miércoles, 8 de junio de 2011

Capitulo 11

Bueno primero que nada tengo que decir como sera esto apartir de ahora, seguire subiendo las traducciones de los capitulos, tecnicamente puedo hacer eso ya que la nuevas entradas no me las han reportado obiamente ya que no existen xD, pero seguramente lo haran tarde que temprano, esperemos que sea tarde. bueno ya saben cualquier cosa imprevista corran a la paginita del face.
Persona encargada del copyright: No queremos molestarlo, si fuera tan amable de olvidarse de nuestro blog haria felices a al menos 73 personas XDD.

Bueno otra cosa, muchas gracias a todos por ser tan comprencivos, ya fue mi examen y me fue muy bien, ahora solo tengo que esperar resultados, tambien ya les he contado que tengo problemas con comprometerme con las cosas, mi maximo son 3 semanas asi que me sento muy bien descanzar una semanita, han sido pacientes como dos piedras (ya entenderan...XD) y revisando el capitulo vi que lo podria haber colgado antes por que estaba tan bien traducido por Charlie que me llevo muy pokito tiempo, pero buenoo ya aqui esta n__n.

Mañana el 12, emmm es todo, este capitulo me encanta! :D

Capitulo 11
El Refugio

Volví a la Universidad de buen humor a pesar de la carga de mi nueva deuda. Hice algunas compras, recogí mi laúd y me encaminé hacia la salida por encima de los tejados.

Desde dentro, La Principalía era una pesadilla para orientarse: un laberinto irracional de pasillos y escaleras que conducían a ninguna parte. Pero moverme a través de su revoltijo de tejados era mas fácil que nada. Recorrí el camino hasta un pequeño patio que en algún momento de la construcción del edificio había quedado inaccesible, atrapado como una mosca en ámbar.

Auri no estaba esperándome, pero ese fue el primer sitio donde la había encontrado, y en las noches claras a veces salía para observar las estrellas. Me aseguré de que las aulas que daban al patio estaban oscuras y vacías, entonces saqué mi laúd y comencé a afinarlo.

Había estado tocando durante casi una hora cuando oí un movimiento susurrante en la frondosa vegetación del patio. Luego Auri apareció, subiendo a toda prisa desde un nudoso manzano y hasta el tejado.

Corrió hacia mí, con sus pies descalzos brincando ligeramente sobre la brea, y su pelo ondeando detrás. “¡Te escuche!” me dijo mientas se acercaba. “¡Te escuche todo el camino desde Brincos!”

“Creo recordar” dije despacio, “que iba a tocar música para alguien”

“¡Para mi!” Puso ambas manos cerca de su pecho, sonriendo. Se movía de un pie a otro, casi bailando del entusiasmo. “Toca para mi!” He tenido tanta paciencia como dos piedras juntas“, dijo. “Llegas justo a tiempo. No podría haber tenido tanta paciencia como tres piedras.”
“Bien” Dije vacilante. “Supongo que todo depende de lo que me hayas traído.” Ella se rió, levantándose sobre las almohadillas de sus pies, sus manos todavía entrelazadas, cerca de su pecho. ”¿Qué me has traído tu?”
Me arrodillé y comencé a desatar mi paquete. “Te he traído tres cosas” dije. “Que tradicional”, dijo, sonriendo. “Estas siendo todo un joven caballero esta noche.”
“Lo soy.” Saqué una botella pesada y oscura.
La cogió con ambas manos. “Quien la ha hecho?”
“Abejas,” dije. “Y cerveceros en Bredon.”

Auri sonrió. “Eso son tres abejas,” dijo, y puso la botella al lado de sus pies. Saqué una rebanada redonda de pan fresco de cebada. Ella alargo la mano y la toco con un dedo, asintió aprobándola así.

Por último saqué un salmón ahumado entero. El solo, había costado 4 drabines, pero me preocupaba que Auri no consiguiese suficiente carne donde quiera que ella gorroneara cuando yo no estaba cerca. Sería bueno para ella.

Auri lo miró con curiosidad, inclinando su cabeza para mirar en su único ojo abierto. “Hola pez”, dijo. Entonces volvió a mirarme. “¿Tiene algún secreto?”
Asentí. “Tiene un arpa en lugar de corazón.”
Volvió a mirar para abajo. “Con razón parece tan sorprendido.”
Auri cogió el pescado de mis manos y lo tumbó cuidadosamente sobre el tejado. “Ahora levántate. Tengo tres cosas para ti, como no podía ser de otra manera.”
Me puse de pie y ella me tendió algo envuelto en un trozo de tela. Era una vela delgada que olía a lavanda. “Que hay dentro?” Pregunté.
“Sueños felices,” dijo. “Los he puesto ahí para ti.”
Giré la vela sobre mis manos, una sospecha se formaba en mi cabeza. “¿Has hecho esto tu misma?”
Ella asintió y me dedico una sonrisa alegre. “Lo hice. Soy terriblemente inteligente.”
Lo metí cuidadosamente en uno de los bolsillos de mi abrigo. “Gracias, Auri.”
Auri se puso seria. “Ahora cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo.”
Confundido, cerré los ojos y me agache por la cintura, preguntándome si me habría hecho un sombrero también.

Sentí sus manos a cada lado de mi cara, entonces ella me dio un pequeño, delicado beso en mitad de la frente.

Sorprendido, abrí mis ojos. Pero ya estaba de pie a varios pasos de mí, sus manos cerradas con nerviosismo detrás de la espalda. No puede pensar en nada que decir.

Auri dio un paso adelante. “Eres especial para mi”, dijo con seriedad, su era cara grave. “Quiero que sepas que siempre cuidare de ti.” Ella alargo las manos con indecisión y me acaricio la mejilla. “No. Nada de eso esta noche” Este es tu tercer regalo. Si las cosas se ponen mal, puedes venir y quedarte conmigo en la Subrealidad. Se está bien allí, y estarías seguro.”
“Gracias Auri,” dije tan pronto como fui capaz. “Tu también eres especial para mi.”
“Por supuesto que lo soy,” dijo convencida. “Soy tan encantadora como la luna.”
Recuperé la compostura mientas Auri salto hasta un trozo de tubería de metal que sobresalía de una chimenea y la usó para quitar la chapa de la botella. Entonces la trajo de vuelta, sosteniéndola cuidadosamente con ambas manos.
“Auri,” Pregunté. “No tienes los pies fríos?”
Ella se miro los pies. “La brea me gusta” dijo, moviendo sus dedos gordos. “Todavía esta caliente del sol.”
“Te gustarían un par de zapatos?”
“¿Que tendrían dentro?” pregunto.
“Tus pies,” dije. “Pronto será invierno.”
Ella se encogió de hombros.
“Tus pies estarán fríos.”
“No salgo para estar encima de cosas durante el invierno,” dijo. “No es demasiado agradable.”

Antes de que pudiera responder, Elodin apareció alrededor de una larga chimenea de ladrillo tan casualmente como si estuviese dando un paseo al atardecer.

Los tres nos miramos durante un momento, cada uno de nosotros sobresaltado a su manera. Elodin y yo estábamos sorprendidos, pero por el rabillo del ojo vi a Auri quedarse perfectamente rígida, como un ciervo listo para salir corriendo hacia la seguridad.

“Maestro Elodin,” dije en mi tono más amable y educado, deseando que no hiciese nada que pudiese poner a Auri en fuga. La última vez que se había espantado y vuelto bajo tierra le había llevado un ciclo completo reaparecer. “Que bueno verle.”

“Hola chicos,” dijo Elodin, haciendo juego perfectamente con mi tono casual. Como si no hubiera nada extraño en nosotros tres encontrándonos sobre un tejado en mitad de la noche. Aunque pensándolo bien, podría no ser muy raro conociéndole.

“Maestro Elodin.” Auri deslizó un pie desnudo detrás del otro y tiro del borde del andrajoso vestido haciendo una pequeña reverencia.

Elodin permaneció en la sombra de la alta chimenea de ladrillo. Hizo una curiosamente formal reverencia en respuesta. No podía ver su cara en detalle, pero podía imaginar sus ojos curiosos examinando a la débil y abandonada chica descalza, con el aura de cabello flotando al viento. “¿Y que os trae a los dos por aquí esta magnifica noche?”. Preguntó Elodin.

Me puse tenso. Las preguntas eran peligrosas con Auri.

Afortunadamente, esta no pareció molestarla. “Kvothe me ha traído cosas preciosas”, dijo. “Me ha traído cerveza de abejas y pan de cebada y un pescado ahumado con un arpa donde debería estar su corazón.

“Ah”, dijo Elodin, alejándose de la chimenea. El tanteo sus ropas hasta que encontró algo en un bolsillo. Se lo ofreció. “Me temo que solo he podido traer una fruta cinnas.”
Auri hizo un pequeño paso de baile hacia atrás y no hizo ningún movimiento para cogerla “¿Has traído algo para Kvothe?”
Esto pareció coger a Elodin fuera de juego. Se quedo incomodo un momento, con el brazo extendido. “Me temo que no”, dijo. “Pero no me imagino que Kvothe haya traído algo para mi tampoco...”
Los ojos de Auri se estrecharon, y frunció un poco sus cejas, desaprobando con fiereza.
“Kvothe ha traído música,” dijo severamente, “Que es para todos.”
Elodin hizo otra pausa, y debo admitir que me disfrute viéndolo desconcertado por la conducta de alguien por una vez. Se giró e hizo una media reverencia en mi dirección. “Mis disculpas,” dijo.
Realice un gesto gentil. “No es nada.”
Elodin se giró de vuelta hacia Auri y tendió su mano una segunda vez.

Ella dio dos pequeños pasos adelante, dudó, dio dos más. Levantó la mano lentamente, puso su mano sobre la pequeña fruta, entonces dio varios pasos alejándose, llevando ambas manos cerca de su pecho. “Muchas gracias,” dijo, haciendo otra pequeña reverencia. “Ahora, puedes unirte a nosotros si quieres. Y si te comportas, puedes quedarte y escuchar tocar a Kvothe después.” Ella ladeo un poco la cabeza, como preguntando.

Elodin dudó, entonces asintió.

Auri fue correteando hacia el otro lado del tejado, luego abajo hasta el patio a través de las ramas desnudas del manzano.

Elodin, la observo marcharse. Cuando ladeo su cabeza, hubo justo suficiente luz de luna para que pudiese ver una expresión pensativa en su cara. Sentí una repentina y fuerte ansiedad anudaba mi estomago. “¿Maestro Elodin?”

Giro la cara hacia mí. “¿Hmm?”.

Sabia por experiencia que solo le llevaría tres o cuatro minutes coger lo que fuera que trajese de la Subrealidad. Necesitaba hablar rápido.

“Sé que parece extraño,” dije “Pero debe ser muy cuidadoso. Ella es muy nerviosa. No intente tocarla. No haga movimientos repentinos. Eso la espantaría.”

La expresión de Elodin estaba de nuevo escondida en la sombra. “¿Lo hará ahora?” dijo.

“Ruidos fuertes también. Incluso una risa fuerte. Y no puede preguntarle nada que se asemeje a una pregunta personal. Ella simplemente correría si lo hace.” Respiré profundamente, mi mente volaba. Tenía los argumentos en mi cabeza, y con suficiente tiempo confiaba mi habilidad para poder convencer a cualquiera de cualquier cosa. Pero Elodin era simplemente demasiado impredecible para ser manipulado.

“No puede contarle a nadie que ella esta aquí.” Salio más forzadamente de lo que yo pretendía, e inmediatamente me arrepentí de las palabras que había elegido. No estaba en posición de dar ordenes a uno de los maestros, incluso si el estaba mas que medio loco. “Lo que quiero decir,” dije rápidamente, “es que lo tomaría como un gran favor personal si no la menciona a nadie.”

Elodin me dedico una larga y especulativa mirada. “¿Y eso porqué, Re’lar Kvothe?”

Sentí que rompía a sudar al advertir fría diversión en su tono. “La meterían en el Refugio”, dije. “Usted de entre todos…” Me detuve, mi garganta se estaba secando.

Elodin me miro de arriba abajo, su cara era poco más que una sombra, pero podía sentirlo frunciendo el ceño. “ De entre todos yo que, Re’lar Kvothe? Crees conocer mis sentimientos hacia el Refugio?”

Sentí toda mi elegante, semi-planeada persuasión caer destrozada a mis pies. Y de repente me sentí como si estuviera de vuelta en las calles de Tarbean, con un gran nudo de hambre, mi pecho lleno angustiante desesperanza mientras trataba de agarrarme a las mangas de pescadores y mercaderes, suplicando por peniques, medios peniques, ardites. Suplicando por cualquier cosa que me permitiese conseguir algo de comer.

“Por favor,” le dije. “Por favor, maestro Elodin, si la persiguen se esconderá y no seremos capaces de encontrarla. No está del todo bien de la cabeza, pero es feliz aquí. Y yo puedo cuidar de ella. No mucho, pero un poco. Si la cogen sería incluso peor. El Refugio la mataría. Por favor maestro Elodin, haré todo lo que usted quiera. Tan solo no se lo cuente a nadie.”

“Silencio”, dijo Elodin. “Esta llegando.” Alargo la mano para agarrar mi hombro, y la luz de la luna cayó sobre su cara. Su expresión no era par nada ni fiera ni dura. No había nada aparte de perplejidad y preocupación. “Dioses, estas temblando. Respira y cambia la cara. La asustaras si te ve de esta manera.”

Respire hondo y luché por relajarme. La expresión preocupada de Elodin se desvaneció y dio un paso atrás soltando mi hombro.

Me volví a tiempo para ver a Auri cruzar corriendo al tejado hacia nosotros, con sus brazos llenos. Ella se paró a poca distancia de nosotros, mirándonos, antes de hacer el resto del camino, andando cuidadosamente como una bailarina hasta situarse donde había estado originalmente. Entonces se sentó con delicadeza sobre el tejado, cruzando sus piernas debajo de ella. Elodin y yo también nos sentamos, ni de lejos tan grácilmente.

Auri, desdobló una tela, y la extendió cuidadosamente entre los tres. Coloco una fuente lisa de madera en el centro. Saco la fruta cinnas y la olisqueo, con sus ojos inquisidores sobre ella. “¿Que hay en esto?” pregunto a Elodin.

“Luz del sol”, dijo con facilidad, como si hubiese esperado la pregunta. “Y luz del sol del inicio de la mañana de hecho.”

Se conocían. Por supuesto. Por eso es que ella no había salido corriendo de entrada. Sentí como la sólida barra de tensión entre mis omoplatos se relajaba ligeramente.

Auri olisqueó la fruta otra vez y pareció pensativa durante un momento. “Es hermosa”, declaró. “pero las cosas de Kvothe son todavía mas hermosas.”

“Eso es evidente,” dijo Elodin. “Cuento con que Kvothe es una persona mas agradable que yo”
“Eso no hay ni que decirlo,” dijo Auri con remilgos.

Auri sirvió la cena, compartiendo el pan y el pescado con cada uno de nosotros. Ella también aportó un achaparrado tarro de arcilla con aceitunas en salmuera. Me alegró ver que ella podía proveerse por si misma cuando yo no andaba por allí.

Auri me sirvió cerveza en mi acostumbrada taza de te de porcelana. A Elodin le tocó un pequeño tarro de cristal del tipo que suele usarse para guardar mermelada. Ella llenó su copa para la primera ronda, pero no para la segunda. Me quedé preguntándome si simplemente estaba fuera de su alcance, o si era un sutil signo de desagrado.

Comimos sin hablar. Auri delicadamente, tomando pequeños bocados, con la espalda recta. Elodin cauteloso, lanzándome ocasionalmente miradas como si no estuviera seguro de cómo comportarse. De esto supuse que nunca había compartido una comida con Auri.

Cuando finalizamos con todo lo demás, Auri sacó un pequeño y brillante cuchillo y dividió la frutas cinnas en tres trozos. Tan pronto como rompió la piel de la fruta, pude olerla en el aire, dulce y acida. Se me hizo la boca agua. La fruta cinnas venia de muy lejos y era simplemente demasiado cara para gente como yo.

Ella me ofreció mi trozo y lo cogí suavemente. “Muchas gracias, tierna Auri.”

“No hay de qué, Kvothe.”
Elodin nos miró a uno y a otro. “¿Auri?”
Espere a que terminara su pregunta, pero parecía que eso era todo.
Auri lo entendió antes que yo. “Es mi nombre,” dijo, sonriendo orgullosa.
“¿Ahora es así?” dijo Elodin con curiosidad.
Auri asintió. “Kvothe me lo dio.” Ella sonrió radiante en mi dirección. “¿No es maravilloso?”.
Elodin asintió. “Es un nombre adorable,” dijo cortésmente. “Y te va muy bien.”
“Así es,” coincidió. “Es como tener una flor en mi corazón.” Miro a Elodin con seriedad. “Si tu nombre te está resultando demasiado pesado, Kvothe podría darte uno nuevo.”

Elodin asintió otra vez y le dio un bocado a su cinnas. Mientras masticaba se volvió para mirarme. Vi sus ojos a la luz de la luna. Eran fríos, pensativos y perfecta y completamente cuerdos.

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Después de terminar nuestra cena, entoné unas pocas canciones, y nos despedimos. Elodin y yo nos fuimos juntos. Conocía al menos media docena de caminos para descender del tejado de la Principalía, pero deje que el guiara.

Atravesamos un observatorio redondo de piedra que sobresalía del tejado y pasamos a una larga razonablemente plana extensión de plomo laminado.

“Cuanto tiempo llevas viniendo a verla?”. Preguntó Elodin.

Pensé en ello. “¿Medio año? Depende de cuando empieces a contar. Me llevo un par de ciclos de tocar el laud antes de que alcanzasé a saber algo de ella y mas, antes de que confiase en mi lo suficiente para hablar.”

“Has tenido mas suerte que yo,” dijo. “Han sido años. Esta es la primera vez que ella se acerca a menos de 10 pasos de mí. Apenas cruzamos una docena de palabras en un día bueno.”

Subimos a una ancha y baja chimenea y bajamos una suave pendiente de gruesas vigas de madera selladas con capas de brea. Según andábamos iba creciendo mi ansiedad. ¿Porque había estado intentando acercarse a ella?

Pensé en la vez que fui con Elodin al Refugio a visitar a su guiler, Alder Whin. Me imaginé a Auri allí. La pequeña Auri, amarrada a una cama con gruesas correas de cuero para que no pudiese herirse a si misma o revolverse mientras era alimentada.

Paré de andar. Elodin dio algunos pasos más antes de volverse para mirarme.
“Ella es mi amiga,” dije despacio.
El asintió. “Eso es obvio.”

“Y no tengo suficientes amigos como para permitirme perder uno,” dije. “No ella. Prométame que no le hablará a nadie de ella o la encerrará en el Refugio. No es el sitio adecuado para ella.” Trague para aliviar la sequedad de mi garganta. “Necesito que me lo prometa.”

Elodin inclinó la cabeza hacia un lado. “Estoy oyendo un o si no” dijo, había diversión en su voz.“ Aun cuando no lo estas diciendo. Tengo que prometerte, ‘o si no…’”

Una esquina de su boca dibujo una pequeña sonrisa irónica.

Cuando sonrió sentí un destello de enfado mezclado con ansiedad y temor. Fue seguido por el repentino, caliente sabor a ciruela y nuez moscada en mi boca, y tomé consciencia del cuchillo que tenia pegado al muslo bajo mis pantalones. Sentí como mi mano se deslizaba lentamente en mi bolsillo.

Entonces vi el borde del tejado a media docena de pies detrás de Elodin, y sentí mis pies moverse ligeramente, preparado para acelerar al máximo y taclearlo, haciendo que los dos nos precipitásemos del tejado sobre los duros adoquines de abajo.

Sentí un repentino, sudor frío recorriendo mi cuerpo y cerré los ojos. Respiré profundamente y el sabor en mi boca desapareció.

Abrí los ojos de nuevo. “Necesito que me lo prometa,” dije. “O si no probablemente haré alguna tontería mas allá de todo lo mortal conocido.” Tragué. “Y ambos acabaremos de la peor manera posible."
Elodin me miró, “Que amenaza tan increíblemente honesta,” dijo. “Normalmente son mucho mas fieras y csrtilaginosas que eso.”
“¿Cartilagenosas?” Pregunté, hacienda énfasis en la palabra. ”No querrá decir macabras?”
“Ambas,” dijo. “Normalmente hay un montón de Te romperé las rodillas. Te romperé el cuello” Se encogió de hombros. “Me hace pensar en cartílago, como cuando estas deshuesando un pollo.”
“Ah,” dije. “Ya veo.”
Nos miramos a los ojos durante un momento.
“No voy a enviar a nadie para que la encierren,” dijo al fin. “El Refugio es el sitio apropiado para alguna gente. Es el único lugar para muchos de ellos. Pero no lo desearía ni a un perro loco encerrado allí si hubiese una mejor opción.”
Se volvió y comenzó a alejarse. Cuando no le seguí, se volvió para mirarme.
“Eso no es suficiente,” dije, “Necesito que me lo prometa.”
“Lo juro sobre la leche de mi madre,” dijo Elodin, “Lo juro sobre mi nombre y mi poder. Lo juro sobre la luna en continuo movimiento.”
Empezamos a andar de nuevo.

“Necesita ropa de mas abrigo,” dije. “Y calcetines y zapatos. Y una manta. Y todo debe ser nuevo. Auri no aceptará nada que haya sido usado por alguien más. Lo he intentado.”

“Ella no lo cogerá de mi,” Dijo Elodin. “He dejado cosas para ella. No las toca.” Se volvió para mirarme. “¿Si te las doy, se las harías llegar?

Asentí., “En ese caso ella también necesita cerca de veinte talentos, un rubí del tamaño de un huevo y un juego nuevo de herramientas de grabado.”

Elodin soltó una risa honesta y desenfadada. “¿También necesita cuerdas de laúd?”
Asentí. “Dos pares, si puede conseguirlas.”

”¿Porque Auri?” Pregunto Elodin
“Por que no tiene a nadie mas,” dije. “Y yo tampoco. ¿Si nosotros no nos cuidamos mutuamente, quien lo hará?”
El negó con su cabeza. “No. ¿Porque elegiste ese nombre para ella?”
“Ah” dije, avergonzado. “Porque es brillante y dulce. No tiene razón de ser, pero es Auri, como radiante.
“¿En que idioma?” pregunto.
Dudé. “Siaru, creo.”
Elodin negó con su cabeza. “Radiante se dice leviriet en Siaru.”
Intente pensar donde había aprendido la palabra. Habré tropezado con ella en el Archivo…?
Antes de que pudiese recordarlo, Elodin habló. “Me estoy preparando para dar una clase,” dijo casualmente, “para aquellos interesados en el delicado y sutil arte de la nominación.” Dijo mirándome de reojo. “Se me ocurre que no te resultaría una completa perdida de tiempo."
“Podría estar interesado”, dije cuidadosamente.
El asintió. “Debes leer Principios Subyacentes de Teccam para prepararte. No es un libro largo, pero grueso, si me comprendes.
“Si me presta una copia, Nada me gustaría mas que leerlo,” dije.
“De otro modo, tendría que arreglármelas sin el.” El me miro sin comprender.
“Tengo prohibido el acceso al Archivo.”
“Como, ¿todavía?” Preguntó Elodin sorprendido.
“Todavía.”
Pareció indignado, “¿Ha sido cuanto? ¿Medio año?
“Tres cuartos de año dentro de tres días,” dije. “El maestro Lorren ha dejado muy claros sus sentimientos sobre el tema de dejarme entrar otra vez.”
“Eso,” dijo Elodin con un extraño proteccionismo en su voz, “Es una completa idiotez. Ahora eres mi Re’lar.”
Elodin cambio de dirección, dirigiéndose hacia un trozo de tejado que yo usualmente evitaba porque estaba cubierto de tejas de barro. Desde allí saltamos a un estrecho callejón, seguimos nuestro camino a través del inclinado techo de una posada, y pasamos a un amplio techo de piedra pulida.

Finalmente llegamos hasta una gran ventana iluminada con la tibia luz de una vela detrás de ella. Elodin golpeó en un panel de cristal fuertemente como si fuera una puerta. Mirando alrededor, me di cuenta de que estábamos encima de la sala de profesores.

Después de un momento, vi la alta y delgada silueta de Master Lorren que tapaba la luz de la vela detrás de la ventana. Accionó el cerrojo y la ventana entera se abrió sobre su gozne.

“Elodin, que puedo hacer por ti?” Pregunto Lorren. No podría decirse por su expresión si la situación le pareció extraña.
Elodin me señaló con el dedo gordo sobre su hombro. “Aquí el chico dice que todavía esta expulsado del Archivo. ¿Es eso cierto?”
Los ojos impasibles de Lorren se dirigieron hacia mi, y después de vuelta hacia Elodin. “Es cierto.”
“Bien déjale volver a entrar,” dijo Elodin. “Tiene que leer cosas. Ya ha quedado clara tu postura.”
“Es imprudente,” dijo Lorren secamente. “Tenia planeado tenerle fuera durante un año y un día.”
Elodin suspiro. “Sí sí, muy tradicional. ¿Por que no le das una segunda oportunidad? Yo respondo por el.”
Lorren me miró durante largo rato. Traté de parecer tan responsable como pude. Lo que no era mucho considerando que estaba sobre un tejado en mitad de la noche.
“Muy bien”, dijo Lorren. “Solamente Volúmenes.”
“Volúmenes es para personas sin inquietudes que no saben ni masticar su propia comida,” dijo Elodin displicentemente. “Mi chico es un Re’lar. ¡Tiene la inquietud de veinte personas! Necesita explorar Estanterías y descubrir todo sobre cosas inútiles.”
“No estoy preocupado por el chico,” Dijo Lorren con calma sin pestañear. “Mi preocupación es por el Archivo en si mismo.”
Elodin alargo un brazo y me cogió por el hombro empujándome un poco hacia adelante. “¿Que te parece esto?” Si le vuelves a pillar payaseando, te dejo cortarle los pulgares. Eso daría ejemplo, no te parece?”
Lorren nos dirigió a ambos una lenta mirada. Luego asintió. “Muy bien,” dijo, y cerró su ventana.
“Ahí lo tienes,” Dijo Elodin alegremente.
“¿Que demonios?” Pregunte moviendo mis manos. “Yo…¿Que demonios?”
Elodin me miro, desconcertado. “¿Que?” Estas dentro. Problema resuelto.”
“¡No puedes ofrecerle cortar mis pulgares!” Dije.
Levanto una ceja. “¿Estas planeando romper las reglas otra vez?” Pregunto con mordacidad.
“Qu—No, pero…”
“Entonces no tienes nada por lo que preocuparte,” Dijo. Se volvió y continuó subiendo la pendiente del tejado. “Probablemente. Yo me andaría con cuidado si fuera tú. Nunca puedo decir cuando Lorren esta bromeando.”


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Tan pronto como me desperté al día siguiente me fui a la oficina del tesorero y ajusté cuentas con Riem, el hombre de cara tacaña que llevaba las riendas de la tesorería de la Universidad. Pague los duramente ganados 9 con 5 talentos, asegurando mi plaza en la Universidad para otro bimestre

A continuación fui a Registros y Horarios donde me apunté para observación en la Clínica además de Fisonomía y Medicina. Lo siguiente fue Metalurgia del hierro y el cobre con Cammar en la Artificería. Por ultimo Simpatía avanzada con Elxa Dal.

Solo entonces me di cuenta de que no conocía el nombre de la clase de Elodin. Hojee el listado hasta que encontré el nombre de Elodin, seguí con el dedo con el dedo hasta que encontré el nombre de la clase escrito con fresca tinta negra: “Introducción para no ser un estúpido burro.”

Suspiré y apunté mi nombre en el único espacio en blanco que había debajo.

1 comentario:

  1. Felicidades por tu examen, aunque creo que fue hace mucho.
    Con respecto al capítulo y también a tu opinión sobre el...TOTALMENTE DEACUERDO, BUENIIIIIIIIIIISMOOOOOO. Apenas si puedo soportar vivir conmigo mismo sin tener leído todo el resto del libro, es como ser paciente por una torre entera de piedras.

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