miércoles, 8 de junio de 2011

Capitulo 1

Este primer capitulo fue traducido por mi, Suchan n__n y espero q les agrade.

Capitulo 1
Manzana y Baya de Sauco

Bast se inclino contra la larga y estrecha barra de caoba, aburrido. Mirando alrededor la habitación vacía, suspiro y rebuscó alrededor hasta que encontró un trapo limpio. Luego con una mirada resignada, comenzó a lustrar una sección de la barra.
Después de un momento Bast se inclinó hacia delante y entrecerró los ojos mirando pequeña mancha que medio vio. La froto y frunció el ceño a la mancha aceitosa que dejo su dedo.
Se inclinó más cerca, empaño la barra con su aliento, y la pulió con fuerza. Luego se detuvo, exhalo con fuerza contra la madera, y escribió una palabra obscena en lo empañado.
Lanzando a un lado el trapo, Bast se abrió paso entre las mesas y sillas vacías hacia las amplias ventanas de la posada. Se quedó allí durante un largo rato, mirando el camino de tierra que atraviesa el centro del pueblo.
Bast dio otro suspiro y comenzó a pasearse por la habitación. Se movió con la gracia informal de un bailarín y la perfecta indiferencia de un gato. Pero cuando se pasó las manos por el cabello oscuro su gesto era inquieto. Sus ojos azules merodeaban por la habitación sin cesar, como si buscaran una salida. Como si buscaran algo que no hubieran visto cientos de veces antes.
Pero no había nada nuevo. Mesas y sillas vacías. Taburetes vacíos en la barra. Dos grandes barriles se asomaban en el mostrador detrás de la barra, uno para whisky, uno para cerveza. Entre los barriles estaba una vasta colección de botellas: de todos colores y formas. Arriba de las botellas colgaba una espada.
Los ojos de Bast regresaron a las botellas. Se concentró en ellas por un largo, reflexivo rato, entonces regreso detrás de la barra y saco una pesada tasa de barro.
Respiro profundamente, señalo con el dedo la primera botella de la fila de abajo y comenzó a canturrear con forme iba contando hacia atrás en la fila.

Maple. Palo de Mayo.
Atrapar y acarrear.
Fresno y Brazas.
Baya de saúco.

Termino el canturreo mientras señalaba una rechoncha botella verde. Destapo el corcho, tomo un meditabundo sorbo luego puso una mueca agria y se estremeció. Rápidamente dejo la botella en su lugar y agarro en su lugar una roja curveada. Sorbió esta también, acto seguido se froto los labios húmedos pensativamente, luego asintió y se sirvió una porción generosa en la taza.
Señalo la siguiente botella y comenzó a contar otra vez.

Lanudo. Mujer.
Luna en la noche.
Sauce. Ventana.
Luz de las velas.

Esta vez fue una botella con un licor amarillo pálido dentro. Bast arranco el corcho y desparramo una gran porción en la taza sin molestarse en probarlo primero. Colocando la botella a un lado, recogió la taza y la revolvió dramáticamente antes de tomar un trago. Sonrió con una sonrisa brillante y dio un golpecito con su dedo a la nueva botella, haciéndola timbrar ligeramente antes de comenzar su canto monótono de nuevo:

Barril. Cebada.
Piedra y estrofa.
Viento y agua—

El entarimado crujió y Bast miro hacia arriba sonriendo brillantemente. “Buenos días, Reshi.”
El posadero pelirrojo estaba al pie de las escaleras. Se frotó las manos de dedos largos sobre el delantal limpio y las mangas largas que llevaba. “¿Está despierto ya nuestro invitado?”
Bast sacudió la cabeza. “No a susurrado o dicho ni un pio”
"Ha tenido un par de días difíciles", dijo Kote. "Es probable que se estén poniendo al día con él." Bromeó, luego levantó la cabeza y olfateó. "¿Has estado bebiendo?" La pregunta era más curiosa que acusatoria.
"No", dijo Bast.
El posadero levantó una ceja.
"He estado probando", dijo Bast, haciendo hincapié en la palabra. "Probar viene antes de beber."
“Ah”, dijo el posadero. "¿Así que te preparabas para beber después?"
"Pequeños dioses, sí", dijo Bast. "En gran exceso. ¿Qué demonios más hay aquí para hacer?” Bast saco su taza de debajo de la barra y miro en ella. “Esperaba baya de sauco pero obtuve algún tipo de melón”. Revolvía la taza reflexivamente. “Más algo picante” Tomo otro sorbo y entrecerró los ojos pensativamente. “¿Canela?” pregunto, mirando a las filas de botellas. “Tenemos aún algo de baya de sauco?”
“Esta allí en algún lugar” dijo el posadero, sin molestarse en ver las botellas. “Detente un momento y escucha Bast. Necesitamos hablar sobre lo que hiciste anoche.”
Bast se quedó muy quieto. "¿Qué he hecho, Reshi?"
“Detuviste esa criatura del Mael”, dijo Kote.
“Oh.” Bast se relajó, haciendo un gesto despectivo. “Solo la frene, Reishi. Es todo.”
Kote sacudió la cabeza. “Tu comprendiste que no era solo un hombre loco. Trataste de advertirnos. Si no hubieras sido tan rápido con tus pies…”
Bast frunció el ceño. “No fue tan rápido, Reishi. Alcanzo a Shep”.
Miro hacia el bien fregado entarimado cerca de la barra. “Me gustaba Shep”.
"Todo el mundo pensará que el aprendiz de herrero nos salvó", dijo Kote. "Y eso es probablemente lo mejor. Pero yo sé la verdad. Si no fuera por ti, eso hubiera matado a todos aquí. "
"Oh Reshi, que no es cierto", dijo Bast. “Lo podrías haber matado como a un pollo. Solo lo alcance primero”.
El posadero se encogió de hombros y desecho el comentario. “Lo de anoche me tiene pensando”, dijo. “Preguntándome que cosas podríamos hacer para hacer las cosas un poquito más seguras por aquí. Has escuchado alguna vez la caza de los “corredores blancos” ”
Bast sonrió. “Fue nuestra canción antes que suya, Reishi”. Tomo un respiro y canto en un dulce tenor:

Cabalgaron sus caballos blancos como la nieve.
Hoja de plata y arco de cuerno blanco.
Llevaban ramas frescas y flexibles,
Rojo y verde sobre la frente.

El posadero asintió. “Exactamente el verso en el que estaba pensando. Crees que podrías hacerte cargo mientras tengo las cosas listas aquí.
Bast asintió entusiasmadamente y prácticamente se fue como un rayo, deteniéndose en la puerta de la cocina.
“¿No empezaran sin mí?” pregunto ansiosamente.
“Empezaremos tan pronto nuestro invitado este alimentado y listo”, dijo Kote. Luego, viendo la expresión en la cara de su alumno, cedió un poco. “Para todo eso, imagino que tienes una hora o dos”.
Bast le hecho una ojeada a la puerta, luego se volvió.
La diversión se asomó por la cara del posadero. "Y voy a llamar antes de que empecemos." Hizo un movimiento con una mano como ahuyentándolo. "Vete ya".

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El hombre que se hacía llamar Kote llevo a cabo su rutina habitual en la posada Roca de Guía. Se movió como la maquinaria de un reloj, como un vagón rodando por el camino en surcos bastante gastados.
Primero viene el pan. Mezclo harina, azúcar y sal con sus manos, sin molestarse en medir. Añadió una pisca de levadura de la jarra de barro en la despensa, amasó bien la maza, después redondeo los panes y los dejo reposar para que se elevara. Paleo las cenizas de la estufa en la cocina y encendió un fuego.
A continuación se trasladó a la sala común y encendió la chimenea de piedra negra, cepillo la ceniza de la enorme chimenea a lo largo de la pared norte. Bombeo agua, se lavó las manos y trajo un pedazo de cordero del sótano, corto leña fresca, la acarreo a fuego, perforo por debajo el pan elevado y lo movió cerca de la estufa ahora caliente.
Y luego, de pronto, no había nada más que hacer. Todo estaba listo. Todo estaba limpio y ordenado.
El hombre pelirrojo estaba detrás de la barra, sus ojos lentamente regresaron de algún lugar lejano, concentrándose en el aquí y ahora, en la posada misma.
Vinieron a descansar en la espada que colgaba en la pared arriba de las botellas. No era una espada particularmente hermosa. Sin ornamentos o algo que llamara la atención. Era amenazante, en un sentido. El mismo sentido en el que un alto acantilado es amenazante. Era gris, sin manchas y fría al tacto. Era filosa como un vidrio destrozado. Tallada en la oscura madera del borde de la montura tenía una sola palabra: Delirio.
El posadero oyó pasos pesados en el descanso de madera de afuera. El picaporte de la puerta sacudido ruidosamente, seguido de un fuerte Holaaa y un golpeteo en la puerta.
"¡Un momento!" llamo Kote. Apresurándose a la puerta dio vuelta en la cerradura metálica y brillante de la puerta, a la pesada llave.
Graham se quedó con la mano lista para tocar en la puerta. Su cara abatida se rompió en una sonrisa cuando vio al posadero. “¿Bast comenzó a hacer de nuevo cosas para ti esta mañana?”
Kote le dio una sonrisa tolerante.
“Es un buen chico”, dijo Graham. “Solo un poco atolondrado. Pensé que podías haber cerrado tus puertas hoy.” Se aclaró la garganta y se miró los pies por un momento. “No me hubiera sorprendido, considerando lo que paso.”
Kote puso la llave en su bolsillo. “Abierto como siempre. ¿Qué puedo hacer por ti?”
Graham se apartó de la puerta y asintió a la calle donde estaban tres barriles en un carro cercano. Eran nuevos, con una pálida madera pulida y bandas de metal brillante.
“Sabía que no podría dormir anoche, así que martille a prisa el ultimo para ti. También, oí que los Benton vendrían por acá hoy con lo primero de las últimas manzanas.
"Te lo agradezco."
“Buenos y ajustados así que se mantendrán durante el invierno.”
Graham camino hacia ellos y orgulloso golpeo con un nudillo contra un lado del barril. “Nada como una manzana de invierno para evitar la hambruna.”
Miro hacia arriba con una destello en su ojo y golpeo el lado del barril de nuevo. “¿Lo tienes? ¿Evitar?”
Kote gruño un poco, se restregándose la cara.
Graham se rió entre dientes y corrió una mano sobre uno de las brillantes bandas de metal del barril. “Nunca había hecho un barril con bandas de bronce antes, pero resulto bien como esperaba. Hazme saber si no permanecen ajustados. Me ocupare de ellos.”
“Me alegra que no fuera mucho trabajo”, dijo el posadero. “La bodega se humedece. Me preocupaba que el hierro acabara oxidado en un par de años."
Graham asintió. “Eso es sensato”, dijo. No mucha gente ve las cosas a largo plazo.” Se froto las manos. “¿Te gustaría echarme una mano? Odiaría dejar caer uno y arruinar tus pisos.”
Se pusieron a ello.
Dos de los barriles con bandas de bronce fueron a dar al sótano mientras que el tercero fue maniobrado detrás de la barra, atreves de la cocina y en la despensa.
Después de ello, los hombres hicieron su camino de regreso a la sala común, cada uno en su lado de la barra. Hubo un momento de silencio en el que Graham miro a su alrededor la cantina vacía.
Había dos taburetes menos de los que debería haber en la barra, y un espacio vacío dejado por una mesa ausente. En la ordenada cantina estas cosas eran tan visibles como dientes perdidos.
Graham desvió sus ojos del bien fregado pedazo de piso cerca de la barra. Busco en su bolsillo y saco un par de hierros, con su mano apenas temblando en absoluto.
“Tráeme un poco de cerveza, quisieras, Kote?” pregunto, con su voz áspera. "Sé que es temprano, pero tengo un largo día por delante. Estoy ayudando a los Murrion a traer su trigo.”
El posadero sirvió la cerveza y se la entregó en silencio. Graham se bebió la mitad de un gran trago. Sus ojos estaban rojos alrededor de los bordes. “Malos negocios ayer por la noche.” Dijo sin hacer contacto visual, luego tomo otro trago.
Kote asintió. Malos negocios ayer por la noche. Era posible que fuera todo lo que Graham tuviera que decir sobre la muerte de un hombre que había conocido toda su vida. Esta gente sabía todo acerca de la muerte. Mataban su propio ganado. Morían de fiebres, caídas o huesos rotos que empeoraban. La muerte era como un vecino molesto. No hablabas sobre el por miedo a que te oyera y decidiera hacerte una visita.
Excepto por las historias, claro. Cuentos de reyes envenenados, duelos y viejas guerras estaban bien. Estos vestían a la muerte con ropas extranjeras y la enviaban lejos de tu puerta. Un incendio en la chimenea o una tos persistente eran aterradores. Pero el juicio de Gibea o el sitio en Enfast, esos eran diferentes. Eran como rezos, como hechizos murmurados tarde en la noche cuando caminas solo en la oscuridad. Las historias eran como amuletos que compraste a un vendedor ambulante por medio penique, solo por si acaso.
“¿Cuándo tiempo va a andar por aquí el compañero escribano?” Pregunto Graham después de un momento, su voz hacía eco en el tarro.
”Tal vez debería conseguir que me escriba un poco de algo, solo por si acaso.”
Frunció el celo un poco. “Mi papa siempre los llamaba papeles de leyes. No puedo recordar cómo se llaman realmente.”
“Si solo son tus vienes los que necesitas dejar, es una disposición de propiedad”, dijo el posadero de manera casual. "Si es referente a otras cosas se llama testamento de voluntad declarada."
Graham levantó una ceja al posadero.
"Es lo que escuché, en todo caso", dijo el posadero, mirando hacia abajo y frotando la barra con un blanco paño limpio. "El escribano menciono algo por el estilo."
“Testamento…” Graham murmuro en su tarro. “
“Creo que voy a peguntarle por unos papeles de leyes y le dejar que los oficie como a él le guste." Miró hacia arriba al posadero. “Otra gente probablemente querrá algo similar, con los tiempos estando como están.”
Por un momento pareció que el posadero frunció el ceño con irritación. Pero no, él no hizo nada por el estilo. De pie detrás de la barra se veía igual que siempre, con su expresión plácida y agradable. Le dio un guiño fácil. “Menciono que no montaría el negocio hasta alrededor del medio día”, dijo Kote. "Estaba un poco inquieto por todo lo de anoche. Si algunos se presentan antes del mediodía me imagino que se van decepcionar. "
Graham se encogió de hombros. “No debería haber ninguna diferencia. No habrá más que diez personas en todo el pueblo hasta el almuerzo de todos modos. Tomo otro trago de cerveza y miro por la ventana. "Hoy es un día de campo y eso es seguro."
El posadero pareció relajarse un poco. "Estará aquí mañana también. Así que realmente no hay necesidad de que todos se apresuren. Unas personas le robaron su caballo cerca de Ford Abad, y está tratando de encontrar uno nuevo."
Graham chasqueó la lengua con simpatía. “¡Pobre hijo de puta! No va a encontrar un caballo ni por todo el amor y oro del mundo con lo más pesado de la cosecha a medias. Incluso Carter no pudo remplazar a Nelly después de que esa cosa como araña lo ataco por el puente de piedra.” Negó con la cabeza. “Esto no se ve bien, que algo como eso pase ni a dos millas de tu propia puerta. Antes cuando---“
Graham se detuvo. “Señor y señora, sueno como mi viejo apa.”
Metió su barbilla y añadió algo ronco al tono de su voz. “Antes cuando era un muchacho teníamos clima desdenté. El molinero mantenía su pulgar lejos de la escala y la gente se ocupaba de sus propios asuntos.”
La cara del posadero dejo crecer una sonrisa nostálgica. “Mi padre decía que la cerveza sabia mejor y los caminos tenían menos baches.”
Graham sonrió, pero esta se desvaneció rápidamente. Miro hacia abajo, como si le incomodara lo que estaba a punto de decir. “Sé que no eres no eres de por aquí, Kote. Eso es algo difícil. Alguna gente piensa que un extraño difícilmente puede saber ni la hora del día.”
Respiro hondo, todavía sin encontrarse con los ojos del posadero. “Pero me imagino que sabrás cosas que otra gente no sabe. Tienes una visión más amplia de las cosas.” Miro hacia arriba, con sus ojos serios y cansados, oscuros alrededor de los bordes por la falta de sueño. “¿Las cosas están tan sombrías como se ven últimamente? Los caminos están mal. Las personas son asaltadas y…”
Con un esfuerzo evidente, Graham se mantuvo mirando el piso vacío de nuevo. "Todos los impuestos nuevos haciendo las cosas tan apretadas. Los chicos Grayden a punto de perder su granja. Esa cosa como araña." Tomó otro trago de cerveza.” ¿Están las cosas tan mal como se parecen? ¿O solo me he hecho viejo como mi apa, y ahora todo me sabe un poco amargo comparado a cuando era un muchacho?”
Kote limpio la barra por un largo rato, como si estuviera reacio a hablar. “Creo que las cosas son por lo general malas de una manera u otra" dijo. “Podría ser que solo nosotros los viejos podemos verlo.”
Graham comenzó a asentir, luego frunció el ceño. “¿Excepto que tú no eres viejo, o si? Lo olvido la mayoría del tiempo.” Miro al hombre pelirrojo de arriba abajo. “Quiero decir es que te mueves como un viejo, hablas como un viejo, pero no lo eres, ¿verdad?”
Apuesto a que tienes la mitad de mi edad. "Miró al posadero. "¿Cuántos años tienes, para esto?"
El posadero le dio una sonrisa cansada. “Suficientemente viejo para sentirme viejo.”
Graham soltó un bufido. “Demasiado joven para andar haciendo ruidos de viejos. Deberías andar afuera persiguiendo mujeres y metiéndote en problemas. Déjanos a la gente vieja el quejarse sobre cómo al mundo se le están soltando todas las uniones. "
El viejo carpintero se empujó fuera de la barra y se giró para caminar hacia la puerta. “Regresare para hablar con tu escribano cuando hoy tomemos un descanso para almorzar. No seré el único. Hay un montón de gente que querrán obtener por escrito algunas cosas oficiales en cuanto tengan la oportunidad.
El posadero respiró hondo y soltó el aire lentamente. "¿Graham?
El hombre se volvió con una mano en la puerta.
"No eres sólo tú," dijo Kote. "Las cosas están mal, y mi instinto me dice que van a empeorar todavía. No le haría daño a un hombre prepararse para un invierno duro. Y tal vez asegurarse de que se pueda defender a si mismo si lo necesita.” El posadero se encogió de hombros. “Como sea, es lo que me dice mi instinto.”
Él asintió una vez en un gesto grave. "Me alegro de que no sea sólo mi instinto, supongo."
Luego se obligó una sonrisa, comenzó a arremangarse las mangas de camisa y se volvió hacia la puerta. “Sin embargo”, dijo. “Tienes que recoger el heno mientras brille el sol."
No mucho después de eso los Bentons pararon con una carretilla con las últimas manzanas. El posadero compro la mitad que las que tenían y paso la siguiente hora clasificando y almacenándolas.
Las más verdes y firmes fueron a parar a los barriles en el sótano, sus manos gentiles las pusieron en su lugar y las empacaron con aserrín antes de martillar las tapas. Aquellas más próximas a la plena madurez se fueron a la despensa, y cualquiera con un golpe o mancha café fue condenada a ser manzana para sidra, descuartizada y arrojada a una tina de estaño de gran tamaño.
Mientras clasificaba y empacaba el hombre pelirrojo se veía contento. Pero si veías más de cerca podrías notar que mientras sus manos estaban ocupadas, sus ojos estaban en algún lugar lejano. Y mientras su expresión estaba compuesta, incluso placida, no había alegría en ella. No tararear o silbo mientras trabajaba. No canto.
Cuando la última de las manzanas fue clasificada, acarreo la tina de metal a través de la cocina y por la puerta trasera. Era una mañana fresca de otoño, y detrás de la posada estaba un pequeño jardín privado abrigado por árboles. Kote dejó caer una carga de cuartos de manzanas en la prensa de sidra de madera y giro la parte superior hacia abajo hasta que ya no se movía con facilidad.
Kote se arremango las largas mangas de la camisa hasta pasando los codos, a continuación, se apoderó de las asas de la prensa con sus manos largas y gráciles y tiró. La prensa se atornillo, primero empacando las manzanas apretujadas, luego aplastándolas.
Girar y volver a agarrar. Girar y volver a agarrar. Si hubiera habido alguien que viera, se habría dado cuenta de sus brazos no eran los brazos escuálidos de un posadero. Cuando tiro contra las asas de madera. Los músculos de sus antebrazos estaban marcados, tirantes como cuerdas retorcidas. Las viejas cicatrices cruzaban y volvían a cruzar la piel. La mayoría estaban pálidas y delgadas como grietas en el hielo invernal. Otras eran rojas y furiosas, sobresaliendo contra de su tez clara.
Las manos del posadero agarraron y tiraron, agarraron y tiraron. Los únicos sonidos eran el rítmico crujido de la madera y el golpeteo lento de la sidra como lluvia en la cubeta debajo. Había un ritmo en ello, pero no música, y los ojos del posadero estaba distantes y sin alegría, de un verde tan pálido que casi podía haber pasado por gris.

4 comentarios:

  1. Pues ya podíais haber comentado algo, en vez de tonterías como niños pequeños...

    Me ha encantado este principio, muy Kote... A por el segundo capitulo.

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  2. si se ven errores, como se puede ayuda a remediaarlos?

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