lunes, 3 de octubre de 2011

Capitulo 70

Este capitulo es uno de los que ame!! jejeje fue traducido por Marcelo!!!! Voy a subir directamente el pack 70!, emm y gracias por algunas cosas q me dijeron varios ayer y asi n_n

Capitulo 70
Aferrándose

Encontré a Denna fuera de su posada en el callejón de Chalker, en un pequeño lugar llamado las Cuatro Velas. Cuando doblé la esquina y la vi de pie bajo la luz emitida por una lámpara que colgaba sobre la puerta de entrada, sentí una corriente ascendente de alegría por el simple placer de ser capaz de encontrarla cuando fui en su busca.
—Recibí tu nota, —le dije—.   Imagina mi deleite.
Denna sonrió e hizo una reverencia con una sola mano. Ella llevaba una vestido, no uno del tipo complicado que una noble llevaría, sino una extensión simple de tela que podrías llevar esquivando el heno o yendo a un baile de granero. —Yo no estaba segura que pudieras hacerlo, —dijo ella—. Ya había pasado la hora tradicional en que los más civilizados se han echado en sus camas.
—Admitiré que estaba sorprendido, —dije—. Si yo fuera del tipo de hombre que se entromete, me preguntaría qué te mantuvo ocupada hasta esta hora tan impropia.
—Negocios, —dijo con un suspiro dramático—. Un encuentro con mi patrón.
— ¿Él está en la ciudad otra vez? —pregunté.
Ella asintió con la cabeza.
— ¿Y quería que se reúnan a medianoche? —pregunté. —Eso es... raro.
Denna salió de debajo del letrero de la posada, y empezamos a caminar por la calle juntos. —La mano que sostiene el bolso…—Dijo ella, dando un gesto impotente—. Los tiempos raros y los lugares inconvenientes son la regla con el Maestro Fresno. Una parte de mí sospecha que podría ser simplemente un solitario noble, aburrido del mecenaje corriente. Me pregunto si para él añade un poco de sabor, al estar fingiendo que ha concordado una intriga oscura en vez encargarme algunas canciones.
—Entonces, ¿qué tienes planeado para esta noche? —pregunté.
—Solamente pasar el tiempo en tu encantadora  compañía, —dijo Denna, extendiendo la mano y uniendo su brazo con el mío.
—En ese caso, —dije—, tengo algo que mostrarte. Es una sorpresa. Vas a tener que confiar en mí.
—He oído cada uno de esas una docena de veces. —Los ojos oscuros de Denna brillaron perversamente—. Pero nunca de todos juntos y nunca de ti. —Ella sonrió—. Te daré el beneficio de la duda y guardare mis burlas para más adelante. Llévame donde desees.
Así que nos dirigimos a Severen Alta a por la vía de los ascensores de caballos, donde ambos miramos boquiabiertos las luces de la ciudad durante la noche debajo como los cretinos plebeyos que éramos. La llevé a un largo paseo por las calles empedradas, pasando tiendas y pequeños jardines. Luego nos fuimos detrás de los edificios, trepamos por sobre una cerca baja de madera y nos dirigimos hacia la silueta oscura de un granero vacío.
En esto, Denna ya no era capaz de guardar silencio. —Pues, lo has logrado, —dijo ella—.   Me has sorprendido.
Le sonreí con gusto y continué liderando el camino en la oscuridad del establo. Estaba lleno de olor a heno y animales ausentes. La conduje a una escalera, que desaparecía en la oscuridad por encima de nuestras cabezas.
  — ¿Un granero? —preguntó ella, su voz incrédula. Dejó de caminar y me dio una mirada extraña, curiosa. —Es obvio que me has confundido con una muchacha de granja de catorce años llamada... —Su boca se movía silenciosamente por un momento—. Algo rustico.
—Greta, —le sugerí.
—Sí, —dijo ella—. Obviamente me has confundido con una muchacha de granja sin corsé bajo el nombre de Greta.
—Quédate tranquila, —le dije—. Si fuera a tratar de seducirte, ésta no es la forma en que lo haría.
— ¿Es eso cierto? —dijo, pasando su mano por su cabello. Sus dedos empezaron a entrelazar ociosamente su pelo en una trenza, luego se detuvo y la deshizo—. ¿En ese caso, qué estamos haciendo aquí?
—Has mencionado lo mucho que disfrutabas los jardines, —dije—. Y los jardines de Alveron son particularmente buenos. Pensé que podrías disfrutar de una vuelta por el lugar.
—En medio de la noche, —dijo Denna.
—Un paseo encantador iluminado por la luna, —le corregí.
—No hay ninguna luna esta noche, —señaló ella—. O si la hay, es apenas una franja delgada.
—Sea como fuere, —dije, negándome a ser intimidado.  — ¿Cuánta luz de luna en realidad se necesita para disfrutar del suave olor del jazmín floreciendo?
—En el granero, —dijo Denna, su voz llena de incredulidad.
—El granero es la forma más fácil, sobre el techo, —le dije—. De allí hacia las fincas del Maer. De allí al jardín.
—Si tú eres empleado del Maer, —dijo ella, ¿por qué no simplemente le pides que te deje entrar?
—Ah, —le dije dramáticamente levantando un dedo—. Allí está la aventura. Hay un centenar de hombres que simplemente podría llevarte a pasear en los jardines del Maer. Pero solamente hay uno que puede llevarte dentro a escondidas. —Le sonreí—. Lo que te estoy ofreciendo, Denna, es una oportunidad singular.
Ella me sonrió. —Tú conoces mi secreto corazón tan bien.
Extendí mi mano como si estuviera a punto de asistirla en un carruaje. —Mi señora.
Denna tomó mi mano, pero se detuvo tan pronto como puso el pie en el primer peldaño de la escalera. —Un momento, usted no está siendo cortés. Usted está tratando de echar un vistazo a mi vestido.
Le di mi mejor mirada ofendida, apretándome la mano contra el pecho. —Señora, como un caballero le aseguro…
Ella me dio un manotazo. —Ya me has dicho que no eres un caballero, —dijo—. Eres un ladrón y estás tratando de robar un vistazo. —Dio un paso atrás e hizo una parodia de mi gesto cortés de un momento antes. —Mi señor…
Nos abrimos paso a través del granero, sobre el techo y hacia el interior del jardín. La franja de luna por encima de nosotros era delgada como un susurro, tan pálida que no hizo nada para atenuar la luz de las estrellas.
Los jardines estaban sorprendentemente tranquilos para una noche tan cálida y hermosa. Por lo general, incluso en esta hora de retraso parejas se paseaban por los caminos, o murmurando entre sí en los bancos de enramada. Me preguntaba si alguna bola o función cortesana había tirado todo por la borda. Por lo general incluso a esta hora tardía parejas se paseaban por los caminos, o murmuraban entre sí en los bancos de enramada. Me preguntaba si todos ellos salían de algún baile o función distinguida que había concluido con éxito.
Los jardines del Maer eran vastos, con caminos curvos y setos hábilmente colocados que los hacían parecer aún más grandes. Denna y yo caminamos juntos, escuchando el susurro del viento entre las hojas. Era como si fuéramos los únicos en el mundo.
—No sé si recuerdas, —le dije en voz baja, sin querer inmiscuirme en el silencio—. Una conversación que tuvimos hace algún tiempo. Hablamos de las flores.
—Lo recuerdo, —dijo tan suavemente.
—Dijiste que creías que todos los hombres consiguieron sus lecciones en el cortejo del mismo libro usado.
Denna rió por lo bajo, más un movimiento que un sonido. Se llevó la mano a la boca. —Oh. Me había olvidado. Yo he dicho eso, ¿no?
Asentí con la cabeza. —Dijiste que lo único que traían eran rosas. —
—Aun lo hacen, —dijo. —Me gustaría que encuentren un nuevo libro.
—Me hiciste escoger una flor que se te adapte mejor, —le dije.
Ella me sonrió tímidamente. —Recuerdo que yo estaba evaluándote. —Luego frunció el ceño—. Pero tienes lo mejor de mí al escoger una de la que nunca había oído hablar y mucho menos visto.
Doblamos una esquina y el sendero nos condujo hacia el túnel de color verde oscuro de una enramada arqueada. —No sé si la has visto todavía, —le dije—. Pero aquí está la flor selas.
Había solamente estrellas iluminando nuestro camino. La luna tan delgada que casi no había luna. Bajo el enrejado estaba oscuro como el pelo de Denna.
Nuestros ojos estaban muy abiertos y se extendían hacia la oscuridad y donde la luz sesgada de las estrellas a través de las hojas, mostraba cientos de flores selas bostezar abiertas  en la noche. Si el olor de las selas no fuera tan delicado, hubiera sido abrumador.
—Oh, —Denna suspiró, mirando a su alrededor con ojos muy abiertos. Bajo la enramada, su piel era más brillante que la luna. Extendió sus manos a ambos lados. — ¡Son tan suaves!
Caminamos en silencio. A nuestro alrededor se entretejían las enredaderas de selas rodeando todo el enrejado, se aferraban a la madera y el alambre, escondiendo sus caras en el cielo nocturno. Cuando finalmente llegamos al otro lado, me pareció tan brillante como la luz del día.
El silencio se prolongó hasta que empezó a crecer incómodo. —Así que ya conoces tu flor, —le dije—. Me pareció una lástima que nunca hubieras visto una. Son muy difíciles de cultivar, por lo que he oído.
—Quizás me quedan entonces, —dijo Denna en voz baja, mirando hacia abajo. —No echo raíces con facilidad.
Seguimos caminando hasta que el sendero giró y se ocultó  detrás  de nosotros en una enramada.
—Me tratas mejor de lo que merezco, —dijo Denna al fin.
Me reí de lo ridículo de esto. Sólo el respeto por el silencio del jardín me impidió continuar fuera de mí en una fenomenal risa floreciente. En vez de eso la sofoqué tanto como me fue posible, aunque eso afecto mi paso y me hizo tropezar.
Denna me observaba desde un paso de distancia, una sonrisa en su boca.
Con el tiempo me quedé sin aliento. —Tú, quien cantó conmigo la noche que gané mi caramillo. Tú que me has dado el mejor regalo que jamás haya recibido. —Un pensamiento se me ocurrió— ¿Sabías, —le dije—, que tú estuche de laúd me salvó la vida?
La sonrisa se extendió y creció, ancha como una flor. — ¿Lo hizo en verdad?
—Lo hizo, —dije. —Desearía tratarte como te lo mereces alguna vez. Teniendo en cuenta lo que te debo, esto no es sino el más mínimo pago.
—Bueno, creo que es un encantador inicio. —Levantó la vista al cielo y respiró hondo, profundo—. Siempre me han gustado las noches sin luna. Es más fácil decir las cosas en la oscuridad. Es más fácil ser uno mismo.
Empezó a caminar nuevamente y yo eché a andar a su lado. Pasamos por una fuente, una piscina, una pared de pálido jazmín abierta a la noche. Cruzamos un pequeño puente de piedra que nos llevó de vuelta en medio del amparo de los setos.
—Puedes poner tu brazo a mí alrededor, ya sabes, —dijo ella de manera casual—. Estamos caminando en los jardines, a solas. En el claro de luna, que es esto —Denna me miró de reojo, el borde de su boca se curvo hacia arriba —Tales cosas están permitidas, te das cuenta.
Su repentino cambio me sorprendió con la guardia baja. Desde que nos encontramos en Severen la había cortejado con pompa salvaje, desesperada y ella me había emparejado sin perder el ritmo. Cada halago, cada chiste, cada una de las bromas juguetonas volvió a mí, no en un eco, sino una armonía. Nuestro de ida y de regreso, había sido como un dúo.
Pero esto era diferente. Su tono era menos juguetón y más claro. Fue un cambio tan repentino que me quede sin palabras.
—Hace cuatro días me torcí el pie sobre esa losa floja, —dijo suavemente—. ¿Te acuerdas? Caminábamos por el camino de Mincet. Mi pie resbaló y me atrapaste casi antes de que supiera que estaba tropezando. Eso me hizo preguntarme cuán atentamente deberías estar mirándome para ver algo así.
Doblamos una esquina en el sendero y Denna continuó hablando sin levantar la vista hacia mí. Su voz era suave y pensativa, casi como si estuviera hablando consigo misma. —Tenías tus manos sobre mí luego, seguro como nada, me estabilizaste. Tú tenías tu brazo casi alrededor de mí. Fue tan fácil para ti entonces. Una cuestión de centímetros. Pero cuando tuve mis pies debajo de mí, tú recogiste tus manos. Sin dudar. Sin persistir. Nada que yo pudiera tomar a mal.
Comenzó a volver su rostro hacia mí, luego se detuvo y miró hacia abajo de nuevo. —Es algo muy, —dijo—. Hay muchos hombres, todos incesantemente intentan hacerme tropezar. Y hay solo uno de ustedes, probando lo contrario. Asegurándose que mis pies estén firmes por debajo de mí, para que no caiga. —Casi con timidez, extendió la mano—. Cuando me muevo para tomar tu brazo, lo aceptas con facilidad. Puedes incluso poner tu mano sobre la mía, como si la mantuvieras allí.  —Explicó mi movimiento exactamente como yo lo estaba haciendo y luché para mantener el gesto y que no se convirtiera de repente en incómodo.-Pero eso es todo. Tú nunca abusas. Tú nunca presionas. ¿Sabes lo extraño que eso es para mí?
Nos miramos por un momento, allí, en el jardín en silencio bajo la luz de la luna. Podía sentir su calor al permanecer cerca de mí, su mano aferrada a mi brazo.
Inexperto como era con las mujeres, incluso pude leer esta señal. Traté de pensar en qué decir, pero solamente pude maravillarme ante sus labios. ¿Cómo estos podían ser tan rojos? Incluso las selas estaban oscuras bajo la tenue luz de la luna. ¿Cómo eran sus labios tan rojos?
Entonces Denna se congeló. No es que nos movíeramos mucho, pero en un momento se quedó inmóvil, inclinando su cabeza como un ciervo esforzándose por atrapar un sonido medio escuchado. —Alguien viene, —dijo—. Vamos. — Aferrándose a mi brazo, me sacó fuera del sendero, sobre un banco de piedra y a través de una brecha baja y angosta entre los setos.
Finalmente se detuvo en el centro de unos arbustos espesos. Había un hueco cómodo en el que había tanto espacio para ponerse en cuclillas. Gracias al trabajo de los jardineros no existía maleza de que hablar, ningunas hojas secas o ramas que crujieran o chasquearan bajo nuestras manos y rodillas. De hecho, la hierba en este lugar cubierto era espesa y suave como cualquier otro césped.
—Hay miles de chicas que podrían caminar contigo a lo largo de los senderos del jardín iluminado por la luna, —dijo Denna jadeando—. Pero sólo hay una que va a esconderse en los arbustos contigo. —Ella me sonrió, su voz burbujeante divertida.
 Denna miró con atención afuera del seto hacia el sendero y la miré. Su pelo caía de la misma manera que una cortina a un costado de su cabeza y la punta de su oreja se asomaba a través de él. Fue en ese momento, la cosa más hermosa que jamás había visto.
Entonces oí la arena débil de los pasos en el camino. El suave sonido de las voces se cernió a través del seto, un hombre y una mujer. Después de un momento en que llegaron caminando alrededor de la esquina, cogidos del brazo. Los reconocí de inmediato.
Me di vuelta y me acerque, respirando suavemente al oído de Denna. —Ese es el Maer, —le dije—. Y su joven amada.
Denna se estremeció y me encogí de hombros afuera de mi capa de color borgoña, cubriendo luego sus hombros.
Miré de vuelta a ellos dos. Mientras observaba, Meluan rió de algo que él dijo y apoyó su mano en la suya sobre su brazo. Dudaba que tuviera mucha más necesidad de mis servicios si ya estaban en tan familiares condiciones como para eso.
—No para ti, querida, —escuché claramente decir al Maer cuando pasaron cerca de nosotros. —No tendrás nada más que rosas.
Denna se volvió hacia mí, sus ojos muy abiertos. Apretó ambas manos contra la boca para ahogar sus risas.
En otro momento estaban por delante de nosotros, paseando lentamente, caminando al mismo paso. Denna apartó sus manos y respiró hondo varias veces, estremeciéndose. —Él tiene una copia del mismo desgastado libro, —dijo, sus ojos danzarines.
No pude evitar sonreír. —Aparentemente.
—Así que ese es el Maer, —dijo en voz baja, sus ojos negros mirando entre las hojas. —Él es más bajo de lo que me imaginaba.
— ¿Te gustaría conocerlo? —le pregunté—. Yo podría presentártelo.
—Oh, eso sería maravilloso, —dijo con un suave toque de burla. Ella se rió, pero cuando no me uní a su risa, me miró y se detuvo. — ¿Lo dices en serio? —Ella ladeó su cabeza hacia un costado, su expresión atrapada entre la diversión y la confusión.
—Probablemente no deberíamos salir sorpresivamente de los setos hacia él, —admití—. Pero podríamos salir por el otro lado y dar una vuelta alrededor para encontrarnos con él. —Gesticule con la mano la ruta que podríamos tomar. —No estoy diciendo que nos inviten a cenar o algo así. Sin embargo, podemos hacer una inclinación de cabeza formal cuando  pasemos por el sendero.
Denna continuó mirándome fijamente, frunciendo las cejas en un principio débil de un ceño fruncido. —Es en serio, —repitió.
—Lo que haces... — Me detuve al darme cuenta de lo que significaba su expresión—. Pensabas que estaba mintiendo acerca de trabajar para el Maer, —le dije—. Creías que estaba mintiendo acerca de la posibilidad de invitarte aquí.
—Los hombres cuentan historias, —dijo con desdén—. A ellos les gusta presumir un poco. No pensé nada menos de ti por decirme un poco de un cuento.
—Yo no te mentiría, —le dije y luego reconsideré. No, éso no es la verdad. Lo haría. Vales la pena para mentirte. Sin embargo no fue así. Vales la pena para decirte la verdad por mucho.
Denna me dio una sonrisa cariñosa. —Eso es más difícil de conseguir de todos modos.
—Así que ¿te gustaría? —le pregunté—. Conocerlo, quiero decir.
Ella miro fuera del seto hacia el camino. —No—. Cuando ella negó con la cabeza su cabello se movía como sombras a la deriva. —Te creo. No es necesario. —Ella miró hacia abajo—. Además, tengo manchas de hierba en el vestido. ¿Qué pensaría?
—Tengo hojas en mi cabello, —admití—. Sé exactamente lo que él pensaría.
Salimos del seto. Tomé las hojas de mi cabello y Denna cepilló con sus manos la parte delantera de su vestido, haciendo una pequeña mueca mientras las movía sobre las manchas de la hierba.
Hicimos el camino de regreso por el sendero y empezamos a caminar otra vez. Pensé en poner mi brazo alrededor de ella, pero no lo hice. Yo no era un buen juez de estas cosas, pero parecía que el momento ya había pasado.
Denna miró hacia arriba cuando pasamos una estatua de una mujer que cogía una flor. Suspiró. —Era más emocionante cuando yo no sabía que tenía permiso, —admitió con un poco de remordimiento en su voz.
—Siempre lo es, —Estuve de acuerdo.

7 comentarios:

  1. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA si leo otro capítulo como este me reventará el pecho o me ahogaré respirando D: !!!

    El día que siquiera le de un beso, un cortito, les juro que lloro T.T

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  2. ¡¡Dios que capitulo mas intenso!! voy ha ver si cojo aire..

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  3. Hola, primeramente gracias a todos los que hacen posible esta lectura; y yo tambien pienso igual que Matias, este capitulo es muy lindo, presiento que llorare a mares en algun punto de la historia por ellos dos.

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  4. Álvaro-

    Wuaaa es increíble y bastante intenso,notaba mi corazón a mil por hora.Por favor subid el siguiente cuanto antes mejor.Gracias por el esfuerzo que hacéis todos ^^

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  5. Muchas gracias por este capitulo y por los anteriores.

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  6. Sin palabras
    mil gracias a todos por el enorme trabajo que estais llevando a cabo

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  7. ♥_♥
    Ame este capitulo!

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