lunes, 29 de agosto de 2011

Capitulo 53

 Hellooo a todo mundoo!! bueno primero que nada este capitulo fue traducido por Juanma y estaba.. impecable! Dioos!! jeje, le cambie por mucho una palabra y un puñado de letras :D
Okaaaay tenemos una situacion aqui! Veran otro traductor me habia pedido para traducir los capitulos 53, 54 y 55, yo le respondi q el 53 ya lo tenia Juanma y que los otros dos si podia hacerlos pero parece q ya habia comenzado el 53 entonces me lo mando unos dias despues, cuando le pregunte me dijo lo que ya les dije y cuando le pregunte sobre los otros dos capitulos pues.. aun me me ha respondido, asi que estan disponibles de nuevo, quien los toma???
Emmm tambien! voy a imprementar un nuevo sistema para evitar estas cosas, pero no se preocupen traductores, no sera algo muy drastico jeje, solo dejenme organizarlo bien y ya les estare diciendo n__n
Okaas pues lean!

Capítulo 53
La pendiente


Crucé cojeando las puertas de Severen andrajoso, hambriento y sin dinero. El hambre no me es desconocida. Conozco las innumerables formas huecas que va creando en tu interior. Ésta hambre en particular no era una de las terribles. Había comido dos manzanas y algo de cerdo en salazón el día anterior, así que ésta hambre sólo era doloroso. No era el hambre mala que te deja débil y temblando. Estaría a salvo de eso durante al menos ocho horas o así. Durante los últimos dos ciclos todo lo que poseía se había perdido, destruido, sido robado o abandonado. La única excepción era mi laúd. El maravilloso estuche de Denna se había amortizado él solo diez veces durante mi viaje. Además de salvarme la vida en una ocasión, había protegido mi laúd, la carta de presentación de Threpe y el inestimable dibujo de los Chandrian de Nina

Puede que te des cuenta de que no incluyo nada de ropa en mi lista de pertenencias. Hay dos buenas razones para ello. La primera es que en realidad no podrías llamar a los mugrientos harapos que llevaba ropa sin extender la verdad hasta su punto de rotura. La segunda es que las había robado, así que no parecía correcto proclamarlas como mías.

Lo más molesto era la perdida de la capa de Fela. Me vi obligado a romperla a tiras y usarla como vendas en Junpui. Casi tan malo era el hecho de que mi gram, que tanto trabajo me costó, yacía ahora en algún lugar en el fondo de las frías y oscuras aguas del mar de Centhe.

***

La ciudad de Severen estaba dividida en dos partes diferentes por un alto acantilado blanco. La mayoría de la vida de negocios de la ciudad tomaba lugar en la parte más grande de la ciudad, al pie del acantilado, acertadamente conocida como la Pendiente

Sobre la Pendiente se encontraba una parte mucho más pequeña de la ciudad. Consistía en su mayor parte de fincas y señoríos que pertenecían a la aristocracia y a mercaderes acomodados. También disponía de un apropiado número de sastres, establos, teatros y burdeles necesarios para abastecer las necesidades de la clase alta.

El inhóspito risco de piedra blanca parecía como si hubiera sido alzado para darle a la nobleza una mejor vista del paisaje. A medida que se alejaba hacia el noreste y el sur, perdía altura e imponencia, pero donde dividía Severen medía doscientos pies de alto y se elevaba como un muro de jardín.

En el centro de la ciudad, una gruesa península de acantilado sobresalía de la peninsula. Colgando en este sobresaliente trozo de risco se encontraban los terrenos del Maer Alveron. Sus paredes de piedra pálida eran visibles desde cualquier parte de la ciudad que estaba debajo. El efecto era intimidante, como si el hogar ancestral del Maer te mirara fijamente desde lo alto.

Verlo sin una moneda en mis bolsillos o un atuendo decente encima era bastante intimidante. Había planeado llevar la carta de Threpe directamente al Maer a pesar de mi desaliñado estado, pero mirando aquellos enormes muros de piedra me di cuenta de que probablemente no me dejarían entrar por la puerta principal. Parecía un mendigo asqueroso.

Tenía pocos recursos y aún menos opciones entre las que elegir. Con la excepción de Ambrose en la baronía de su padre, algunas millas al sur, no conocía un solo alma en toda Vintas.

He mendigado antes y he robado. Pero sólo cuando no tenía otras opciones disponibles. Son actividades peligrosas y sólo un completo idiota intentaría hacerlo en una ciudad desconocida, aún menos en un país entero desconocido. Aquí en Vintas ni siquiera conocía las leyes que podría estar rompiendo.

Así que apreté los dientes y elegí la que me parecía la única opción disponible. Deambulé descalzo a través de las calles empedradas de Severen Bajo hasta que encontré una tienda de empeños en una de las mejores partes de la ciudad.

Me quedé al otro lado de la calle casi una hora, observando a la gente ir y venir, intentando pensar en una opción mejor. Pero simplemente no tenía ninguna. Así que saqué la carta de Threpe y el dibujo de Nina del compartimento secreto del estuche de mi laúd, crucé la calle y empeñé mi laúd y mi estuche por ocho nobles de plata y una nota.

Si has tenido el tipo de vida fácil que nunca te ha llevado a una casa de empeños déjame explicártelas. La nota es un tipo de recibo y con él, podría comprar mi laúd de nuevo por la misma cantidad de dinero, siempre y cuando lo haga en los siguientes once días. El duodécimo día se convierte en propiedad del prestamista, quien no dudaría en darme la espalda y venderlo por diez veces esa cantidad.

De vuelta en la calle, sopesé las monedas. Parecían delgadas e insustanciales comparadas con la moneda Ceáldica o los pesados peniques de la Mancomunidad con los que estaba familiarizado. Aun así, el dinero se gasta igual en todas las partes del mundo y siete de esos nobles me compraron unos magníficos ropajes dignos de un caballero, además de un par de suaves botas de cuero. Con lo que me sobró me pagué un corte de pelo, afeitado, baño y la que fue mi primera comida sólida en tres días. Después de eso me encontraba de nuevo sin una sola moneda, pero me sentía mucho más seguro de mí mismo.

Aun así, sabía que sería difícil abrirme camino hasta el Maer. Los hombres con su grado de poder viven entre varias capas de protección. Hay formas tradicionales y elegantes de atravesar esas capas: presentaciones y audiencias, mensajes y anillos, tarjetas de visita y lamer culos.

Pero sólo tenía once días para desempeñar mi laúd, mi tiempo era demasiado precioso para eso. Necesitaba establecer contacto con Alveron rápidamente.

Así que me dirigí al pie de la Pendiente y encontré un pequeño café que atendía a una distinguida clientela. Usé una de mis preciadas monedas restantes para comprar una taza de chocolate y un asiento con vistas a la mercería del otro lado de la calle.

Durante las siguientes varias horas escuché los rumores que fluían a través de aquellos lugares. Y mejor aún, me gané la confianza de un chico listo que trabajaba en el café, esperando rellenar mi taza si así lo deseaba. Con su ayuda y poniendo un poco la oreja aprendí bastante acerca de la corte del Maer en muy poco tiempo.

Al tiempo las sombras se alargaron y decidí que era hora de moverme. Llamé al chico y apunté al otro lado de la calle.

— ¿Ves ese señor? ¿El del traje rojo?

—Sí, señor.

—¿Sabes quién es?

—El escudero Bergon, si le parece bien.

Necesitaba a alguien más importante que eso.

—¿Qué hay de su enfadado compañero, el que tiene ese horrible sombrero amarillo?

El chico ahogó una sonrisa.

—Ése es el Baronet Pettur.

Perfecto. Me acerqué y le di una palmada en la espalda a Jim en la espalda.

—Te irá bien por tu cuenta con una memoria como ésa. Consérvala bien.

Le dí medio penique y paseé hasta donde estaba parado el baronet, toqueteando una borla de terciopelo verde oscuro.

No hace falta decir que, en términos de status social, no hay nivel más bajo que Edena Ruh. Incluso dejando a un lado mi herencia, era un plebeyo sin tierras. Eso significaba que en términos de posición social el baronet estaba tan alto sobre mí como una estrella, no debería de ser capaz ni de mirarlo a la cara. Una persona de mi posición debería dirigirse a él como “mi señor”, evitando el contacto visual y haciendo profundas reverencias de forma humilde.

La verdad sea dicha, una persona de mi posición social no debería hablarle en absoluto.

Las cosas eran diferentes en la Mancomunidad, por supuesto. Y la Universidad en sí era particularmente igualitaria. Pero incluso allí la nobleza aún era rica y poderosa y estaba bien conectada. La gente como Ambrose no tendría la más mínima consideración con gente como yo. Y si las cosas se ponían difíciles, él siempre podía acallar o sobornar algún juez para librarse de los problemas.


Pero ahora estaba en Vintas. Aquí Ambrose no necesitaría sobornar al juez. Si yo hubiera empujado accidentalmente al Baronet Pettur en la calle cuando aún estaba descalzo y fangoso podría haberme dado latigazos hasta sangrar para luego llamar a un guardia para que me arrestara por alteración del orden público. El guardía lo habría hecho, con una sonrisa y un asentimiento.

Déjame intentar decir esto más concisamente. En la Mancomunidad, la nobleza es gente con poder y dinero. En Vintas, la nobleza tiene poder, dinero y privilegios. Muchas reglas simplemente no se aplican a ellos.

Lo que significa que en Vintas las clases sociales eran de suma importancia.

Lo que significaba que si el baronet supiera que estaba por debajo de él, me arrollaría, bastante literalmente. Por otro lado...

Mientras cruzaba la calle hacia el baronet, enderecé mis hombros y elevé un poco mi barbilla. Puse mi cuello rígido y entrecerré ligeramente mis ojos. Miraba alrededor como si poseyera la calle entera y como si estuviera algo decepcionado.

—¿Baronet Pettur? —dije vivamente.

El hombre me miró, con una ligera sonrisa, como si no pudiera decidir si me había reconocido o no.

—¿Sí?

Hice un gesto cortante hacia la Pendiente.

—Le estarías haciendo un gran servicio al Maer si me acompañaras a su propiedad lo antes posible —mantuve una expresión severa, casi enfadada.

—Bueno, seguramente —sonaba cualquier cosa menos seguro. Podía percibir las preguntas, las excusas comenzando a bullir dentro de él—. ¿Q...?

Perforé al baronet con mi mirada más altiva. Puede que los Edena estén en el peldaño más bajo de la escalera social, pero no hay mejores actores vivos. Había sido criado en el escenario y mi padre podía interpretar un rey tan majestuoso que había visto gente entre el público quitándose el sombrero cuando hacía su entrada.

Puse mis ojos tan duros como ágatas y miré al hombre colorado de arriba a abajo como si fuera un caballo por el que no estaba seguro de si debía molestarme en apostar.

—Si el asunto no fuera urgente, nunca le importunaría de esta forma —dudé, luego añadí un duro y reacio—. Señor.

El Baronet Pettur me miró a los ojos. Estaba ligeramente desconcertado, pero ni mucho menos tanto como había pensado. Como la mayoría de la nobleza, estaba centrado en sí mismo como un giroscopio y la única cosa que evitaba que me tratara con desprecio era su incertidumbre. Me miró, tratando de decidir si podía arriesgarse a ofenderme preguntándome mi nombre y de qué nos conocíamos.

Pero aún tenía un truco final que jugar. Saqué la delgada y afilada sonrisa que el camarero del Hombre Gris usaba cuando iba a visitar a Denna durante aquellos meses. Como había dicho, era una buena sonrisa: cortés, educada y más condescendiente que si me hubiera acercado y hubiera acariciado al hombre en la cabeza como si fuera un perro.

El Baronet Pettur soportó el peso de la sonrisa durante casi un segundo entero. Luego se partió como un huevo, sus hombros bajaron un poco e incluso su actitud se convirtió en ligeramente servil.

—Cualquier servicio que pueda prestar al Maer es un servicio que me alegro de prestar —dijo—, por favor, permítame —se adelantó dirigiéndose al pie del precipicio.

Mientras le segúia, sonreí.



8 comentarios:

  1. Muchisimas graciasssssssssssssssss............ desde caracassss.....venezuela....

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  2. que otra trilogia estabas leyendo?????? sabes que de repende me di cuenta que ya no me pide contrasena... good....

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  3. Que gran capitulo! Aunque espero que todos estos saltos e incognitas en la historia tengan luego respuesta, me molestan bastante.

    Muchas gracias por seguir traduciendo, haceis que la espera del libro sea mucho más ligera.

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  4. Hay algunas palabras repetidas dentro de una misma frase, me imagino que fue un problema al transcribir el capítulo al blog. A parte de eso esta perfecto, muy fluido a la hora de leer.

    A ver que nos depara Kvothe en los próximos capítulos xD

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  5. No era la pendiente, es ás correcto "El Escarpado"

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  6. Muchas gracias a esta hermosa traductora (y en general a todos los demás) por este favor que nos hace a quienes esperamos con ansias leer el libro y por su puesto comprarlo luego (porque seamos sinceros el autor lo merece).

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  7. Emm este capitulo lño tradujo Juanma! es un chico jeje

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  8. Es que queda esa foto y uno que más piensa, pero igual, gracias a todos los traductores, hasta ahora veo este foro y por eso no he dado agradecimiento en los anteriores capítulos

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