jueves, 6 de octubre de 2011

Capitulo 71

Este capitulo fue traducido por nuestro traductor Vicente G, (es mas reciente) 
bueno tengo mucho sueño, espero disfruten este capitulo que,, bueno te deja con mas dudas de las que ya tenias!

Capitulo 71
Interludio — El cofre tres veces cerrado

Kvothe levanto su mano, indicando a Cronista detenerse. El escriba pasó un paño de una tela cercana sobre la punta de su pluma y comenzó a mover su hombro rígidamente. En silencio, Kvothe sacó una baraja de cartas y comenzó a distribuirlas alrededor de la mesa. Bast recogió sus naipes y los examinó curiosamente.
El cronista fruncido el ceño. —Qué…
El ruido de pasos sonó en el porche de madera exterior y la puerta de la taberna se abrió, revelando un hombre calvo, de cuerpo grueso que llevaba puesta una chaqueta bordada.
— ¡El Alcalde Lant! —Dijo el posadero, dejando sus naipes y poniéndose de pie—. ¿Qué puedo hacer por usted? ¿Una bebida? ¿Un poco de comida?
—Una Copa de Vino sería muy apreciada, —dijo el alcalde mientras  entraba a la habitación—. ¿Tienes algún Gremsby rojo por ahí?
El posadero sacudió su cabeza. —Me temo que no —dijo—. Ya sabe cómo están los caminos. Es difícil mantener las cosas almacenadas.
El alcalde asintió. —Entonces tomaré algo rojo —dijo—. Pero no pagaré más de un penique por él.
—Por supuesto que no —dijo el posadero, estrujando sus manos un poco—. ¿Algo para comer?
—No —dijo el hombre calvo—. Realmente estoy aquí por los servicios del escriba. Pensé esperar hasta que las cosas se calmaran un poco y que así hubiera algo de intimidad" —Él miró a la habitación vacía—. ¿Supongo que no te importará prestarme el local por media hora, verdad?
—Para nada. —El posadero sonrío melosamente. Le hizo una señal a Bast—.
Pero tenía una mano con full —Protestó Bast agitando sus cartas.
El posadero miró con el ceño fruncido a su asistente antes de volver a la cocina.
El alcalde dejó su chaqueta sobre el respaldo de la silla mientras Bast recogía el resto de las cartas refunfuñando.
El posadero trajo un vaso de vino tinto, tras lo que cerró la posada con una llave grande de latón. —Me llevaré al chico conmigo arriba, —le dijo al alcalde—, Así tendrá algo de privacidad.
—Es demasiado amable por tu parte, —dijo el alcalde mientras se sentaba enfrente del Cronista—. Te daré un grito cuando acabe.
El posadero asintió con la cabeza y sacó a Bast fuera de la sala común hacia las escaleras. Kvothe abrió la puerta de su habitación y le hizo un gesto a Bast para que entrara.
—Me pregunto qué es lo que el viejo Lant quiere mantener en secreto—dijo Kvothe tan pronto como la puerta se cerró tras de él—. Espero que no tarde mucho.
—Tiene dos hijos en la cesta de la Viuda, —dijo Bast con total naturalidad. Kvothe levantó una ceja—. ¿De verdad?
Bast se encogió de hombros —Todo el mundo en el pueblo lo sabe.
Kvothe lo ignoró mientras se sentó en una silla de grandes tapices. — ¿Qué vamos a hacer nosotros durante media hora? —Preguntó Kvothe.
—Han pasado eras desde que tuve clases —Bast arrancó con fuerza una silla de madera del pequeño escritorio y se sentó sobre el borde—. Podrías enseñarme algo.
—Lecciones, —Kvothe filosofado—. Podrías leer Celum Tinture.
—Reshi, —dijo Bast suplicantemente—.  Es tan aburrido. ¿No tengo inconveniente con las lecciones, pero tienen que ser lecciones de libro?
El tono de Bast  sacó una sonrisa de Kvothe. — ¿Entonces una Lección de acertijo? —La cara de Bast mostró una sonrisa abierta—. Muy bien, déjame pensar por un segundo. —Puso sus dedos contra sus labios y dejo vagar sus ojos por el cuarto. No pasó mucho tiempo antes de que fuesen atraídos por el pie de la cama donde el cofre oscuro yacía.
Él hizo un gesto casual. — ¿Cómo abrirías mi cofre si tuvieras la intención?
La expresión de Bast se puso ligeramente aprensiva. ¿Tu cofre tres veces cerrado, Reshi?
Kvothe miró a su estudiante, luego la risa burbujeó arriba de él. — ¿Mi qué? —preguntó incrédulamente.
Bast se sonrojó y miró al suelo. —Es solo como pienso acerca de él, —dijo entre dientes.
—Como los nombres van... —Kvothe vaciló y una sonrisa estuvo jugando alrededor de su boca—. ¿Bien, es un poco de libro de cuentos, o no lo piensas?
—Tú eres el que hace las cosas, Reshi, —Dijo Bast con mal humor—. Tres cerrojos y madera selecta. No es culpa mía si suena como un libro de cuentos. —Kvothe se inclinó hacia adelante y apoyó una mano sobre la rodilla de Bast—. Es un buen nombre, Bast. Simplemente me cogió con la guardia baja, es todo. —Dijo Kvothe mientras se reclinaba.
Se inclinó otra vez. —Entonces. ¿Cómo tratarías de abrir el cofre tres veces cerrado de Kvothe el Sin sangre?
Bast sonrió. —Suenas como a un pirata cuando lo dices de ese modo, Reshi. —Él lanzó al cofre una mirada especulativa a través del cuarto. — ¿supongo que pedirte las llaves está fuera de consideración? —Preguntó a fin de cuentas.
Kvothe —Correcto, —dijo—. Para nuestros propósitos, asume que he perdido las llaves. Mejor aún, asume que estoy muerto y ahora tienes libertad para escarbar en todas mis cosas secretas".
—Eso es un poco sombrío, Reshi —Dijo Bast gentilmente.
—La vida es un poco sombría, Bast —Respondió Kvothe sin cualquier indicio de risa en su voz—. Es mejor comenzar a acostumbrarse a eso. —Agitó una mano hacia el cofre—. Sigue, tengo curiosidad por ver cómo lo consigues con esta castaña pequeña.
Bast mostró una apariencia lacónica. —Los juegos de palabras son peores que las lecciones del libro, Reshi, —dijo, caminando hacia el cofre. Aproximó alegremente su pie, luego lo dobló y miró las dos placas separadas del cerrojo, una de hierro oscuro, la otra de brillante cobre. Bast empujo la tapa redondeada con un dedo, arrugando su nariz. —No puedo decir como cuidas esta madera, Reshi. Y el cerrojo de hierro es positivamente injusto.
—Esto de por sí, ha sido una lección útil, —dijo Kvothe secamente—. Has deducido una verdad universal: Normalmente las cosas son injustas.
— ¡Tampoco hay bisagras! —exclamó Bast, mirando la parte de atrás del cofre. ¿Cómo puedes tener una tapa sin bisagras?
—Eso llevó un rato, —Comentó Kvothe con un poco de orgullo.
Bast se apoyó en sus manos y rodillas y miró directamente al ojo de la cerradura de cobre. Levantó una mano y la lanzó contra del plato de cobre. Luego cerró sus ojos y se movió muy despacio, como si estuviera escuchando.
Después de esto,  se inclinó hacia adelante y respiró contra el cerrojo. Cuando nada ocurrió, su boca comenzó a moverse. Aunque sus palabras fueron pronunciadas con excesiva suavidad para ser escuchadas, contenían un tono innegable de apelación.
Tras un largo momento, Bast volvió a ponerse en canclillas, frunciendo el ceño. Luego sonrió abiertamente en broma, extendió la mano y dio un golpe a la tapa del cofre. Apenas hizo algún ruido en absoluto, como si golpeara su nudillo contra de una piedra.
—Por curiosidad, —preguntó Kvothe—. ¿Qué harías usted si algo respondiera?
Bast se incorporó, dejó el cuarto, y volvió un momento más tarde con un surtido de herramientas. Se puso sobre una rodilla y, usando un pedazo de alambre doblado, jugueteó con el cerrojo de cobre durante varios minutos. De vez en cuando comenzó a maldecir por lo bajo. Cuando cambió de posición para obtener un ángulo diferente, su mano cepilló la placa frontal de hierro mate del cerrojo y él retrocedió dando tumbos de regreso, enojado y resoplando.
Regresando a su posición original, Bast tiró del hilo y sacó un largo cordón de metal brillante. Él trató de trabajar el extremo delgado de la misma debajo de la tapa, pero no pudo obtener ningún resultado con la costura de pelo fino. Después de unos minutos también abandonó este sistema.
Después, Bast trató de inclinar el cofre sobre un lado para examinar la base, pero sus mejores esfuerzos sólo consiguieron deslizarlo poco más o menos de una pulgada a través del suelo. — ¿Cuánto pesa esto, Reshi? —exclamó Bast, viéndose bastante exasperado—. ¿Unos ciento treinta kilos?
—Sobre ciento ochenta cuando está vacío, — dijo Kvothe—. ¿Te acuerdas del problema que tuvimos subiendo las escaleras?
Suspirando, Bast examinó el cofre durante otro largo momento con expresión aguda. Entonces extrajo un hacha de su paquete de herramientas. No era áspera, con cabeza de cuña como la que se utiliza para cortar leña detrás de la posada. Era delgada y amenazante, con todos los forjados hechos de una sola pieza de metal. La forma del acero recuerda vagamente a una hoja.
Sopesó el arma ligera en la palma de su mano, como si probara su peso. —Aquí es donde iría ahora, Reshi. Si estuviera realmente interesado en el interior. Obsequió a su maestro con una mirada curiosa. —Pero si preferirías que no.... —Kvothe hizo un gesto de impotencia—. No mires a mí, Bast. Estoy muerto. Haz lo que quieras.
Bast sonrió y se llevó el hacha de guerra hacia abajo, con la punta redondeada hacia el cofre. Hubo un extraño ruido suave, el sonido era como una campana acolchada siendo golpeada en una habitación distante.
 Bast paró un momento y luego lanzó una andanada de golpes enojados hacia abajo, a la parte superior del cofre. En primer lugar oscilando bruscamente con una mano, luego con las dos manos en un gran movimiento desde encima de la cabeza hacia abajo, rápidamente, como si estuviera partiendo leña.
El hacha, cuyo filo tenía forma de hoja se negó a morder la madera, cada golpe giró de lado como si Bast estuviera tratando de cortar además un gran bloque de piedra.
 Al rato Bast paró, respirando con dificultad y se inclinó para mirar en la parte superior del cofre, pasando la mano por la superficie antes de volver su atención a la hoja del hacha. Suspiró. —Haces un buen trabajo, Reshi.
 Kvothe sonrió e inclinó un sombrero imaginario.
La estera le dio al pecho una larga apariencia. —Trataría de prenderle fuego, pero sé que la Roah no arde. Tendría más suerte alcanzando suficiente temperatura como para que el bloqueo de cobre se derritiera. Pero para hacer eso, habría que obtener la misma temperatura que se consigue en el fuego de una fragua. —Miró al cofre, grande como el baúl de viaje de un caballero—. Pero tendría que ser una forja más grande que la que tenemos aquí en la ciudad. Y ni siquiera sé cómo de caliente tiene que estar el cobre para fundirse.
—Información como esa, —dijo Kvothe—, sin duda sería un tema de una lección de libro.
 —Y sospecho que has tomado precauciones contra este tipo de cosas.
 —Lo hice, —admitió Kvothe—. Pero fue una buena idea. Muestra pensamiento alternativo.
— ¿Y el ácido? —Dijo Bast—. Sé que tenemos algunas cosas potentes abajo....
—El ácido fórmico es inútil contra la Roah. —Dijo Kvothe—. Como también lo es el muriático. Es posible que tengas un poco de suerte con Aqua Regius. Sin embargo, la madera es bastante gruesa y no tenemos mucho a mano.
—Yo no estaba pensando en la madera, Reshi. Estaba pensando en las cerraduras de nuevo. Con suficiente ácido podía romperlas.
 —Estás asumiendo que son de cobre y de hierro totalmente, —Respondió Kvothe—. Incluso si lo fueran, se necesitaría una gran cantidad de ácido y tendrías que preocuparte de que el propio ácido se derrame en el cofre, destrozando todo lo que hay dentro. Lo mismo ocurre con el fuego, por supuesto.
Bast miró el cofre otro largo rato, acariciando sus labios, pensativo. —Eso es todo lo que tengo, Reshi. Voy a tener que pensarlo un poco más. —Kvothe asintió con la cabeza. Mirándose un poco desanimado, Bast recogió sus herramientas y se las llevó. Cuando regresó, él empujó el cofre, deslizándolo de nuevo una fracción de una pulgada cuadrada hasta que estuvo otra vez a los pies de la cama.
—Fue un buen intento, Bast, —lo tranquilizó Kvothe—. Muy metódico. Fuiste directo, tal como yo lo habría hecho.
 — ¿Hola? —se oyó la voz del alcalde desde la habitación de abajo—. He terminado.
 Bast saltó y corrió hacia la puerta, empujando su silla hacia atrás, debajo de la mesa. El movimiento repentino movió una de las hojas de papel arrugado posada allí, haciendo que se cayera al suelo, donde rebotó y rodó por debajo de la silla.
Bast se detuvo, se inclinó para recogerlo.
 —No, —dijo Kvothe sombrío. — Déjalo. Bast se detuvo con la mano extendida, luego se levantó y salió de la habitación.
 Kvothe lo siguió, cerrando la puerta detrás de ellos.

5 comentarios:

  1. que manera de sumar misterios este libro !
    Gracias por la traducción !

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  2. Que habrá dentro del Cofre Tres Veces Cerrado de Kvothe el Sin Sangre ???
    Por qué habrá sido tan receloso Kvothe con aquella simple hoja de papel que calló al suelo ???
    Acaso la situación en la que Bast tendría que abrir aquel cofre se aproxima ???

    No se pierdan el próximo capítulo de "El Temor de un Hombre Sabio"... aquó, por Spanish Edena Ruh...


    PD: Con tanto misterio no se me ocurre nada más que esclarecer las preguntas que aparecen T.T pero quiero respuestaaaaaaaaaas

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  3. Bueno aquí dejo un extracto de la traducción oficial en España del Temor de un hombre sabio para que vean que nuestra traducción ha sido real y que realmente, es difícil traducir literalmente un texto de lengua a lengua como se ve en algunas diferencias entre nuestra traducción y la de la traductora oficial del libro en España.
    Salu2 a todos.

    Oficial:
    http://lahistoriadekvothe.com/blog/hechos-interesantes-un-fragmento-de-el-temor-de-hombre-sabio

    Spanish Edena Ruh:
    http://spanish-edena-ruh.blogspot.com/2011/06/capitulo-15.html

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  4. La hoja de papel que cayo al suelo, supongo es de las memorias de Kvothe, las que empezó a escribir y luego abandono.

    Respecto al cofre, sin duda por algo le pidió a Bash que lo abriera, tal vez en el tercer libro sea Bash quien lo abra...

    Muchas gracias por esta traducción.

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  5. muchas gracias a todos por tenernos informados con sus traducciones. sois geniales.

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