sábado, 1 de octubre de 2011

Capitulo 69

Bueno pues aqui ahora este capitulo que si es el del dia de hoy traducido por Vicente! quien fue el primer Vicente que se unio a nuestro equipo de traductores, (sabran ustedes que ya mas de uno, no los confundan), bueno el ya se despide con este capitulo ya que estara ocupado este mes hasta mas o menos despues de la fecha de traduccion asi que por favor denle especialment las gracias n__n
Bueno pues es todo, lean, sean felices y jueguen un juego hermoso.. por que si pierdes es lo unico que te queda.
Capítulo 69
Semejante Locura 

Hice varios viajes a Severen Bajo para reunir materiales para el gramo de Alveron. Oro puro. Niquel y hierro. Carbón y ácidos de grabado. Adquirí el dinero para esas compras vendiendo varias piezas de material del taller de Caudicius. Podía haberle pedido dinero al Maer, pero prefería que pensara en mí como alguien independiente con recursos que una carga financiera en curso.

Casi por casualidad, en el transcurso de esta compra y venta, visité muchos de los lugares en los que Denna y yo habíamos pasado tiempo juntos.
Me había acostumbrado tanto a verla que ahora la vislumbraba cuando no estaba allí. Cada día mi esperanzado corazón se salía con la visión de ella doblando una esquina, entrando en una zapatería, alzando su mano para saludarme de punta a punta de un cementerio. Pero nunca era ella de verdad y volvía a los terrenos del Maer cada noche aún más afligido que el día anterior.

Solo hacia las cosas peor el que Bredon hubiera abandonado Severen varios días antes para visitar a algunos parientes cercanos. No me di cuenta de lo mucho que había llegado a depender de él hasta que se marchó.

Como ya he dicho, un gramo no es particularmente difícil de hacer si tienes todo el equipo apropiado, un esquema y un Alar como una hoja de acero Ramston. Las herramientas para trabajar con metal de la torre de Caudicius eran bastante serviciales, pero en ningún sitio son tan buenas como en la Factoría. Lo del esquema tampoco fue difícil, ya que tengo buena memoria para esas cosas.

Mientras trabajaba en el gramo para el Maer, empecé un segundo para reemplazar el que había perdido. Desafortunadamente, dado la relativa vulgaridad de la clase de herramientas con las que estaba trabajando, no tuve tiempo de acabarlo como se debía.

Acabé el gramo del Maer tres días después de hablar con él, seis después de la desaparición de Denna. Al día siguiente abandoné mi inútil búsqueda y me planté en uno de los cafés al aire libre donde bebí café y traté de encontrar la inspiración para la canción que debía al Maer. Pasé diez horas allí y el único acto de creación que logré fue el de convertir cerca de un galón de café en maravilloso, aromático pis.

Esa noche bebí una imprudente cantidad de scutten y me quedé dormido en mi escritorio. La canción de Meluan estaba inacabada. El Maer estaba menos que satisfecho.

***

Denna reapareció el séptimo día mientras vagaba por nuestra ronda en Severen Bajo. A pesar de toda mi búsqueda, ella me vio primera y vino a mi lado riéndose, agitada por contarme sobre una canción que había oído el día anterior. Pasamos el día entero con tanta normalidad como si no se hubiera ido.

No le pregunté sobre su desaparición sin explicaciones. Llevaba conociendo a Denna desde más de un año ya y entendía un poco de los ocultos recovecos de su corazón. Sabía que valoraba su privacidad. Sabía que tenía secretos.

Esa noche, estábamos en un pequeño jardín discurría a lo largo de los bordes de la Pendiente. Nos sentamos en un banco de madera mirando desde arriba a la oscura ciudad a nuestros pies: una desordenada extensión de la luz de una lámpara, de una farola, de una luz de gas, con una poco frecuente, marcada parte de una lámpara simpática disipándose todo el tiempo.

—Lo siento, lo sabes —dijo suavemente.

Habíamos estado sentados, observando en silencio las luces de la ciudad por cerca de un cuarto de hora. Si ella estaba continuando alguna conversación anterior, no podía recordar cual era. — ¿Perdona?

Cuando Denna no dijo nada al momento, me giré para mirarla. No había luna, y la noche era oscura. Su cara estaba tenuemente iluminada por el millar de luces abajo.

—A veces me marcho, —dijo finalmente—. Rápido y silenciosamente en la noche.

Denna no me miró mientras hablaba, manteniendo sus ojos fijos en la ciudad a nuestros pies. —Es lo que hago, —continuó, su voz sosegada—. Me marcho. Sin ninguna palabra ni explicación primero. Sin ninguna explicación luego. A veces es la única cosa que puedo hacer.

Entonces se volvió para encontrarse con mis ojos, su cara seria en la tenue luz. —Espero que lo sepas sin que yo te lo tenga que contar, —dijo—. Espero que no tenga la necesidad de decirlo…

Denna se volvió de nuevo para mirar a las centelleantes luces de abajo. —Pero si sirve para algo, lo siento.

Nos quedamos sentados durante un rato entonces, disfrutando de un cómodo silencio. Quería decir algo. Quería decir que no me molestaba, pero eso sería mentira. Quería explicarle que todo lo que me importaba es que ella estaba de vuelta, pero estaba preocupado de que eso fuera demasiada verdad.

Así que antes que arriesgarme a decir la cosa incorrecta, no dije nada. Sabía lo que pasaba cuando los hombres se aferraban a ella muy estrechamente. Esa era la diferencia entre yo y el resto. No me agarraba a ella, tratar de poseerla. No deslizaba mi brazo alrededor de ella, murmuraba en su oreja. O besaba su desprevenida mejilla.

Ciertamente, pensé en ello. Aún recordaba su calidez cuando me había rodeado con sus brazos cerca del elevador de caballos. Había momentos en los que habría dado mi mano derecha para sostenerla de nuevo.
Pero entonces pensaba en la cara de los otros hombres cuando se daban cuenta de que Denna los estaba dejando. Pensé en todos aquellos que habían intentado atarla al suelo y fallado. Así que resistí enseñarle las canciones y poemas que había escrito, sabiendo que demasiada verdad puede arruinar una cosa.

Y si eso significaba que no era enteramente mía, ¿qué pasaba? Sería aquel al que ella siempre podría volver sin miedo a recriminaciones o preguntas. Así que no traté de ganármela y me contenté con jugar un juego hermoso.

Pero siempre había una parte de mí que esperaba más y por lo tanto, había una parte de mí que fue siempre un idiota.

***

Los días pasaron y Denna y yo exploramos las calles de Severen. Reposamos en cafés, asistimos a actuaciones, fuimos a montar. Escalamos la ladera de la Pendiente por la peor forma de camino sólo para decir que lo habíamos hecho. Visitamos los mercados del muelle, una casa de fieras ambulante y unos curiosos gabinetes.

Algunos días no hacíamos más que sentarnos y hablar y esos días nada llenaba tanto nuestras conversaciones como la música.

Estuvimos debatiendo incontables horas sobre el arte de ella. Sobre como las canciones encajaban. Como el estribillo y el verso juegan contra el otro, sobre tono, modo y métrica.

Esas eran cosas que había aprendido a muy temprana edad y sobre las que pensaba a menudo. Y aunque Denna era nueva a su estudio, eso de algunas formas jugaba en su favor. Había aprendido música antes de que pudiera hablar. Conocía cien mil reglas de melodía y verso mejor de lo que conocía el reverso de mis propias manos.

Denna no los conocía. En algunos casos eso la obstaculizaba, pero en otros, hacía su música extraña y maravillosa…

Estoy haciendo un burdo trabajo explicando esto. Piensa en la música como el gran enmaraño de una ciudad como Tarbean. En los años que pasé viviendo allí, acabé conociendo sus calles. No solo sus calles principales. No solo los callejones. Conocía los atajos y tejados y también parte del alcantarillado. Gracias a esto, podía moverme por la ciudad como un conejo entre las zarzas. Era rápido, astuto e inteligente.

Denna, por otra parte, nunca había sido adiestrada. No sabía nada de los atajos. Tu pensarías que se vería forzada a vagar por la ciudad, perdida e indefensa, atrapada en un laberinto serpenteante de piedras de mortero.

Pero en vez de eso, ella simplemente caminaba por las paredes. Ella no conocía nada mejor. Nadie le había dicho nunca que no pudiera. Gracias a esto, ella se movía por la ciudad como una criatura faerie. Caminaba por caminos que nadie más podía ver y eso hacía su música salvaje, extraña y libre.

***

Al final tomo veintitrés cartas, seis canciones y, aunque me avergüenza decirlo, un poema.

Fue más que eso, en realidad. Cartas solas no pueden ganarse el corazón de una mujer. Alveron hizo una decente parte de su propio cortejo. Después de ello se reveló como el pretendiente anónimo de Meluan, él hizo la aportación del león al trabajo, lentamente galanteando a Meluan a su lado con la dócil veneración que sentía hacia ella.

Pero mis cartas captaron su atención. Mis canciones la llevaron lo suficientemente cerca para que Alveron trabajara con su lento encanto locuaz.

Aún así, sólo puedo tomar una pequeña parte del crédito por las cartas y las canciones. Y en lo que se refiere al poema, sólo hay una cosa en el mundo que pudo moverme a cometer tal locura.

3 comentarios:

  1. Me conmueve tanto su relación con Denna,
    que a veces pienso que lloraré como una
    niña al menos una ves antes de que termine
    la saga :')

    Gran capítulo y ADIOS VICENTE 1° !!!
    que tengas mucha suerte y gracias por tu ayuda

    y saludos a Suchan, espero que te encuentres mejor
    y que también puedas jugar un juego hermoso (:

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  2. GRACIAS A TODOS LOS TRADUCTORES Y LAS PERSONAS QUE HACER POSIBLE EL POR DARNOS LA OPORTUNIDAD DE LEER EL LIBRO TRADUCIDO

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