —dijo con una nota de irritación en su voz.
—Lamento mucho esto su merced —dijo el guardia mientras entraba en la habitación respirando pesadamente—. Ordenes de Dagon. Tengo que asegurar sus habitaciones de inmediato.
—Yo lo tomo como que no todo salió bien —dijo Alveron secamente.
—No hubo respuesta de la torre cuando tocamos, Dagon nos hizo forzar la puerta. Había… no sé qué es lo que había su merced algún espíritu maligno. Anders está muerto merced. Cudicus no se encuentra en sus habitaciones pero Dagon ya va tras él.
La expresión de Alveron se ensombreció — ¡Maldición! —Grito golpeando el brazo de su silla con el puño. Su ceño se frunció y dejo salir una explosiva mirada—. Muy bien —Alejo al guardia con una seña.
El guardia se movió nerviosamente. —Señor, Dagon me ordeno que no lo deje sin guardia.
Alveron le dirigió una mirada peligrosa —Muy bien, pero ve a pararte por allá. —Señalo hacia la esquina de la habitación.
El guarda pareció muy contento de meterse en el fondo de la habitación. Alveron se encamino hacia adelante presionando sus dedos contra su frente — ¿Como en el nombre de Telhu pudo sospechar?
Aunque la pregunta pareció ser retórica, puso la base para que mi pensamiento comenzara. — ¿Acaso su merced fue a recoger la medicina ayer?
—Sí, sí. Hice todo exactamente igual a como lo he hecho en los días pasados.
Excepto que usted no me envió a mí por la medicina, pensé para mí mismo — ¿Todavía tiene usted el frasco? —pregunte.
Lo tenía, Stapes lo trajo para mí. Lo descorche y deje pasar un dedo por la parte interna del vidrio. — ¿A que sabe la medicina de su merced?
— Ya te he dicho, muy amarga —Mire como los ojos del Maer se agrandaban cuando puse mi dedo dentro de mi boca y toque ligeramente la punta con mi lengua—. ¿Estás loco? —dijo Alveron sin creerlo.
—Dulce —dije simplemente. Entonces lave mi boca con agua y escupí tan delicadamente cómo fue posible dentro de un vaso vacío. Tome un pequeño paquete de papel de un bolsillo de mi chaleco, puse una pequeña cantidad de su contenido en mi mano y lo trague haciendo gestos.
— ¿Qué es eso? —pregunto Stapes
—Liguellen mentí, sabiendo que la verdadera respuesta. Carbón. Solo traería más preguntas. Tome un buen sorbo de agua y volví a escupirla. Esta vez era negra y Alveron y Stapes se quedaron viéndola.
Yo me arroje de lleno. —Algo debió haberlo hecho sospechar de que usted no se estaba tomando la medicina su merced. Si de repente sabia diferente usted le habría preguntado.
El Maer afirmo con la cabeza —Lo vi ayer en la tarde, el me pregunto por mi salud —Golpeo ligeramente con su puño en el brazo de la silla— Que maldita suerte. Si él fue lo suficientemente inteligente  ya debe estar medio día alejado de nosotros, nunca lo alcanzaremos.
Pensé en recordarle que si él me hubiera creído desde el principio nada de esto habría sucedido, pero lo pensé mejor —Yo avisaría a sus hombres que se mantuvieran lejos de esa torre merced. Él ha tenido tiempo para preparar una gran cantidad de daño ahí, trampas y cosas parecidas.
El Maer dijo que si con la cabeza y paso su mano por enfrente de sus ojos. —Si, por supuesto. Ponte a ello Stapes, yo creo que voy a tomar un poco de descanso. Este negocio puede ser que tome algún tiempo para aclararse.
Yo me levante para salir también, pero el Maer me llevo a mi asiento nuevamente con un gesto. —Kvothe, quédate un momento y prepárame una jarra de té antes de irte.
Stapes llamo a los sirvientes mientras limpiaban los restos de nuestro almuerzo. Ellos me alcanzaron a ver con curiosidad. No solamente estaba sentado en la presencia del Maer, sino que había compartido una comida con él en sus habitaciones privadas. Estas noticias serian rumoreadas por todo el territorio en menos de diez minutos.
Después que los sirvientes se fueron le prepare al Maer otra jarra de té. Estaba preparándome para irme cuando el hablo por encima de su taza. Muy suavemente como para que el guardia lo escuchara.
—Kvothe, tú has probado perfectamente que eres digno de confianza y yo me arrepiento de todas las dudas que haya tenido brevemente sobre ti —Él bebió antes de continuar—. Desafortunadamente, no puedo permitir que haya noticias de envenenamiento por ningún lado. Especialmente ahora que ha escapado el envenenador —Me dio una mirada significativa—. Eso interferiría con lo que habíamos discutido antes.
Yo asentí, el conocimiento de que su propio arcanista casi lo había matado   difícilmente ayudaría a Alveron a ganar la mano de la mujer con la que él  esperaba casarse.
Continuo —Desafortunadamente esta necesidad de silencio también evita que yo te de una recompensa como la que mereces. Si la situación fuera diferente yo consideraría darte el regalo de algunas tierras como una muestra de agradecimiento. Te daría un título también. Este poder mi familia lo mantiene. Libre del control del rey.
Mi cabeza daba vueltas con la implicación de lo que el Maer decía mientras continuo —Sin embargo, si yo fuera a hacer algo como eso tendría que haber alguna clase de explicación y una explicación es la única cosa que no me puedo permitir.
Alveron extendió su mano y me tomo un momento comprender que él quería que la estrechara. Uno generalmente no estrecha la mano del Maer Alveron. Inmediatamente me lamente que el único testigo fuera un guardia. Deseé que él fuera un chismoso.
Tome su mano solemnemente y Alveron continuo. —Te debo una gran deuda. Si en algún momento te encuentras a ti mismo en necesidad. Tú te encontraras a la disposición de toda la ayuda que un Señor agradecido puede prestar.
Yo afirme graciosamente tratando de mantener la calma a pesar de mi excitación. Esto era exactamente lo que yo había estado esperando. Con los recursos del Maer yo podría hacer una búsqueda bien hecha sobre los Amyr, él podría darme acceso a los archivos del monasterio, librerías privadas, lugares donde documentos importantes podrían no estar perdidos o editados como lo estaban en la universidad.
Pero yo sabía que ese no era un buen momento para solicitarlo. Alveron había prometido su ayuda. Yo simplemente podía esperar un poco y escoger que tipo de ayuda necesitaba más.
Cuando estaba saliendo de las habitaciones del Maer. Stapes me sorprendió con una súbita entrada callada. La expresión en su rostro no podía haber sido más agradecida si yo hubiera sacado a su familia de un edificio en llamas. —Joven Señor, dudo que entienda lo mucho que le debo. Si hay algo que usted necesite alguna vez, solo déjeme saberlo
El tomo mi mano hacia arriba y abajo con entusiasmo mientras que yo sentía que el presionaba algo contra mi palma.
Entonces yo estaba parado en medio del pasillo. Abrí mis manos y vi un fino anillo de plata con el nombre de Stapes grabado en su exterior. Ahí mismo había un segundo anillo que no era metálico. Era más bien suave y blanco, y también tenía el nombre del sirviente grabado en letras gruesas por la superficie. No tenía idea de lo que querría significar algo como eso.
Dirigí mi camino a mis habitaciones casi mareado con mi súbito cambio de fortuna.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Capitulo 63

Buenoo aqui esta este capitulo traducido por Arispell!! tambien me entere de algo no tan bueno u_u parece que en españa y mexico si saldra en octubre pero para otros paices tardara un como mas aunque parece seguro que para diciembre ya abra salido en todos los paises.
Nos quedamos sin capitulo 64 y 65, el 65 ya lo asigne pero estoy viendo que hacer para el 64, tal vez lo tradusca yo o tal vez organice una traduccion de varios para que no tarde tanto, como sea mañana les dire :)
Bueno ya, lean n_n
 Capitulo 63
La Jaula Dorada

Después de mi breve probada de libertad, estuve atrapado en mis habitaciones nuevamente. Aunque esperaba que el Maer hubiera pasado a través de lo peor de su recuperación, yo aun necesitaba estar a la mano por si su condición empeoraba y me llamaba. No podía justificar ni siquiera un breve viaje al bajo Severen, sin importar cuan desesperadamente quería ir hacia la calle Tinnery con la esperanza de encontrar a Denna.
Así que llame a Bredon y pasamos una agradable tarde jugando tak. Jugamos juego tras juego y yo perdí cada uno de ellos en nuevas y excitantes formas. Esta vez cuando paramos de jugar, el dejo la mesa conmigo, diciendo que sus siervos estaban cansados de transportarla de ida y vuelta a sus habitaciones.
En adición a jugar Tak con Bredon y a mi música, yo tenía una nueva distracción, aunque una irritante. Caudicus era tan bueno para los rumores como parecía ser y la palabra se había esparcido acerca de mi genealogía histórica. Así que ahora en suma a los cortesanos intentando obtener información de mí, me vi inundado de un constante flujo de personas hambrientas de airear la ropa sucia de los demás.
Yo los disuadía a medida que podía, e infundía ánimos a aquellos especialmente furiosos a escribir sus historias y enviármelas. Un sorprendente numero de ellos se tomo su tiempo e hizo esto y un montón de historias sucias comenzaron a acumularse en un escritorio de una de mis inútiles habitaciones.

***

El día siguiente, cuando el Maer me convoco, llegue y encontré a Alveron sentado en una silla próxima a su cama, leyendo una copia de Petición de Reyes de Fyoren en el original vintico antiguo. Su color era notablemente bueno y no vi temblores en sus manos cuando cambio de página. El no miro cuando entre a la habitación.
Sin hablar yo prepare un poco de té con el agua caliente que estaba en la mesa aledaña a la cama del Maer. Serví una taza y la puse en la mesa a la altura de su codo.
Revise la jaula dorada en su sala de estar. Los revoloteadores iban y venían entre los alimentadores, jugando alocados juegos aéreos lo que hacia difícil contarlos. Aun así, yo estaba seguro que había doce de ellos. Parecía que ninguno había empeorado después de 3 días envenenándolos. Resistí la necesidad de golpear la jaula un poco.
Finalmente reemplace el frasco del Maer de aceite de hígado de bacalao y encontre que aun tenia tres cuartos de contenido. Otro signo de mi desapariciente credibilidad.
Sin palabras reuni mis cosas y me prepare para salir, pero antes de ir hacia la puerta, el Maer levanto sus ojos de su libro. —¿Kvothe?
— ¿Si, su merced?
—Parece que no tengo tanta sed como pensé. ¿Te molestaría finalizar esto por mi? —el indicó la taza de te sin probar que le había puesto en la mesa.
—A la salud de su merced —dije y bebí un sorbo. Hice una mueca y agregue una cucharada de azúcar, revolví y bebí el resto ante la mirada del Maer. Sus ojos estaban calmados, inteligentes y demasiado astutos para enteramente bien.

***

Caudicus me permitió entrar y me guió al mismo asiento de antes. —Me disculpas por un momento —me dijo—. Tengo un experimento que debo atender, o temo que lo arruinare. Se apuro un poco y fue hacia una parte diferente de la torre.
Con nada más que ocupar mi atención, mire su montón de anillos de nuevo, notando que una persona puede hacer una buena suposición de su posición en la corte al usar los anillos mismos como un punto de triangulación.
Caudicus regreso cuando yo estaba pensando en robar uno de sus anillos de oro.
—No estaba seguro si querías tus anillos de vuelta —dijo Caudicus, gesticulando.
Mire de nuevo hacia la mesa y los ví en un extremo. Me parecía extraño que no lo hubiese notado antes. Los levante y los puse en un bolsillo interior de mi capa. —Muchas gracias —dije.
—¿Y tu llevaras la medicina del Maer de nuevo hoy? —pregunto.
Yo asentí, hinchándome orgullosamente.
Cuando asentí, el movimiento de mi cabeza me mareo. Fue solamente entonces cuando entendí el problema: yo había bebido una taza llena del te del Maer. No había mucho laudazo en el. O mejor dicho, no había mucho laudano si tú tenías dolores y estabas lentamente saliendo de una adicción al opio.
Sin embargo, era bastante láudano para alguien como yo. Podía sentir los efectos lentamente recorriéndome, una laxitud tibia recorriendo mis huesos. Todo parecía estarse moviendo un poco mas lentamente de lo habitual.
—El Maer parecía ansioso por su medicina hoy —dije, tomando un cuidado extra para hablar claramente. —Me temo que no tenemos mucho tiempo para charlar. No estaba en condiciones de jugar con la mitad de la inteligencia a la alta burguesía por ningún espacio de tiempo.
Caudicus asintió seriamente y volví a su mesa de trabajo. Lo seguí como siempre hacia, usando mi mejor expresión de curiosidad.
Observe con un ojo como Caudicus mezclaba la medicina. Pero mis pensamientos estaban confundidos por el laudazo, lo que me hacia estar enfocado en otras cosas. El Maer difícilmente me hablaba. Stapes no había confiado en mí desde un principio y los revoloteadores estaban más saludables que nunca. Peor aun, yo estaba atrapado en mis habitaciones mientras Denna esperaba en la calle de la Tinnery, sin duda preguntándose porque no había ido a visitarla.
Levante la vista, note que Caudicus me había preguntado algo. — ¿Perdón?
— ¿Podrías pasarme el ácido? —repitió Caudicus cuando termino de moler una porción de hojas en su mortero y pistilo.
Yo tome un frasco decantador de cristal y comencé a pasárselo antes de recordar que yo era un tipo ignorante. Yo no debía poder distinguir la sal del sulfuro. Yo no sabia que era un ácido.
No me sonroje o tirite. No sude o tartamudeé. Yo nací Edema Ruh, e incluso drogado y confundido soy un actor hasta la medula de los huesos. Cruzamos miradas y pregunte: — ¿Este es cierto? La botella clara viene después.
Caudicus me dio una larga y especulativa mirada.
Lo deslumbre con una brillante sonrisa. —Tengo buen ojo para los detalles —dije presumidamente—. Te he visto hacerlo dos veces. Apuesto a que podría mezclar la medicina del Maer si quisiera.
Yo alce mi voz con toda la confianza que da la ignorancia. Esta es la verdadera marca de la nobleza. La creencia incuestionable de que ellos pueden hacer cualquier cosa: teñir pieles, herrar un caballo, arreglar cañerías, plantar un campo… si ellos realmente quisieran.
Caudicus me miro un momento largo, entonces el comenzó a sacar el ácido. —Me atrevería a decir que podría, joven señor.
Tres minutos después yo caminaba por el salón con el vial de medicina in mi sudorosa mano. Casi no importaba si lo había engañado o no. Lo que importaba es que por alguna razón Caudicus sospechaba de mí.
Stapes se quedo como daga en mi espalda cuando me dejo ingresar a las habitaciones del Maer y Alveron me ignoro cuando espolvoreé la nueva dosis de veneno en los alimentadores de los revoloteadores. Las bonitas cosas voladoras remecían la jaula con furiosa energía.
Tome el largo camino de vuelta a mis habitaciones, intentando tener un mejor presentimiento por el estado de salud del Maer. Yo ya tenia mi ruta de escape medio planeada, pero la sospecha de Caudicus me envalentono a poner un toque final. Si los pájaros no comenzaban a morir mañana, probablemente seria a mi mejor interés desaparecer de Severen tan rápida y silenciosamente como fuera posible.

***

Tarde esa noche, cuando estaba razonablemente seguro que el Maer no me llamaría, me deslice por la ventana de mi habitación e hice una exploración de los jardines. No había guardias tan tarde en la noche, pero tuve que evitar media docena de parejas que tomaban caminatas nocturnas. Había otras dos sentadas en una romántica y cercana conversación, una en un arco, la otra en un gazebo. La última pareja casi la pise mientras cortaba camino hacia un seto. Ellos no estaban conversando ni paseando bajo ningún sentido convencional, pero sus actividades eran románticas. Ni siquiera me notaron.
Eventualmente encontre mi camino al tejado. Desde ahí podía ver los pisos que rodeaban el estado. El borde occidental estaba fuera de dudas, por supuesto, ya que estaba presionado contra el borde del acantilado, pero yo sabia que tenían que haber otras oportunidades para escapar.
Mientras exploraba el lado sur del estado, ví luces brillantes en una de las torres. Lo que es mas, tenían el sello distintivo de ser lámparas simpáticas rojas. Caudicus aun estaba despierto.
Hacia allá hice mi camino y me arriesgue a mirar dentro, instalándome en la torre. Caudicus no estaba simplemente trabajando hasta tarde. El estaba hablando con alguien. Estire mi cuello, pero no pude ver con quien estaba hablando. Lo que es mas, la ventana estaba fuertemente cerrada y  no podía escuchar nada.
Estaba por moverme a una ventana diferente cuando Caudicus se levanto y comenzó a caminar hacia la puerta .la otra persona apareció a mi vista, e incluso desde mi angulo pude reconocer el porte, la inconfundible figura de Stapes.
Stapes estaba claramente trabajando en algo. El hizo un gesto enfático con una mano, su cara estaba mortalmente seria. Caudicus asintió algunas veces en acuerdo antes de abrir la puerta para permitir salir al mayordomo.
Yo note que Stapes no estaba portando nada cuando salio. El no había venido por medicina. El no había venido a pedir prestado un libro. Stapes había venido en medio de la noche para tener una conversación privada con el hombre que estaba tratando de matar al Maer.