Bueno! aqui ya esta este que es uno de los mejores capitulos a mi parecer! fue traducido por Laura arrias con su impecable forma de traducir : D y bueno ya no les dire mas! solo que es una pena que al fin esten llegando todos los capitulos que realemente queria traducir y ya se este terminando el proyecto!
Capitulo 88
Escuchando
Escuchando
Tempi y yo regresamos para encontrar el campamento sorprendentemente alegre. Dedan y Hespe se sonreían el uno al otro y Marten había logrado cazar un pavo silvestre para la cena.
Así que comimos y bromeamos. Y después de terminar de fregar los platos, Hespe contó su historia sobre el niño que amaba a la luna, comenzando otra vez desde el principio. Dedan mantuvo la boca milagrosamente cerrada y me atreví a tener la esperanza de que nuestro pequeño grupo estuviera, finalmente, comenzando a convertirse en un equipo.
***
Jax no tuvo ningún problema en seguir a la luna porque en esos días la luna estaba siempre llena. Colgaba en el cielo, redonda como una copa, brillante como una vela, toda inmutable.
Jax caminó durante días y días hasta que sus pies le dolieron. Caminó durante meses y meses y su espalda se cansaba bajo los paquetes. Caminó durante años y años y creció alto y delgado, agotado y hambriento.
Cuando necesitaba comida, intercambiaba los paquetes del calderero. Cuando sus zapatos se desgastaban el hacía lo mismo. Jax se hizo su propio camino, y creció inteligente y astuto.
A pesar de todo, Jax pensaba en la luna. Cuando comenzaba a creer que no podía dar un paso más, se colocaba las gafas binoculares y la buscaba, un vientre redondo en el cielo. Y cuando la veía, sentía un lento revuelo en el pecho. Y con el tiempo llegó a pensar que estaba enamorado.
Eventualmente, el camino que Jax siguió pasaba por Tinuë, así como todos los demás caminos. Sin embargo caminó, siguiendo el gran camino de piedra, hacia el este, en dirección a las montañas. El camino subía y subía. Se comió lo último que le quedaba de pan y lo último de su queso. Bebió lo último que le quedaba de agua y lo último de su vino. Caminó durante días sin nada de eso, con la luna haciéndose cada vez más grande en el cielo nocturno encima de él.
Justo cuando su fuerza estaba desfalleciendo, Jax escaló una colina y se encontró a un anciano sentado en la entrada de una cueva. Tenía una larga barba gris y una túnica larga del mismo color. No tenía cabello en su cabeza o zapatos en sus pies. Sus ojos estaban abiertos y su boca estaba cerrada.
Su cara se iluminó cuando vio a Jax. Él se puso de pie y sonrió. —Hola, hola, —dijo, con su voz clara y enriquecida—. Estás muy lejos de cualquier lugar. ¿Cómo está el camino hacia Tinuë?
—Largo, —dijo Jax—. Duro y pesado.
El anciano invitó a Jax a sentarse. Él le llevó agua, leche de cabra y frutas para comer. Jax comió con avidez, luego le ofreció al hombre un par de zapatos de sus paquetes a cambio.
—No hay necesidad, no hay necesidad, —dijo felizmente el anciano, moviendo los dedos de sus pies—. Pero gracias por ofrecérmelos de todos modos.
Jax se encogió de hombros. —Como quieras. Pero, ¿qué estás haciendo aquí, tan lejos de todo?
—Encontré esta cueva cuando salí a perseguir al viento, —dijo el anciano—. Decidí quedarme porque este lugar es perfecto para lo que hago.
— ¿Y eso qué es? — preguntó Jax.
—Soy un escuchador, —dijo el anciano—. Escucho las cosas para ver qué es lo que tienen que decir.
—Ah, —dijo Jax con cuidado—. ¿Y este es un buen lugar para eso?
—Bastante bueno. Excelente, —dijo el anciano—. Tienes que estar muy lejos de la gente antes de poder aprender a escuchar debidamente. —Sonrió—. ¿Qué te trae por mi pequeño rincón del cielo?
—Estoy tratando de encontrar la luna.
—Eso es bastante fácil, —dijo el anciano, señalando el cielo—. La vemos casi todas las noches, si el tiempo lo permite.
—No. Estoy tratando de atraparla. Si pudiera estar con ella, creo que podría ser feliz.
—El anciano lo miró seriamente. —Quieres atraparla, ¿verdad? ¿Cuánto tiempo has estado persiguiéndola?
—Más años y kilómetros de los que pueda contar.
El anciano cerró los ojos por un momento y luego asintió para sí mismo. —Lo puedo escuchar en tu voz. Esto no es un capricho pasajero. —El anciano se inclinó para acercarse y presionó su oído en el pecho de Jax. Cerró los ojos por otro buen rato y se quedó muy quieto—. Oh, —dijo dulcemente—. Qué triste. Tu corazón está roto y ni siquiera has tenido la oportunidad de usarlo nunca.
Jax se movió alrededor, un poco incómodo. —Si no te importa que te lo pregunte, —dijo Jax—, ¿Cuál es tu nombre?
—No me importa que preguntes, —dijo el anciano—. Siempre y cuando no te importe que no te lo diga. Si tuvieras mi nombre, estaría bajo tu poder, ¿no es así?
— ¿Lo estarías? —preguntó Jax.
—Por supuesto. —El anciano frunció el ceño—. Así son las cosas. Aunque no pareces saber mucho sobre escuchar, es mejor ser cuidadoso. Si te las arreglases para atrapar aunque sea sólo un pedazo de mi nombre, tendrías todo tipo de poder sobre mí.
Jax se preguntó si este hombre podría ser capaz de ayudarle. Si bien el anciano no parecía ser muy ordinario, Jax sabía que no estaba en ninguna misión ordinaria. Si hubiera estado tratando de atrapar a una vaca, le pediría ayuda a un granjero. Sin embargo, para atrapar a la luna, quizás necesitase la ayuda de un singular anciano.
Usted dijo que solía perseguir al viento, —dijo Jax—. ¿Alguna vez lo atrapó?
—En cierto modo sí, —dijo el anciano—. Y en otro, no. Hay muchas maneras de interpretar esa pregunta, como verás.
— ¿Podría ayudarme a atrapar la luna?
—Podría ser capaz de darte algún consejo, —dijo el viejo de mala gana—. Pero primero debes de pensar bien esto, chico. Cuando amas algo, tienes que asegurarte de que te corresponda, o tendrás un sinfín de problemas en atraparlo.
Hespe no miró a Dedan cuando dijo esto. Ella miró a todas partes menos a él. Por esta razón, ella no vio la mirada afligida e impotente en su rostro.
— ¿Cómo puedo descubrir si ella me ama? —Jax preguntó.
—Podrías tratar de escuchar, —dijo el anciano, casi con timidez—. Funciona de maravilla, sabes. Yo podría enseñarte cómo.
— ¿Cuánto tiempo llevará?
—Un par de años, —dijo el anciano—. Más o menos. Eso depende de si tienes una habilidad para esto. Es difícil, escuchar apropiadamente. Pero una vez que la tienes, conocerás la luna hasta las plantas de sus pies.
Jax negó con la cabeza. —Demasiado tiempo. Si puedo atraparla, puedo hablar con ella. Puedo hacer—
—Bueno, eso es justo parte de tu problema, —dijo el anciano—. Tú realmente no quieres atraparla. No en realidad. ¿Vas a perseguirla por el cielo? Por supuesto que no. Quieres conocerla. Esto significa que necesitas que la luna venga hacia ti.
— ¿Cómo puedo hacer eso? —dijo.
El anciano sonrió. —Bueno, esa es la pregunta, ¿no? ¿Qué tienes tú que la luna pueda desear? ¿Qué tienes tú para ofrecerle a la luna?
— Sólo lo que tengo en estos paquetes.
—Eso no es lo que quise decir, —murmuró el anciano—. Pero también podríamos echar un vistazo a lo que has traído.
El viejo ermitaño registro el primer paquete y encontró muchas cosas prácticas. Los contenidos del segundo paquete eran más caros y raros, pero no más útiles.
Entonces el anciano vio el tercer paquete. — ¿Y qué tienes ahí?"
—Nunca he sido capaz de abrirlo, —dijo Jax—. El nudo es demasiado para mí.
El ermitaño cerró los ojos por un momento, escuchando. Entonces abrió los ojos y le frunció el ceño a Jax. —El nudo dice que tú lo desgarraste. Lo pinchaste con un cuchillo. Lo mordiste con tus dientes".
Jax se sorprendió. —Lo hice, —admitió—. Ya te dije, he intentado todo para abrirlo.
—Casi todo, —dijo el ermitaño con desprecio. Levantó el paquete hasta que la cuerda de nudos se encontró frente a su rostro—. Lo siento mucho, —dijo—. Pero, ¿te abrirías? —Hizo una pausa—. Sí. Me disculpo. El no lo volverá a hacer. —El nudo se desenredo y el ermitaño abrió el paquete. Mirando el interior, sus ojos se ensancharon y dejó escapar un silbido.
Pero cuando el anciano extendió el paquete abierto en el suelo, los hombros de Jax se dejaron caer pesadamente. Él había estado esperando dinero o joyas, algún tesoro que pudiera dar a la luna como regalo. Pero todo lo que el paquete contenía era un trozo doblado de madera, una flauta de piedra y una pequeña caja de hierro.
De éstos, sólo la flauta llamó la atención de Jax. Estaba hecha de una piedra de color verde pálido. —Yo tuve una flauta cuando era más joven, —dijo Jax—. Pero se rompió y nunca pude arreglarla de nuevo.
—Todos estos son bastante impresionantes, —dijo el ermitaño.
—La flauta es bastante buena, —dijo Jax encogiendo sus hombros—. Pero ¿de qué sirve un trozo de madera y una caja demaciado pequeña para algo práctico?
El ermitaño negó con la cabeza. — ¿No puedes escucharlos? La mayoría de las cosas susurran. Pero estas gritan. —Señaló al trozo de madera torcido—. Esa es una casa plegable a menos que me equivoque. También es bastante buena.
— ¿Qué es una casa plegable?
— ¿Sabes cómo se puede doblar un pedazo de papel sobre sí mismo y cada vez se hace más pequeño? —El anciano señaló el trozo de madera torcido—. Una casa plegable es como eso. Excepto que es una casa, por supuesto.
Jax se apoderó del trozo de madera torcido y trató de enderezarlo. De repente estaba sosteniendo dos trozos de madera que parecían el comienzo del marco de una puerta.
— ¡No la despliegues aquí! —grito el anciano—. ¡No quiero una casa fuera de mi cueva, bloqueando la luz del sol!
Jax trató de juntar los dos trozos de madera de nuevo. — ¿Por qué no puedo volverla a doblar?
—Porque no sabes cómo hacerlo, supongo, —dijo el anciano con claridad—. Te sugiero que esperes hasta que sepas en donde deseas ponerla antes de desplegar el resto.
Con cuidado, Jax puso el trozo de madera en el suelo y cogió la flauta. — ¿Esta también es especial? —Se la puso en los labios y tocó un simple gorjeo así como un pajaro Lamento de Viuda.
Hespe sonrió burlonamente, llevó un familiar silbato de madera a sus labios y tocó: Ta-ta DEE. Ta-ta DEE.
Ahora, todo el mundo sabe que el lamento de viuda es también llamada Chirreo Nocturno o Chotacabras. Así que éste no sale cuando el sol está brillando. A pesar de esto, una docena de chotacabras voló y aterrizó alrededor de Jax, mirándolo con curiosidad y parpadeando en la brillante luz del sol.
—Parece ser más que una flauta ordinaria, —dijo el anciano.
— ¿Y la caja? —Jax la alcanzó y la recogió. Era oscura y fría, y lo suficientemente pequeña que podía cerrar su mano alrededor de ella.
El anciano se estremeció y apartó la mirada de la caja. —Está vacía.
— ¿Cómo puedes saberlo sin ver el interior?
— Escuchando, —dijo—. Me asombra que no puedas escucharlo tú mismo. Es lo más vacío que he oído nunca. Hace eco. Está hecha para mantener las cosas en su interior.
—Todas las cajas están hechas para mantener las cosas en su interior.
—Y todas las flautas están hechas para tocar música cautivadora, —señaló el anciano—. Sin embargo, esta flauta es más que eso. Lo mismo ocurre con esta caja.
Jax contempló la caja por un momento, luego la colocó con cuidado en el piso y comenzó a atar el tercer paquete con los tres tesoros en su interior. —Creo que voy a seguir mi camino, —dijo Jax.
— ¿Estás seguro de que no considerarías quedarte un mes o dos? —Dijo el anciano—. Podrías aprender a escuchar un poco más de cerca. Es algo útil, el escuchar.
—Me has dado algunas cosas en qué pensar, —dijo Jax—. Y creo que tienes razón, yo no debería estar persiguiendo a la luna. Debería hacer que la luna venga a mí.
—Eso no es lo que realmente dije, —murmuró el anciano. Pero lo hizo de una manera resignada. Como oyente experto que era, sabía que no estaba siendo escuchado.
Jax partió a la mañana siguiente, siguiendo a la luna más arriba en las montañas. Eventualmente, encontró un grande y llano pedazo de terreno ubicado arriba entre los picos más altos.
Jax sacó el trozo torcido de madera y poco a poco, comenzó a desplegar la casa. Con toda la noche por delante, tenía la esperanza de tenerla lista mucho antes de que la luna comenzara a alzarse.
Pero la casa era mucho más grande de lo que había imaginado, era más una mansión que una simple casa de campo. Es más, el despliegue de la casa fue más complicado de lo que había esperado. En el momento en que la luna llegó a la cima del cielo, él todavía estaba lejos de terminar.
Tal vez Jax se apresuró a causa de esto. Tal vez fue descuidado. O tal vez era sólo que Jax no tuvo suerte como siempre.
Al final, el resultado fue el mismo: la mansión era magnífica, enorme y en expansión. Sin embargo, no encajaba correctamente. Habían escaleras que conducían hacia los lados en lugar de arriba. Algunas habitaciones tenían muy pocas paredes o demasiadas. Muchas de las habitaciones no tenían techo y muy arriba mostraban un extraño cielo lleno de estrellas desconocidas.
Todo el lugar estaba un poco sesgado. En un cuarto podías ver por la ventana las flores de primavera, mientras que en el pasillo las ventanas estaban empañadas por el hielo del invierno. Podría ser la hora del desayuno en el salón de baile, mientras el crepúsculo llenaba el dormitorio de al lado.
Debido a que nada en la casa era exacto, ninguna de las puertas o ventanas ajustaban perfectamente. Estas podían estar cerradas, incluso con llave, pero nunca aseguradas. Y tan grande como era, la mansión tenía una gran cantidad de puertas y ventanas, así que había un gran número de maneras de entrar y salir.
Jax no hizo caso a nada de esto. En cambio, corrió a la cima de la torre más alta y puso la flauta en sus labios.
Tocó una dulce canción en el claro cielo nocturno. No un simple gorjeo, esta fue una canción que salía de su roto corazón. Era fuerte y triste. Se agitaba como un pájaro con el ala rota.
Escuchando esto, la luna bajo hacia la torre. Pálida, redonda y hermosa, se paró frente a Jax en toda su gloria y por primera vez en su vida, Jax sintió un único soplo de alegría.
Entonces hablaron, en la cima de la torre. Jax le contaba sobre su vida, de su apuesta y de su largo y solitario viaje. La luna escuchaba, reía y sonreía.
Pero, finalmente, ella miró con nostalgia hacia el cielo.
Jax sabía que quería decir eso. —Quédate conmigo, —suplicó—. Sólo puedo ser feliz si eres mía.
—Tengo que irme, —dijo—. El cielo es mi hogar.
—Hice una casa para ti, —dijo Jax, señalando a la vasta mansión debajo de ellos—. Aquí hay suficiente cielo para ti. Un cielo vacío que es todo para ti.
—Tengo que irme, —dijo—. He estado lejos demasiado tiempo.
Jax levantó su mano como si fuera a agarrarla, luego se detuvo. —Tiempo es lo que hacemos aquí, —dijo—. Tu dormitorio puede ser invierno o primavera, todo de acuerdo a tu deseo.
—Tengo que irme, —dijo ella, mirando hacia arriba—. Pero volveré. Yo estoy siempre e incambiable. Y si tocas tu flauta para mí, te visitaré de nuevo.
—Yo te he dado tres cosas, —dijo Jax—. Una canción, una casa y mi corazón. Si te tienes que ir, ¿no me darás tres cosas a cambio?
Ella se echó a reír, llevando las manos a sus costados. Estaba desnuda como la luna. — ¿Qué tengo yo que pueda dejarte? Pero si está en mí el concedértelo, pídemelo y yo te lo daré.
Jax tenía la boca seca. —En primer lugar, te pediría el roce de tu mano.
—Una mano roza la otra, y concedo tu petición. —Ella se acercó a él, su mano era suave y firme. Al principio, parecía algo fría, después maravillosamente cálida. A Jax le corrió la piel de gallina por sus brazos.
—En segundo lugar, te ruego un beso, —dijo.
—Una boca prueba la otra y concedo tu petición. —Ella se inclinó para acercarse a él. Su aliento era dulce, sus labios firmes como frutas. El beso le quitó el aliento a Jax y por primera vez en su vida, su boca se torció en el comienzo de una sonrisa.
— ¿Y cuál es la tercera cosa? —preguntó la luna. Sus ojos eran oscuros y sabios, su sonrisa era plena y maliciosa.
"Tu nombre, —sopló Jax—. Para que pueda llamarte por él.
—Un cuerpo... —la luna comenzó a decir, dando un paso hacia delante con entusiasmo. —Luego hizo una pausa—. ¿Sólo mi nombre? —preguntó, deslizando su mano alrededor de la cintura de Jax.
Jax asintió.
Ella se inclinó para acercarse y habló cálidamente contra su oído, —Ludis.
Jax sacó la caja de hierro negro, cerrando la tapa y atrapando su nombre en el interior.
—Ahora tengo tu nombre, —dijo con firmeza—. Así que tengo dominio sobre ti. Y digo que debes quedarte siempre conmigo, para que yo pueda ser feliz.
Y así fue. La caja ya no estaba fría en su mano. Estaba cálida y dentro Jax pudo sentir el nombre de ella, revoloteando como una polilla contra el cristal de una ventana.
Tal vez Jax había sido demasiado lento cerrando la caja. Tal vez se enredó con el cierre. O tal vez simplemente tenía mala suerte para todo. Pero al final sólo logró atrapar un pedazo del nombre de la luna y no este entero.
Así que Jax pudo quedársela por un rato, pero ella siempre se escabullía de él. Fuera de su rota mansión y de vuelta a nuestro mundo. Pero todavía, Jax tiene un pedazo de su nombre, y por eso ella siempre debe regresar.
***
Hespe nos miró, sonriendo. —Y es por eso que la luna siempre está cambiando. Y ahí es donde Jax la mantiene cuando no está en nuestro cielo. Él la atrapó y la mantiene consigo todavía. Pero si él es feliz o no, eso sólo lo sabe él.
Hubo un largo momento de silencio.
—Esa, —dijo Dedan—, Es un historia impresionante.
Hespe miró hacia abajo y aunque la luz del fuego lo hacía difícil de ver, yo habría apostado un penique a que se estaba sonrojando. La dura Hespe, quién hubiera imaginado que había una gota de timidez en ella. —Me tomó un largo tiempo recordar toda la historia, —dijo—, Mi madre solía contármela cuando yo era una niña. Cada noche, siempre la misma historia. Ella dijo que la aprendió de su madre.
—Bueno, tendrás que asegurarte de contársela a tus hijas también, —dijo Dedan—. Una historia como esa es demasiado buena como para dejarla caer al margen del camino.
Hespe sonrió.
Por desgracia, esa pacifica noche fue como la calma que pasaba en el centro de una tormenta. Al día siguiente Hespe hizo un comentario que ocasionó que Dedan tuviera un arranque de furia y durante dos horas apenas podían mirarse el uno al otro sin dejar de sisear como gatos furiosos.
Dedan trató de convencer a todos de que debíamos renunciar a nuestra búsqueda y en lugar de eso alistarnos como guardias de caravana, con la esperanza de que los bandidos nos atacaran. Marten dijo que eso tenía tanto sentido como tratar de encontrar una trampa para osos poniendo tu pie en ella. Marten tenía razón, pero eso no evitó que Dedan y el rastreador se golpeasen el uno al otro durante el próximo par de días.
Dos días más tarde, Hespe dio un alarmante y sorprendente grito de niña mientras se estaba bañando. Corrimos en su ayuda, esperando a los bandidos y en lugar de eso, encontramos a Tempi desnudo, metido en el arroyo hasta las rodillas. Hespe estaba en la orilla medio vestida y mojada. A Marten le pareció muy divertido. A Hespe no. Y lo único que mantuvo a Dedan de estallar en ira y atacar a Tempi fue el hecho de que no pudo encontrar la manera de atacar a un hombre desnudo, sin mirar en su dirección o de hecho, tocárlo.
El día siguiente, el clima se volvió brumoso y húmedo, amargando el estado de ánimo de todos y frenando nuestra búsqueda aún más.
Entonces comenzó a llover.