Este capitulo fue traducido por Marcelo, realmente se esforso muchisimo en hacerlo perfecto y tambien me pidio que mencionara a su amiga Raquel Villón que le ayudo mucho en la traduccion!!
Bueno pues aqui esta, si si quiera dire como es el capitulo por que no se como describirselos.
Okay rapidamente en otras cosas estoy preparando una entrada que sea como una pequeña clase sobre las reglas mas basicas para usar guiones ya que me lo an pedido.
Capitulo 73
Sangre y Tinta
Sangre y Tinta
En la Teofanía, Teccam escribe sobre los secretos, llamándolos dolorosos tesoros de la mente. Explica que lo que la mayoría de las personas conoce como secretos realmente no es nada por el estilo. Los misterios, por ejemplo, no son secretos. Tampoco son los hechos poco conocidos o las verdades olvidadas. Un secreto, Teccam explica, es el verdadero conocimiento oculto activamente.
Los filósofos han hecho objeciones acerca de su definición por siglos. Apuntan a los problemas lógicos con él, las lagunas, las excepciones. Pero en todo este tiempo ninguno de ellos se las ha arreglado para tener una mejor definición. Eso, quizá, nos dice más que todas las sutilezas combinadas.
En otro capítulo posterior, menos discutido y menos conocido, Teccam explica que hay dos tipos de secretos. Hay secretos de la boca y secretos del corazón.
La mayoría de los secretos son secretos de la boca. Chismes compartidos y escándalos pequeños murmurados. Estos secretos anhelan ser dejados sueltos sobre el mundo. Un secreto de la boca es como una piedra en la bota. Al principio uno apenas es consciente de que la tiene. Luego crece irritante y se vuelve intolerable. Los secretos de la boca crecen aún más grandes cuanto más tiempo se los guarda, hinchándose hasta que presionan contra los labios. Luchan por ser liberados.
Los secretos del corazón son diferentes. Son privados y dolorosos y no queremos nada más que ocultarlos al mundo entero. No se hinchan y presionan contra la boca. Viven en el corazón y cuanto más tiempo se guardan, más pesados se vuelven.
Teccam afirma que es mejor tener la boca llena de veneno que un secreto del corazón. Cualquier tonto escupirá veneno, dice, pero acumulamos estos tesoros dolorosos. Tragamos duro contra ellos todos los días, forzándolos hacia lo profundo dentro de nosotros. Allí se sientan, cada vez más pesados, supurando. Con suficiente tiempo, no pueden evitar aplastar el corazón que los sostiene.
Los filósofos modernos desprecian a Teccam, pero son buitres hurgando en los huesos de un gigante. Objeta todo lo que quieras, Teccam comprendía la forma del mundo.
***
El día después que había seguido Denna a través de la ciudad, ella me envió una nota y la encontré fuera de Las Cuatro Velas. Nos habíamos encontrado docenas de veces allí en el último ciclo, pero hoy algo era diferente. Hoy Denna llevaba un vestido largo y elegante, no en capas y cuello alto como en la moda actual, sino ajustado y abierto en el cuello. Era de un azul intenso y cuando dio un paso pude vislumbrar un largo tramo de su pierna desnuda debajo.
El estuche de su arpa se inclinaba contra la pared detrás de ella y tenía una expresión expectante en sus ojos. Su oscuro cabello era brillante en la luz del sol, sin adornos a excepción de tres trenzas atadas con una estrecha cuerda azul. Estaba descalza y sus pies estaban manchados de hierba. Ella sonrió.
—Esta lista, —dijo, la emoción repiqueteo a través de su voz como un trueno distante. —Lista lo suficiente como para tocarte una parte de cualquier modo. ¿Quieres oírla?— Noté un poco de timidez bien escondida en su voz.
Como ambos estábamos trabajando para mecenas que valoraban su privacidad, Denna y yo no solíamos hablar de nuestro trabajo. Comparamos nuestros dedos manchados de tinta y lamentamos nuestros apuros, pero sólo de manera vaga.
—Nada me gustaría más que escucharte, —le dije mientras Denna cogía el estuche de su arpa y empezó a bajar la calle. Eche a andar a su lado—. ¿Pero a tu mecenas no le molestará?
Denna se encogió de hombros demasiado casual. —Dice que quiere que mi primera canción sea algo que los hombres canten durante cien años, así que dudo que quiera que se mantenga para siempre embotellada. —Ella me dio una mirada de reojo—. Vamos a ir a un lugar privado y te dejaré escucharla. Siempre y cuando no vayas gritándola desde los tejados, Debería ser segura.
Nos pusimos en marcha hacia la puerta occidental por acuerdo tácito. —Me habría traído a mi laúd, —dije—, pero finalmente encontré un reparador de laudes en el que confío. He mandado a arreglar esa clavija suelta.
—Me servirías mejor como audiencia hoy, —dijo ella—. Siéntate extasiado de admiración mientras toco. Mañana te miraré yo, toda con ojos llorosos con el asombro. Me maravillaré de tu destreza, ingenio y encanto. —Ella movió su arpa a su otro hombro y me sonrió—. Siempre que no los dejaras para que los arreglen en la tienda.
—Siempre estoy para un dueto, —le sugerí—. Arpa y laúd es raro pero no imposible.
—Eso está finamente formulado. —Ella me miró de reojo—. Pensare sobre eso.
Como me había sucedido una docena de veces antes, luché contra el impulso de decirle que había recuperado su anillo de Ambrose. Quería contarle la historia de la misma, con errores y todo. Pero estaba bastante seguro de que el impacto romántico de mi gesto se vería disminuido por el final de la historia, donde efectivamente había empeñado el anillo antes de que dejara Imre. Es mejor mantenerlo en secreto por ahora, pensé y sorprenderla con el propio anillo.
—Así que ¿qué pensarías, —le pregunté, —de contar con el Maer Alveron como tu mecenas?
Denna se detuvo y se volvió a mirarme. — ¿Qué?
—Actualmente estoy en su favor, —le dije—. Y me debe un favor o dos. Sé que has estado buscando un mecenas.
—Yo tengo un mecenas, —dijo con firmeza—. Uno que me he ganado por mi propia cuenta.
—Tú tienes un medio mecenas, —protesté—. ¿Dónde está el escrito de patrocinio? Tu Maestro Fresno podría ser capaz de darte algún apoyo financiero, pero la mitad más importante de un patrón es su nombre. Es como una armadura. Es como una llave que abre…
—Yo sé cómo funciona un mecenazgo, —dijo Denna, cortándome.
—Entonces sabes que el tuyo te está estafando, —le dije. —Si el Maer hubiera sido tu mecenas cuando las cosas iban mal en la boda, nadie en ese pequeño pueblo se hubiera atrevido a alzar la voz contra ti, por no hablar de su mano. Incluso a un millar de kilómetros de distancia el nombre del Maer te habría protegido. El té hubiera mantenido a salvo.
Un mecenas puede ofrecer más que un nombre y dinero, —dijo Denna con un filo en su voz. —Estoy bien, sin el amparo de un título y honestamente, me irrita que alguien quisiera vestirme con sus colores. Mi mecenas me da otras cosas. Él sabe las cosas que necesito saber. —Ella me dio una mirada irritada cuando sacudió su cabello sobre su hombro. —Te he dicho todo esto antes. Estoy contento con él por el momento.
— ¿Por qué no tener ambos? —le sugerí—. El Maer en público y tu Maestro Fresno en secreto. Seguramente no podía oponerse a eso. Alveron probablemente podría aun mirar a este otro tipo por ti, asegurarse de que no está tratando de ganarte con falsas…
Denna me miró horrorizada. —No. Dios no. —Se volvió hacia mí, su expresión seria—. Prométeme que no trataras de averiguar nada sobre él. Podría arruinarlo todo. Tú eres el único al que se lo he dicho en todo el mundo, pero estaría furioso si supiera que lo había mencionado a alguien.
Sentí un extraño brillo del orgullo en esto. —Si realmente lo prefirieres yo no...
Denna se detuvo y se puso el estuche de su arpa abajo en el pavimento donde hizo un ruido hueco. Su expresión era muy seria. —Prométemelo.
Probablemente no habría estado de acuerdo si no hubiera pasado la mitad de la noche anterior siguiéndola por la ciudad con la esperanza de descubrir esto mismo. Pero tuve que. Luego la había escuchado a escondidas, también. Así que hoy estaba prácticamente sudando con la culpa.
—Te lo prometo, —le dije. Cuando su expresión de ansiedad no se evaporó añadí, — ¿no confías en mí? Lo juraré, Si eso te deja más tranquila.
— ¿Sobre qué lo jurarías? —Preguntó, empezando a sonreír otra vez—. ¿Qué es lo suficientemente importante que te hará sujetarte a tu palabra? —
— ¿Mi nombre y mi poder? —le dije.
—Eres muchas cosas, —dijo secamente—. Pero tú no eres Táborlin el Grande.
— ¿Mi buena mano derecha? —le sugerí.
— ¿Sólo una mano? —preguntó ella, la alegría arrastrándose vuelta a su tono. Estiró la mano y tomó mis manos entre las suyas, dándoles la vuelta y haciendo un espectáculo de inspeccionarlas de cerca. —Me gusta la de la izquierda mejor, —decidió—. Jura por esta.
— ¿Mi buena mano izquierda? —le pregunté dubitativamente.
—Muy bien, —dijo—. La derecha. Eres un tradicionalista.
—Juro que no tratare de descubrir a tu mecenas, —dije con amargura. —Lo juro sobre mi nombre y mi poder. Lo juro por mi buena mano izquierda. Lo juro por la luna siempre en movimiento.
Denna me miró de cerca, como si no estuviera segura si me estaba burlando de ella. —Muy bien, —dijo con un encogimiento de hombros, recogiendo su arpa—. Considérame tranquilizada.
Empezamos a caminar de nuevo, moviéndonos a través de las puertas occidentales hacia el campo. El silencio entre nosotros se extendía, comenzando a crecer incómodo.
El silencio puede tornarse incomodo, dije la primera cosa que me vino a la mente. —Así que, ¿hay nuevos hombres en tu vida?
Denna se rió entre dientes bajo en su garganta. —Hablas como el Maestro Fresno. Él siempre está preguntando por ellos. No creo que ninguno de mis pretendientes sean lo suficientemente buenos para mí.
No podría estar más de acuerdo, pero decidí que no sería prudente decirlo. —Y ¿qué piensa de mí?
— ¿Qué? —me preguntó, confusa—. Oh. Él no sabe de ti, —dijo. ¿Por qué habría de hacerlo?
Traté de dar un encogimiento de hombros indiferente, pero no pude haber sido muy convincente cuando ella se echó a reír. —Pobre Kvothe. Te estoy tomando el pelo. Yo sólo le digo acerca de los que vienen rondando alrededor, jadeando y olfateando como perros. Tú no eres como ellos. Siempre has sido diferente.
—Siempre me he enorgullecido de mi falta de jadeos y olfateos.
Denna giró su espalda y dejó que su arpa balanceándose me golpeara en broma. —Tú sabes lo que quiero decir. Van y vienen con poca ganancia o pérdida. Tú eres el oro detrás de la escoria arrastrada por el viento. El Maestro Ash podría pensar que tiene derecho a saber sobre mis asuntos personales, mis idas y venidas. —Ella frunció el ceño un poco—. Pero no lo tiene. Estoy dispuesta a concederle un poco de eso, por ahora…
Extendió la mano y se apoderó de mi brazo posesivamente. —Pero tú no eres parte del acuerdo, —dijo, su voz casi feroz—. Tú eres mío. Sólo mío. Yo no tengo la intención de compartirte.
La tensión momentánea pasó y nos fuimos de la amplia carretera al oeste lejos de Severen, riendo y hablando de cosas pequeñas. Media milla más allá la última posada de la ciudad era un parche en la tranquilidad de los árboles con una sola piedra gris alta situada en el centro. La habíamos encontrado mientras buscábamos fresas silvestres y se había convertido en uno de nuestros lugares favoritos para escapar del ruido y el olor de la ciudad.
Denna se sentó a la base de la piedra gris y puso su espalda contra ella. Luego saco su arpa fuera de su estuche y la puso cerca de su pecho, haciendo que su vestido se recogiera y expusiera una cantidad escandalosa de la pierna. Ella arqueó una ceja y me sonrió como si supiera exactamente lo que estaba pensando.
—Linda arpa, —dije con toda tranquilidad.
Resopló sin delicadeza alguna.
Me senté donde me encontraba, extendiéndome cómodamente sobre la hierba larga y fresca. Tiré de algunas hebras fuera de la tierra y empecé a retorcerlas en una trenza distraídamente.
Honestamente, yo estaba nervioso. A pesar de que habíamos pasado mucho tiempo juntos en el último mes, yo nunca había escuchado a Denna tocar algo de su propia creación. Habíamos cantado juntos y sabía que tenía una voz como la miel sobre pan caliente. Sabía que sus dedos estaban seguros y tenía el cronometraje de un músico...
Pero escribir una canción no es lo mismo que tocar una. ¿Qué pasaría si la suya no era buena? ¿Qué le diría?
Denna extendió sus dedos a las cuerdas y mis preocupaciones se desvanecieron con el fondo. Siempre me ha parecido algo poderosamente erótico la forma en que una mujer pone sus manos en un arpa. Ella comenzó un glisseo rodando por los hilos de mayor a menor. El sonido de eso era como martillos sobre campanas, como el agua sobre las piedras, como el canto de los pájaros en el aire.
Paró y afinó una cuerda. Tiró, afinó. Ella tocó la fibra fuerte, una cuerda dura, un acorde prolongado, luego se volvió a mirarme, flexionando los dedos nerviosamente. — ¿Estás listo?
—Eres increíble, —dije.
La vi sonrojarse un poco y después cepillar su cabello para ocultar su reacción. —Bobo. No he tocado nada aun.
—Eres increíble a pesar de todo.
—Silencio. —Ella tocó fuerte una cuerda y dejó que se desvaneciera en una silenciosa melodía. A medida que subía y bajaba, habló de la introducción de su canción. Me sorprendió con una apertura tradicional. Sorprendido, pero contento. Las viejas costumbres son las mejores.
Acérquense y escuchen bien,
Porque tengo una historia de tragedia que contar.
Yo canto de la propagación de una sombra sutil,
A través de una tierra y del hombre,
Quién le dio la mano a un fin que pocos podrían soportar.
Buen Lanre: despojado de su esposa, de la vida, del orgullo.
Sin embargo nunca de su propósito se alejó.
Que luchó contra la marea y, cayó y fue traicionado.
Al principio fue su voz lo que captó mi respiración, luego fue la música. Pero antes de que diez líneas hubieran salido de sus labios estaba pasmado por razones diferentes. Ella cantó la historia de la caída de Myr Tariniel. De la traición de Lanre. Era la historia que había oído de Skarpi en Tarbean.
Pero la versión de Denna era diferente. En su canción, Lanre fue pintado en tonos trágicos, un héroe usado injustamente. Las palabras de Selitos eran crueles y mordaces, Myr Tariniel una madriguera que fue mejor para el fuego purificador. Lanre no era traidor, sino un héroe caído.
Así que mucho depende de donde se deja una historia, y ella terminó cuando Lanre fue maldecido por Selitos. Fue el final perfecto para una tragedia. En su historia Lanre fue tratado injustamente, incomprendido. Selitos era un tirano, un monstruo loco que arrancó su propio ojo con furia ante el engaño ingenioso de Lanre. Estaba terriblemente, dolorosamente mal.
A pesar de esto, tenía los primeros atisbos de la belleza de ella. Los acordes bien elegidos. La rima sutil y fuerte. La canción era muy fresca y había partes ásperas en abundancia, pero podía sentir la forma de la misma. Vi lo que podría llegar a ser. Que convertiría, las mentes de los hombres. Lo cantarían durante cien años.
Probablemente la has escuchado, a decir verdad. Mucha gente lo ha hecho. Ella termino llamándola “El Cantar de los Siete Dolores”. Sí. Denna la compuso y yo era la primera persona en escucharla tocarla entera.
Cuando las últimas notas se desvanecieron en el aire, Denna bajó las manos, dispuesta a encontrarse con mi mirada.
Estaba sentado, inmóvil y en silencio sobre la hierba.
Para que esto tenga sentido, tienes que comprender algo que cada músico sabe. Cantar una nueva canción es una cosa nerviosa. Más que eso. Es terrorífico. Es como desvestirse por primera vez en frente de un nuevo amante. Es un momento delicado.
Necesitaba decir algo. Un elogio. Un comentario. Una broma. Una mentira. Cualquier cosa era mejor que el silencio.
Pero yo no podría haber estado más sorprendido si ella hubiera escrito un himno alabando al duque de Gibea. El choque fue simplemente demasiado para mí. Me sentía crudo como el pergamino reutilizado, como si cada nota de su canción hubiera sido otro golpe rápido de un cuchillo, raspando hasta que estuve completamente en blanco y sin palabras.
Miré hacia abajo calladamente a mis manos. Todavía sujetaban el semicírculo formado de hierba verde que había estado tejiendo cuando la canción comenzó. Era una trenza ancha y plana que ya empezaba a curvarse en forma de un anillo.
Sin dejar de mirar hacia abajo, oí el rumor de las faldas de Denna mientras ella se movía. Tenía que decir algo. Yo ya había esperado demasiado tiempo. Había demasiado silencio en el aire.
—El nombre de la ciudad no era Mirinitel —dije sin levantar la vista. No era la peor cosa que podría haber dicho. Pero no era la cosa correcta para decir. Hubo una pausa—.
— ¿Qué?
—No Mirinitel, —repetí—. La ciudad que Lanre quemó era Myr Tariniel. Perdona que te lo diga. Cambiar un nombre es un trabajo duro. Se arruinará la métrica en una tercera parte de tus versos. —Me sorprendió lo tranquilo de mi voz, la forma plana y lo muerta que sonaba en mis oídos.
La oí tomar aliento sorprendida. — ¿Tú has oído la historia antes?
Miré a Denna, su expresión emocionada. Asentí con la cabeza, todavía me sentía curiosamente en blanco. Vacío. Hueco como una calabaza seca. — ¿Qué te hizo escoger esta canción? —le pregunté.
Tampoco era lo correcto para decir, o bien. No puedo evitar sentir que si hubiera dicho la cosa correcta a ese momento, todo habría resultado de manera diferente. Pero incluso ahora, después de muchos años de pensar, no puedo imaginar lo que podría haber dicho que podría haber hecho las cosas bien.
Su entusiasmo se desvaneció un poco. —He encontrado una versión de la misma en un libro viejo cuando estaba haciendo investigación genealógica para mi mecenas, —dijo—. Casi nadie la recuerda, así que es perfecta para una canción. No es que el mundo necesite otra historia acerca de Oren Velciter. Nunca voy a dejar mi huella repitiendo lo que otros músicos ya han hecho antes más de un centenar de veces.
Denna me miró con curiosidad. —Pensé que iba a ser capaz de sorprenderte con algo nuevo. Nunca me hubiera imaginado que ya habrías oído hablar de Lanre.
—La escuché hace muchos años, —dije aturdido. —De un viejo narrador de cuentos en Tarbean.
—Si yo tuviera la mitad de tu suerte... — Denna movió la cabeza con desaliento. —Tuve que armarla de un centenar de pequeños desechos. —Hizo un gesto conciliador—. Yo y mi mecenas, debería decir. Él esta ayudado.
—Tu mecenas, —dije. Sentí una chispa de emoción cuando lo mencionó. Hueco como estaba, fue sorprendente cuán rápidamente la amargura se extendió a través de mis entrañas, como si alguien hubiera encendido un fuego dentro de mí.
Denna asintió con la cabeza. —El fantacea consigo mismo con ser un poco de un historiador, —dijo—. Creo que está pescando para una cita en la corte. No sería el primero en congraciarse dirigiendo una luz sobre el antepasado heroico perdido hace mucho tiempo de alguien. O tal vez él está tratando de inventar un antepasado heroico para sí mismo. Eso explicaría la investigación que hemos estado haciendo en las genealogías antiguas.
Vaciló por un momento, mordiéndose los labios. —La verdad es, —dijo, como si confesara algo—. Casi sospecho que el tema es para el mismo Alveron. El Maestro fresno ha insinuado que ha tenido negocios con el Maer. —Ella me dio una sonrisa pícara—. ¿Quién sabe? Manejándote en los círculos en los que estas. Podrías ya haber conocido a mi mecenas y ni siquiera lo sabes.
Mi mente pasó sobre los cientos de nobles y cortesanos a quienes había conocido de paso durante el último mes, pero era difícil concentrarse en sus caras. El fuego en mi interior se extendía hasta mi pecho entero estaba lleno de él.
—Pero basta de esto, —dijo Denna, agitando las manos con impaciencia. Empujó su arpa y cruzó sus piernas para sentarse con las piernas cruzadas sobre la hierba. —Me estas tomando el pelo. ¿Qué te parece?
Bajé la vista hacia mis manos y ociosamente acaricie la trenza plana de verde hierba que había tejido. Era suave y fría entre mis dedos. No podía recordar cómo había planeado unir los extremos para formar un anillo.
—Sé que tiene algunas partes ásperas, —escuché decir a Denna, su voz llena de excitación nerviosa. —Voy a tener que arreglar ese nombre que tú has mencionado, si estás seguro de que es el correcto. El inicio es áspero y el séptimo verso es un desastre, lo sé. Tengo que ampliar las batallas y su relación con Lyra. El final necesita ajuste. Pero en general, ¿qué te parece?
Una vez que ella la alisara, sería brillante. Una canción tan buena como las que mis padres podrían haber escrito, pero eso sólo empeoró las cosas.
Me temblaban las manos y me quedé sorprendido por lo difícil que era hacer que se detuvieran. Aparté la mirada de ellas, hasta Denna. Su nerviosa excitación se desvaneció cuando vio mi cara.
—Vas a tener que rehacer algo más que el nombre. —Traté de mantener mi voz tranquila—. Lanre no era un héroe.
Ella me miró extrañamente, como si no pudiera decir si le estaba haciendo una broma. — ¿Qué?
—Tienes todo el asunto mal, —dije—. Lanre era un monstruo. Un traidor. Es necesario que lo cambies. —
Denna echó hacia atrás su cabeza y se rió. Cuando no me uní a ella, inclinó su cabeza, perpleja. — ¿Hablas en serio? —
Asentí con la cabeza.
El rostro de Denna fue duro. Sus ojos se estrecharon y su boca formuló una delgada línea. —Tienes que estar bromeando. —Su boca se movía en silencio por un momento y luego sacudió la cabeza. —No tendría ningún sentido. Toda la historia se cae a pedazos si Lanre no es el héroe.
—No es sobre lo que hace una buena historia —dije—. Es acerca de lo que es verdad.
— ¿Verdad? —Ella me miró con incredulidad—. Esto es sólo un viejo cuento popular. Ninguno de los lugares son reales. Ninguna de las personas son reales. Es lo mismo que te ofendieras conmigo por hacer una nueva estrofa para "Calderero Curtidor".
Podía sentir palabras crecientes en mi garganta, calientes como un fuego de chimenea. Me las tragué hacia el fondo fuertemente en contra ellas. —Algunas historias son sólo historias, —estuve de acuerdo—. Pero no ésta. No es tu culpa. No hay manera de que pudieras haber…
—Oh bien, gracias, —dijo mordazmente—. Estoy tan contenta de que esto no es mi culpa.
—Muy bien, —dije bruscamente—. Es tu culpa. Deberías haber hecho más investigación.
— ¿Qué sabes tú acerca de la investigación que hice? —preguntó ella—. ¡No tienes la menor idea! ¡He estado por todo el mundo desenterrando las piezas de esta historia!
Fue lo mismo que mi padre había hecho. Había comenzado a escribir una canción sobre Lanre, pero su investigación lo llevó a los Chandrian. Había pasado años persiguiendo medio olvidadas historias y desenterrando rumores. Él quería que su canción dijera la verdad sobre ellos y ellos habían matado a mi troupe entera para ponerle fin.
Miré hacia abajo a la hierba y pensé acerca del secreto que había guardado durante tanto tiempo. Pensé en el olor de la sangre y el pelo quemado. Pensé en el óxido y el fuego azul y los cuerpos destrozados de mis padres. ¿Cómo podría explicarle algo tan grande y horrible? ¿Dónde podría empezar? Podía sentir el secreto en lo profundo de mí, enorme y pesado como una piedra.
—En la versión de la historia que escuché, —dije, tocando el borde lejano del secreto—. Lanre llegó a ser uno de los Chandrian. Debes tener cuidado. Algunas historias son peligrosas.
Denna me miró durante un momento largo. — ¿Los Chandrian? —Dijo con incredulidad. Entonces se echó a reír. No era su risa encantadora de costumbre. Esta era aguda y llena de burla. ¿Qué clase de niño eres?
Sabía exactamente lo infantil que me hizo parecer. Sentí que me sofocaba de vergüenza, todo mi cuerpo de repente sentía pinchazos de sudor. Abrí la boca para hablar y sentía como grietas al abrir la puerta de un horno. — ¿Yo Soy como un niño? —Escupí—. Qué sabes tú de algo, tu estúpida... —Casi mordí hasta cortarme la punta de mi lengua para no gritar la palabra puta.
—Crees saberlo todo, ¿no es así? —ella exigió. —Tú has estado en la Universidad por lo que crees que el resto de nosotros…
— ¡Deja de buscar excusas para estar molesta y escúchame! —la espete. Las palabras salían de mí como el hierro fundido—. ¡Estás teniendo un arranque de cólera como una pequeña niña mimada!
—No te atrevas. —Me pinchó con un dedo—. No me hables como si yo fuera algún tipo de chica de campo estúpida. ¡Sé cosas que no enseñan en tu preciosa Universidad! ¡Cosas secretas! ¡No soy una idiota!
— ¡Estás actuando como una idiota! —Grite con tanta fuerza que las palabras hirieron mi garganta—. ¡No te callas el tiempo suficiente para escucharme! ¡Estoy tratando de ayudarte!
Denna se sentó en el centro de un silencio frío. Sus ojos eran duros y planos. —De eso se trata, ¿no es así? —Dijo con frialdad—. Sus dedos se movían en su cabello, cada movimiento de sus dedos rígidos con irritación. Desató sus trenzas, las alisó hacia fuera, y luego distraídamente las ató con un patrón diferente. —Odias que yo no acepte tu ayuda. No puedes soportar que no te permita corregir cada pequeña cosa en mi vida, ¿es eso?
—Bueno quizás alguien tiene que arreglar tu vida. —Le espete—. Has hecho un buen lío de ella hasta ahora, ¿no?
Ella seguía sentada, muy quieta, sus ojos furiosos. — ¿Que te hace pensar que sabes algo sobre mi vida?
—Sé que tienes tanto miedo de acercarte a cualquier persona que no puedes permanecer en la misma cama cuatro días seguidos, —dije, casi sin saber lo que estaba diciendo de todas formas. Palabras de enojo salieron de mí como la sangre de una herida—. Yo sé que vives toda tu vida quemando puentes detrás de ti. Sé que resuelves tus problemas corriendo…
— ¿Que te hace pensar que tu consejo vale un fino trozo de una maldición, de todos modos? —Denna estalló—. Hace medio año tú tenías un pie en una zanja. El cabello todo desgreñado y sólo tres camisas harapientas. No había un noble en un centenar de kilómetros de Imre que meara sobre ti si estuvieras en llamas. Tuviste que correr miles de kilómetros para tener la oportunidad de un mecenas.
Mi cara ardía de vergüenza por su mención de mis tres camisas y sentí mi cólera encenderse ardiente otra vez. —Tienes razón, por supuesto, —le dije sarcásticamente—. Tu estas mucho mejor. Estoy seguro de que tu mecenas estaría perfectamente feliz de mear sobre ti…
—Ahora llegamos al corazón de esto, —dijo levantando sus manos al aire—. No te gusta mi mecenas, ya que me podrías conseguir uno mejor. No te gusta mi canción, porque es diferente de la que conoces. —Cogió el estuche de su arpa, sus movimientos eran rígidos y enojados—. Eres igual que todos los demás.
— ¡Estoy tratando de ayudarte!
—Estás tratando de arreglarme, —dijo Denna resueltamente cuando guardaba su arpa. —Estás tratando de comprarme. Para organizar mi vida. Quieres retenerme como si fuera tu mascota. Como si fuera tu perro fiel.
—Yo nunca pensaría en ti como un perro, —dije, dándole una sonrisa brillante y frágil. —Un perro sabe escuchar. Un perro tiene suficiente sentido común para no morder la mano que está tratando de ayudarle.
Nuestra conversación descendió en espiral desde allí.
***
En este punto de la historia estoy tentado a mentir. Para decir que hablé de estas cosas en una rabia incontrolable. Que me sentí abrumado por el dolor de la memoria de mi familia asesinada. Estoy tentado a decir que sentí el sabor de ciruela y nuez moscada. Entonces tendría una excusa…
Denna respondió del mismo modo, herida y furiosa y mordaz como yo. Los dos estábamos orgullosos y llenos de ira y con la certeza inquebrantable de la juventud. Nos dijimos las cosas que nunca habríamos dicho de otra manera, y cuando nos marchamos, no partimos juntos.
Mi temperamento estaba caliente y amargo como una barra de hierro fundido. Se quemó mientras caminé todo el camino de regreso a Severen. Se quemó cuando me abrí paso por la ciudad y esperé los elevadores de mercadería. Ardió sin llama cuando anduve con paso majestuoso a través de las propiedades del Maer y cerré de golpe la puerta a mis habitaciones detrás de mí.
No fue sino horas después que se enfrió lo suficiente para lamentar mis palabras. Pensé en lo que podría haberle dicho a Denna. Pensé en decirle cómo mi troupe fue asesinada, sobre los Chandrian.
Decidí que le escribiría una carta. Yo lo explicaría todo, no importaría cuán absurdo o increíble pareciera. Saqué pluma y tinta y coloqué una hoja de papel blanca y fina sobre el escritorio.
Bajé la pluma y traté de pensar cómo podría empezar.
Mis padres habían muerto cuando yo tenía once años. Fue un evento tan grande y terrible que me había conducido casi a la locura. En los años posteriores, nunca había contado a nadie esos eventos. Nunca los había susurrado en una habitación vacía. Era un secreto al que me había agarrado con tanta fuerza durante tanto tiempo que cuando me atreví a pensar en él, estaba tan pesado en mi pecho que apenas podía respirar.
Mojé la pluma otra vez, pero ninguna palabra vino. Abrí una botella de vino, pensando que podría soltar el secreto dentro de mí. Dadme algo que puedan sostener mis manos para poder rezar. Bebí hasta que la habitación giró y la punta de la pluma estaba cubierta de la tinta seca.
Horas más tarde, la hoja en blanco aún se me quedó mirando y golpeé mi puño contra la mesa con furia y frustración, golpeando con tanta fuerza que mi mano sangraba. Así es como un secreto pesado puede llegar a ser. Puede hacer que fluya la sangre más fácil que la tinta.
rohue:
ResponderEliminarestoy completamente confuso
Lo de éste capítulo son palabras mayores.
ResponderEliminarsin palabras ...
ResponderEliminaresto tenia que pasar tarde o temprano...
ResponderEliminarLOL LOL LOL LOL qe fuerte D: me puse nerviosa cuando discutian xdd
ResponderEliminarEn un moment Denna dice el maestro ASH
ResponderEliminarASH en ingles es CENIZA
Muchas gracias por la traducción, realmente un muy buen capitulo.
ResponderEliminarPero queda una duda, Denna escogió la canción o su mecenas la busco para hacerla una canción sobre Lanre que lo pinte como héroe, una canción que oculte las cosas que quieren ocultar los Candrian???
Claro, por eso estaba ahí en la boda en que mataron a todos y solo sobrevivió Dena, solo la golpearon, y ademas el otro detalle del dibujo que hizo la niña sobre la vasija que también fue una pista que buscaba kvhote... Hay mucho, mucho mas por descubrir... O mas bien, no sabemos nada...
ResponderEliminarBien, puede ser una tragedia, en la que el héroe se enamora de la que está destinada a ser su enemiga. Puede ganar la guerra, pero el resultado siempre será amargo.
ResponderEliminarCSM!
ResponderEliminarI haven't got words... Impresionante, tiene pinta de ser un capítulo esencial para la historia...
ResponderEliminarHe aqui una reseña de la pag oficial, sobre este capitulo.
ResponderEliminarhttp://lahistoriadekvothe.com/blog/sangre-tinta-fragmento-de-el-temor-de-hombre-sabio