miércoles, 19 de octubre de 2011

Capitulo 77

Holaa! Este capitulo fue traducido por Marcelo!! :D  Lo hizo muy rapido y muy bien n__n (Tambien quisiera mencionar un poco a Chio que me lo mando sin pedirmelo despues pero bueno ya tenia el de marcelo)
Hoy en la noche subo el siguiente como toca y pues ya eso es todo :)
 
Capitulo 77
Pennysworth

El crepúsculo se estaba asentando cuando doblamos una curva en el camino. Escuché aplausos y fuertes pisadas mezcladas con música, gritos y carcajadas. Luego de diez horas de marcha, el sonido me levantó el ánimo a un nivel casi alegre.
Ubicado en el último cruce importante al sur del Eld, la Posada Pennysworth  era enorme. Construida de madera toscamente labrada, tenía dos pisos y un puñado de tejas que apuntaba a una más pequeña, por encima de eso un tercer piso. A través de las ventanas vislumbraba hombres y mujeres bailando, mientras un violinista oculto aserraba una melodía loca e intensa.
Dedan tomó una respiración profunda. — ¿Puedes oler eso? Os digo que hay una mujer en este lugar que podría cocinar una piedra y hacerme rogar por más. Dulce Peg. Por estas manos, espero que todavía este por aquí. —Hizo un ademán curvo, mostrando el doble sentido de sus palabras cuando empujó a Marten con el codo.
Los ojos del Hespe se entrecerraron mientras miraba a la parte posterior de la cabeza de Dedan.
Ajeno, Dedan continuó, —esta noche voy a dormir con un atracón de carne de cordero y brandy. Aunque dormir un poco menos podría resultar un poco más entretenido, si en mi último viaje aquí capte alguna indicación.
Vi la tormenta amenazante en el rostro de Hespe y hablé rápidamente. —Lo que sea que haya en la olla y una litera para cada uno de nosotros, —dije con firmeza—. Todo lo demás sale de sus propios bolsillos.
Dedán miró como si no pudiera creer lo que escuchaba. —Venga ya. Hemos estado durmiendo a la intemperie durante días. Además, “Mancha tu dinero, no seas tacaño con él".
—No hemos hecho nuestro trabajo aún, —dije tranquilamente—. Ni siquiera una parte de él. No sé por cuánto tiempo podemos estar aquí, pero sé que no soy rico. Si gastamos el monedero del Maer demasiado rápido vamos a tener que cazar lo que comemos. —Miré a todos. — ¿A menos que alguien tenga suficientes monedas para mantenernos alimentados y le importe compartir?
Marten sonrió tristemente ante la sugerencia. Los ojos de Hespe fueron para Dedán, que continuaba ceñudo en mi dirección.
Tempi se movió, con una expresión indescifrable como siempre. Evitando mis ojos, echó un vistazo a todos por turno, su expresión en blanco. Sus ojos se movieron, no de cara en cara, pero en las manos de Dedán y luego los pies de Dedán. Luego a los pies de Marten, luego a los de Hespe, luego a los míos. Cambió el peso y se trasladó medio paso más cerca de Dedán.
Esperando disipar la tensión, ablandé mi tono y dije, —Después de que todo este hecho podríamos dividir lo que este en la bolsa. De esta manera cada uno de nosotros tendrá un poco más en el bolsillo antes incluso de volver a Severen. Cada uno podrá gastar su monto cuando quiera. Entonces.
Podía distinguir que Dedan no estaba contento y esperó ver si presionaría el punto.
En su lugar, fue Marten quien tomó la palabra. —Después de un día de largas caminatas, —dijo con voz pensativa, como si hablara consigo mismo—. Una bebida caería bien.
Dedán miró a su amigo y luego de nuevo hacia mí, expectante.
—Creo que la bolsa puede soportar una ronda de bebidas, —reconocí con una sonrisa—. No creo que el Maer esté tratando de hacer sacerdotes de nosotros, ¿verdad?
Esto consiguió una risa ronca de Hespe, mientras que Marten y Dedán rompieron en sonrisas. Tempi me miró con sus ojos claros, inquieto, y aparto la mirada.

***

Luego de unos minutos de regateo tranquilo conseguimos cinco literas comunes, una cena simple y una ronda de bebidas por un poco de plata. Luego de haber hecho esto, encontré una mesa en la esquina más silenciosa de la habitación y escondí mi laúd fuera de peligro debajo de mi banco. Luego me senté, los huesos cansados y me preguntaba qué podía hacer para conseguir que Dedan a dejará de actuar como un pequeño gallo fanfarrón.
Tal fue el giro distraído de mis pensamientos cuando la cena golpeó sobre la mesa delante de mí. Levanté la mirada para ver el rostro de una mujer y su bien anunciado pecho enmarcado por una caída de brillantes rizos rojos. Su piel era blanca como la crema con sólo la más ligera insinuación de pecas. Sus labios de un color rosa pálido, peligroso. Sus ojos de un verde brillante, peligroso.
—Gracias, —dije, con algo de retraso.
—De nada, amor. —Ella sonrió juguetonamente con los ojos y apartó el cabello de su espalda desnuda. —Parecía que te estabas durmiendo en tu asiento.
—Casi lo estaba. Un día largo y un largo camino.
—Eso es una lástima realmente, —dijo con alegre pesar mientras se frotaba la parte de atrás de su cuello. —Si pensara que todavía estarías sobre tus pies en una hora, te quitaría de sobre ellos. —Extendió la mano y entrelazó sus dedos ligeramente a través del cabello en la parte posterior de mi cabeza—. Los dos seriamos suficientes para iniciar una llama.
Me quedé inmóvil, como un ciervo asustado. No puedo decir por qué, excepto tal vez que yo estaba cansado de varios días en la carretera. Tal vez fue que nunca había sido abordado de manera directa antes. Tal vez…
Tal vez yo era joven e inexperto lamentablemente. Vamos a dejarlo así.
Me apresuré desesperadamente en busca de algo que  decir, pero antes del momento en que hubiera encontrado mi lengua ella había dado un medio paso y me había dado una mirada astuta. Sentí que mi rostro se calentaba, avergonzándome más. Sin pensarlo, mire a la mesa y la cena que había traído. Sopa de patatas, pensé, aturdido. Ella soltó una risa pequeña, tranquila y me tocó el hombro amablemente.
—Lo siento, chico. Parecía como si fueras un poco más… —Se interrumpió, como si reconsiderara sus palabras y luego comenzó de nuevo—. Me gustó tu mirada fresca, pero yo no pensé que fueras tan joven.
Aunque hablaba con suavidad, podía oír la sonrisa en su voz. Esto hizo que mi cara ardiera aún más caliente, hasta llegar a mis oídos. Finalmente, pareció darse cuenta cualquier cosa que ella dijera sólo me avergonzaría más, quitó su mano de mi hombro. —Voy a estar de vuelta para ver si necesitas algo más tarde.
Asentí con la cabeza tontamente y la vi alejarse. Su retirada fue agradable, pero fui distraído por los sonidos de risas dispersas. Miré para ver la diversión en los rostros de los hombres sentados en las largas mesas a mí alrededor. Un grupo levantó sus jarros en un saludo silencioso y burlón. Otro sujeto se inclinó para acariciar mi espalda en consuelo, diciendo, —No lo tomes personal, chico, ella convirtió a todos nosotros.
Sintiendo que todos en la sala me miraban, mantuve la mirada baja y empecé a comer mi cena. Cuando rompí trozos de pan y los bajé en mi sopa, escribí un catálogo mental de la extensión de mi estupidez. Furtivamente, vi a la camarera pelirroja entretener y rechazar las maniobras de una docena de hombres cuando llevaba las bebidas de mesa en mesa.
Había recuperado un poco de compostura en el momento en que Marten se deslizó en una silla junto a mí. —Has hecho un buen trabajo con Dedán ahí fuera, —dijo sin preámbulos.
Mi estado de ánimo se levantó un poco—.  ¿Lo hice?
Marten asintió ligeramente con la cabeza a medida que sus ojos afilados pasearon sobre la multitud que llenaba la habitación. —La mayoría de gente trata de intimidarlo, hacer que se sienta estúpido. Hubieras pagado de vuelta diez veces el problema si lo hubieras hecho de esa manera.
—Él estaba siendo estúpido, —señale—. Y cuando le haces frente, lo intimidas.
Era su turno de encogerse de hombros. —Pero lo has hecho inteligentemente, por lo que aun te escuchare. —Tomó un trago e hizo un pausa cambiando de tema—. Hespe se ofreció a compartir una habitación con él esta noche, — dijo con indiferencia.
— ¿De verdad? —dije, más que ligeramente sorprendido—. Se está poniendo más audaz. —El asintió lentamente.
— ¿Y? —Le solicite.
—Y nada. Dedán dijo que estaría condenado antes de que el gaste dinero en una habitación que debe tener de forma gratuita. —Deslizó sus ojos hacia mí y me levantó una ceja.
—No estas en serio, —dije monótonamente. —Él tiene que saber. Sólo se está haciendo el simplón porque no le gusta.
—No lo creo, —dijo Marten, volviéndose hacia mí y bajando la voz un poco—. Hace tres ciclos terminamos un trabajo de la caravana de Ralien. Fue un largo camino, y Dedán y yo teníamos una bolsa llena de monedas y nada en particular relacionado con eso, así que al final de la noche estábamos sentados en la pequeña y sucia taberna del muelle, demasiado borrachos como para levantarse y marcharse. Y empezó a hablar de ella.
Marten movió lentamente la cabeza. —Él continúo durante una hora y tú no habrías reconocido a la mujer que el estuvo describiendo como nuestra Hespe de mirada dura. Prácticamente cantó sobre ella. — Suspiró —. Él piensa que es demasiado buena para él. Y está convencido de que si la mirara mucho de lado acabaría con su brazo quebrado en tres lugares.
— ¿Por qué no le dijiste?
— ¿Decirle qué? Eso fue antes de que ella empezara a irse con ojos de vaca sobre él. Pensé que sus preocupaciones eran bastante razonables en el momento. ¿Qué crees que Hespe haría si tú fueras a darle una palmadita amistosa en cualquiera de sus partes más amigables?
Miré hacia donde estaba Hespe en el bar. Un pie repiqueteaba aproximadamente a tiempo al ritmo del violín. Aparte de eso, el conjunto de sus hombros, sus ojos, la línea de su mandíbula eran duros, casi beligerante. Había un hueco pequeño pero notable entre ella y los hombres de pie en cada lado de ella en el bar.
—Probablemente no arriesgaría mi brazo tampoco, —admití—. Pero él tiene que saberlo a estas alturas. No es ciego.
—No le va peor que el resto de nosotros. —Empecé a protestar, eché un vistazo a la chica de servicio pelirroja. —Podríamos decirle, —dije—. Tú podrías. Él confía en ti.
Marten chupó sus dientes con la lengua. —No, —dijo, poniendo su copa hacia abajo firmemente—. Podrían enturbiarse las cosas. O bien él lo ve o no lo hará. En su propio tiempo, a su manera. —Se encogió de hombros—. O no, y el sol todavía se levantara por la mañana.
Ninguno de los dos habló durante un buen rato. Marten vio la habitación llena de murmullos por encima de su taza, sus ojos cada vez más distantes. Dejé que el ruido del lugar perdiera intensidad a un bajo ronroneo reconfortante cuando me inclinaba contra la pared, dormitando.
Y como mis pensamientos desatendidos tienden a hacer, divagaron a Denna. Pensé en el olor de ella, el arco de su cuello, cerca de su oreja, la forma en que sus manos se movían cuando hablaba. Me pregunté dónde estaba esta noche, si ella estaba bien. Me pregunté sólo un poco si sus ideas alguna vez divagaron en reflexiones afectuosas sobre mí...


***

—...cazar bandidos no debe ser difícil. Además, va a ser bueno hacerlos saltar para variar, fuera de la ley bastardos malditos andrajosos.
Las palabras me sacaron de mi tibio dormitar como un pez de un tirón de una piscina. El músico había dejado de tocar para tomar una copa y en la relativa tranquilidad de la sala la voz de Dedán era fuerte como el rebuzno de un burro. Abrí los ojos y vi que Marten también estaba mirando a su alrededor en estado de alarma, sin duda despertó con las mismas palabras que habían captado mis oídos. Sólo me tomó un segundo detectar a Dedán. Estaba sentado dos mesas más allá, teniendo una conversación con un campesino borracho de cabellos grises. Marten ya estaba de pie. No queriendo llamar la atención sobre la situación, sisee. —Atrápalo. —Y me obligue a mí mismo a de vuelta a mi asiento.
Apreté los dientes cuando Marten se introdujo rápidamente a través de las mesas, tocó en el hombro Dedán y señaló con el pulgar hacia la mesa donde yo estaba. Dedán mascullo algo que me alegre de no escuchar y de mala gana se puso en pie.
Forcé mis ojos para pasear por la habitación en vez de seguir a Dedán. Tempi era fácil de descubrir en sus rojos de mercenario. Estaba mirando hacia la chimenea, observando al violinista afinar su instrumento. Había algunos vasos vacíos sobre la mesa en frente de él y había aflojado las correas de cuero de su camisa. Miró al violinista con una extraña intensidad.
Mientras observaba, una chica de servicio le trajo otra bebida. Él la miró, sus ojos claros se movieron deliberadamente arriba y abajo de su cuerpo. Ella dijo algo y él le besó el dorso de la mano tan suavemente como un cortesano. Ella se ruborizó y empujó su hombro juguetonamente. Una de sus manos se movió con suavidad a la curva de su cintura y descanso allí. A ella no parecía molestarle.
Dedán se acercó a mi mesa, eclipsando mi vista de Tempi justo cuando el violinista levantó su arco y comenzó a serruchar un baile. Una docena de personas se pusieron de pie, dispuestas a bailar.
— ¿Qué? —Dedán exigió cuando vino a estar de pie frente a mi mesa—. ¿Me has llamado para decirme que se está haciendo tarde? ¿Que tengo un largo día mañana y debo meter mi pequeño ser en la cama? —Se inclinó hacia delante sobre la mesa, poniendo sus ojos más al nivel de los míos. Capte un olor irritante en su aliento: dreg. Un licor barato y repugnante con el que se puede provocar incendios.
Me reí con desdén. —Caray, yo no soy tu madre. —En realidad, había estado a punto de decir eso mismo y mentalmente busque otra cosa para distraerlo. Mis ojos se posaron en la pelirroja que me había servido la cena esa misma tarde y me incliné hacia delante en mi asiento. —Me preguntaba si tu podrías decirme algo, —le dije con mi mejor tono de complicidad.
Su ceño fruncido dio lugar a la curiosidad y yo bajé la voz un poco más. —Has estado aquí antes, ¿cierto? —Él asintió con la cabeza inclinándose un poco más cerca—. ¿Conoces cuál es el nombre de esa chica? —Moví la cabeza en dirección a la pelirroja.
Dedán hecho una mirada excesivamente cuidadosa, por encima de su hombro, que seguramente habría llamado su atención si ella no hubiera estado de espaldas a nosotros.
— ¿La rubia a la que está manoseando al Adem? —preguntó Dedán.
—Pelirroja.
La frente amplia de Dedan se arrugó cuando miró al otro lado de la habitación enfocándola. — ¿Losine? — Preguntó en voz baja. Se volvió hacia mí, todavía entrecerrando los ojos. — ¿La pequeña Losi?
Me encogí de hombros y empecé a lamentar la elección de mi táctica de distracción.
Una risa explosiva estalló en el gran hombre y medio se cayó, medio deslizó en el banco frente a mí.
—Losi, —se rió un poco más fuerte de lo que hubiera querido—. Kvothe, te juzgué todo mal. —Golpeó la mesa con la palma de la mano y volvió a reír, casi se vuelca hacia atrás en el banco—. Ah, tienes un buen ojo, muchacho, pero no tienes ni una maldita oportunidad.
Mi orgullo maltratado se aguzó en esto. — ¿Por qué no? ¿No es ella, bien… —Fui apagándome, haciendo un ademan incapaz de expresarme.
Se las arregló para deducir mi significado de algún modo. — ¿Una puta? —preguntó incrédulamente—. ¡Dios mío! ¡Vaya!, no. Hay un par por aquí. —Hizo un amplio ademán sobre su cabeza y luego bajó la voz a un nivel más privado—. En realidad, no putas, claro está. Sólo las chocas a las que no les molesta un poco adicional por la noche. —Hizo una pausa, parpadeó—. Dinero. Dinero adicional. Y otras cosas adicionales. —Río entre dientes.
—Sólo pensé…—Empecé con voz débil.
—Ay, cualquier hombre que haya tenido ojos y bolas pensó eso. —Se inclinó un poco más cerca—. Ella es una pequeña lujuriosa. Ella se llevara a un hombre que capte su mirada, pero ella no puede ser convencida o comprada en la cama. Si pudiera, fuera rica como el rey de Vintas. —Miró en su dirección—. ¿Cuánto valdría enrollararse con ella? Daría…
Entrecerró los ojos en su dirección, moviendo los labios como si se fuera a través de algunas operaciones aritméticas complejas en silencio. Después de un momento se encogió de hombros. —Más de lo que tienes. —Volvió a mirar hacia mí, se encogió de hombros otra vez—. Sin embargo, es inútil desearla. Ahórrate el trabajo. Si tú quieres, conozco una dama que no es una vergüenza a la vista. Podría estar dispuesta a alegrarte la noche. —Empezó a mirar alrededor del cuarto.
—No. —Puse mi mano sobre su brazo para detenerlo—. Tenía curiosidad, eso es todo. —No soné sincero y lo sabía—. Gracias por contarme.
—Nada de eso. —Con mucho cuidado se puso en pie.
—Oh, —dije, como si una idea se me acabara de ocurrir—. ¿Podrías hacerme un favor? —Él asintió con la cabeza y le hice un gesto más de cerca—. Estoy preocupado de que Hespe pudiera terminar hablando de nuestro trabajo para el Maer. Si los bandidos escuchan que los estamos cazando, las cosas se pondrán diez veces más difíciles. —Un aire culpable cruzó su rostro—. Estoy bastante seguro de que ella no lo mencionaría, pero ya sabes cómo a las mujeres les gusta hablar.
 —Entiendo, —dijo rápidamente cuando se puso de pie—. Voy a hablar con ella. Es mejor tener cuidado.
El violinista con cara de halcón terminó su baile, y todos aplaudieron y patearon y martillaron con los jarros vacíos en sus mesas. Suspiré y me froté la cara en mis manos. Cuando miré hacia arriba vi a Marten en la mesa contigua a la mía. Se tocó con los dedos a la frente y asintió con la cabeza en un pequeño saludo. Me dio una leve inclinación de cabeza, sentado. Siempre es bueno tener un público agradecido.

6 comentarios:

  1. graciasss por el capituloo
    estuvo bueno :)

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  2. iuupii muchas gracias!

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  3. Muchas gracias, excelente trabajo, alstima falta tan poco para que se publique (lo que significa el fin de las traducciones)pero tanto para que lo veamos por estas tierras.

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  4. aii si.. para algunos lugares falta tanto que quiero que sigan las rtaducciones


    dani

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  5. gracias por el caìtulo! estuvo bueno!, gran trabajo estan haciendo!

    el proximo porfiis!

    lara

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  6. gracias x el capi! sube el prox en cuanto puedas !♥




    Li chan

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