lunes, 10 de octubre de 2011

Capitulo 74


Holaa! bueno aqui esta este capitulo traducido por Arispell!!! :) Vamos pidan capitulos! ya es el ultimo mes que estamos juntos awww! jeje ayy que sentimental se oye eso pero siiip xD

Capitulo 74
Rumores

El día después de que pelee con Denna, me desperté pasada la tarde, sintiéndome miserable por todas las obvias razones. Comí y me bañe, pero el orgullo me contuvo de ir hacia Severen Bajo a buscar a Denna. Envié un anillo a Bredon, pero el mensajero regreso con la noticia que el estaba aun lejos del palacio.
Así que abrí una botella de vino y comencé a hojear a través de la pila de historias que se iban acumulando lentamente en mi habitación. La mayoría de ellas eran escandalosas y malévolas. Pero su mezquinad mejoro mi humor y me ayudo a distraerme de mi propia miseria.

Así aprendí que el previo conde Banbride no había muerto de vejez, sino que de sífilis contraída de una mano amorosa estable. Lord Veston era adicto a la resina de Denner y el dinero recaudado para el mantenimiento del camino real había pagado su hábito.
El Barón Anso les había pagado a algunos oficiales para evitar un escándalo cuando su hija menor fue descubierta en un burdel. Había dos versiones de esta historia, una donde ella se estaba vendiendo y otra donde ella estaba comprando. Guarde esa información para un uso futuro.
Yo había comenzado una segunda botella de vino cuando leí que la joven Natalia Lackless había escapado con una trouppe de artistas viajeros. Sus padres la habían repudiado, por supuesto, dejando a Meluan como única heredera de las tierras de los Lackless. Eso explicaba el odio de Meluan hacia los Ruh y me hizo doblemente feliz el que no hubiese hecho pública mi sangre Edena acá en Severen.
Habían tres historias distintas del como el Duque de Cormisant montó en cólera, sobrepasando a quienquiera que estuviese cerca, incluyendo a su esposa, su hijo y algunos invitados a cenar. Había una breve nota explicativa de cómo el rey y la reina mantenían depravadas orgías en sus jardines privados, escondidos de los ojos de la corte real.

Incluso Bredon tenía una aparición. Se decía que guiaba rituales paganos en los espesos bosques fuera de sus tierras norteñas. Se les describía con tal extravagancia y meticulosos detalles que me pregunte si no los habían copiado directamente de las páginas de alguna vieja novela romántica Aturana.
Leí hasta bien entrada la noche, y solo había avanzado la mitad de la pila de historias cuando termine la botella de vino. Estaba a punto de enviar un mensajero por otra cuando escuche el suave flujo de aire desde la otra habitación que anunciaba la entrada de Alveron a mis habitaciones a través de su pasadizo secreto.
Yo pretendí verme sorprendido cuando entro a la habitación. —Buenas tardes, su merced —dije a medida que me levantaba.
—Siéntate si lo deseas —dijo brevemente.
Permanecí parado por deferencia, ya que había aprendido que es mejor errar por el lado de la formalidad con el Maer. — ¿Cómo van progresando las cosas con su dama? —pregunte. De los rumores excitados de Stapes yo sabía que las cosas rápidamente iban a llegar a un final.
—Hicimos un compromiso formal hoy —dijo distraídamente—. Firmamos papeles y todo eso. Esta hecho.
—Si me perdona por decirlo, su merced, no parece muy complacido.
El me dio una amarga sonrisa. —Yo supongo que has escuchado acerca del problema en los caminos últimamente.
—Solo rumores, su merced.
El resoplo. —Rumores que he intentado mantener acallados. Alguien ha estado acechando a mis recolectores de impuestos en el camino del norte.
Eso era serio. — ¿Recolectores, su merced? —pregunte, remarcando el plural—. ¿A cuántos han atacado?
El Maer me dio una dura mirada que me permitió apreciar lo impropio de mi pregunta. —Los suficientes. Más que suficientes. Este es el cuarto que he perdido. Cerca de la mitad de mis impuestos del norte han sido tomados por los asaltantes. —El me dio una seria mirada—. Las tierras de Lackless están en el norte, lo sabes.
— ¿Usted piensa que los Lackless están secuestrando a sus recaudadores?
El me dio una mirada atónito. — ¿Qué? No, no. Son bandidos en el páramo.
Me sonroje por vergüenza. — ¿Ha enviado a sus patrullas merced?
—Por supuesto que he enviado patrullas —rugió—. He enviado una docena. No han encontrado ni un campamento. —Se detuvo y me miro—. Sospecho que alguien en mi guardia esta coludido con ellos. —Su expresión era grave.
—Asumo que su merced le ha dado escoltas a sus recolectores.
—Dos por cabeza —dijo—. ¿Tú sabes cuánto cuesta reemplazar una docena de guardias? ¿Armaduras, armas, caballos? —El suspiro—. Y mas encima, solo una parte de los impuestos son míos, el resto pertenece al rey.
Yo asentí cuando entendí. —No creo que el este muy contento.
Alveron movió una mano despectivamente. —OH, Roderic tendrá su dinero sin contratiempos. El me hace personalmente responsable por sus impuestos. Así que estoy forzado a enviar recolectores de nuevo para reunir la parte de su majestad por segunda vez.
—No creo que eso le agrade mucho a la mayoría de las personas —dije.
—No lo hace. —Él se sentó en una suave silla y se froto la cansada cara—. Estoy corto de ingenio en el asunto. ¿Cómo mirare a Meluan si no puedo mantener mis propios caminos seguros?
Yo también me senté, de cara a el. — ¿Qué hay de Dagon? —pregunte—. ¿No podría el encontrarlos?
Alveron me dio un ladrido sin humor que recordaba una risa. —OH, Dagon los encontraría. El hubiese puesto sus cabezas en picas en diez días.
— ¿Entonces porque no lo envía? —pregunte, confundido.
—Porque Dagon es un hombre de líneas rectas. El arrasaría una docena de villas y prendería fuego a mil acres de paramos para encontrarlos. —El agito su cabeza seriamente—. Incluso pensé en asignarle esta tarea, pero el esta rastreando a Caudicus en este momento. Por otro lado, yo creo que debe haber magia trabajando en el páramo, y eso esta fuera del alcance de Dagon.
Yo sospechaba que única magia trabajando era la de media docena de los robustos arcos modeganos. Pero esta en la naturaleza de las personas gritar magia cuando se enfrentan con algo que no pueden fácilmente explicar, especialmente en Vintas.
Alveron se inclino en su asiento. — ¿Puedo confiar en tu ayuda con esto?
Había solo una respuesta a eso. —Por supuesto, su merced.
— ¿Sabes mucho de la vida en el bosque?
—Yo estudie con un pequeño terrateniente cuando era más joven —exagere, suponiendo que el estaba buscando a alguien para ayudar a otorgar una mejor defensa para sus recolectores—. Se lo suficiente para rastrear a un hombre y esconderme.
Alveron alzo una ceja. — ¿En serio? Eres poseedor de una educación diversa, ¿Cierto?
—He tenido una interesante vida, su merced. —La botella de vino que había bebido me hacia mas audaz que de costumbre, y agregue—. Tengo una idea o dos que podría encontrar de ayuda para tratar con su problema de bandidos.
El se adelanto en su silla. —Cuéntame.
—Yo podría poner alguna protección arcana para sus hombres. —Hice un movimiento con los largos dedos de mi mano derecha, esperando verme suficientemente místico. Hice malabares con números en mi cabeza y me pregunte cuanto tiempo tomaría crear un atrapa flechas usando solo el equipamiento de la torre de Caudicus.
Alveron asintió pensativamente. —Eso sería suficiente si solo me interesase la seguridad de mis recolectores. Pero este es el camino del rey, una arteria mayor de comercio. Necesito erradicar a los bandidos mismos.
—En ese caso —dije—, Reuniría un pequeño grupo que supiesen hacer su camino calladamente en un bosque. Ellos no tendrían muchos problemas en localizar sus bandidos. Cuando lo hagan, seria un asunto simple enviar su guardia a atraparlos.
— ¿Mas fácil aun poner una emboscada y matarlos, no quieres decir? —dijo Alveron lentamente, como si analizase mi reacción.
—O eso —admití—. Su merced es el brazo de la ley.
—La muerte es la pena para los bandidos. Especialmente en el camino del rey —dijo Alveron firmemente—. ¿Eso te parece muy cruel?
—Últimamente no —dije, mirándolo directamente a los ojos—. Los caminos seguros son los huesos de la civilización.
Alveron me sorprendió con una repentina sonrisa. —Tu plan es la misma imagen que el mío. He reunido un puñado de mercenarios para hacer justo lo que has sugerido. Me he tenido que mover en secreto, ya que no se quien puede estar enviando a esos bandidos las advertencias. Pero tengo cuatro buenos hombres listos para partir mañana, un rastreador, dos mercenarios con algo de habilidad en bosques y un mercenario de Adem. El último no salió barato que digamos.
Yo le di una inclinación de cabeza de felicitaciones. —Usted ya lo había planeado mejor de lo hubiese podido, su merced. Difícilmente parece como si necesitase de mi ayuda.
—Por el contrario —dijo—. Aun necesito a alguien con sentido común para liderarlos. —El me dio una mirada cargada de significado—. Alguien que entienda magia. Alguien en quien pueda confiar.
Sentí una repentina sensación de ahogo.
Alveron se levanto, sonriendo calidamente. —Dos veces me has servido más allá de toda expectativa. ¿Estas familiarizado con la expresión “la tercera es la vencida”?
De nuevo, había solamente una respuesta razonable a esa pregunta. —Si, su merced.

***

Alveron me llevo a sus habitaciones, y miramos los mapas del país donde sus hombres se habían perdido. Había un largo tramo del camino del rey que atravesaba los paramos que ya eran viejos cuando Vintas no era mas que un puñado de balbuceantes reyes marineros. Estaba a un poco más de trece kilómetros de distancia. Podíamos estar ahí en cuatro días de rápida caminata.
Stapes me otorgo un nueva bolsa de viajes y yo empaque tan bien como me fue posible. Tome unas pocas de las ropas más prácticas de mi guardarropa, aunque aun eran mas finas para un salón de bailes que para el camino. Empaque unas pocas cosas que había extraído del laboratorio de Caudicus el último tiempo y le di a Stapes una lista de cosas esenciales de las que carecía y el las obtuvo mas rápidamente que un tendedero en un almacén.
Finalmente, a la hora que solo los más desesperados y deshonestas personas están despiertas, Alveron me dio una bolsa que contenía cien monedas de plata. —Esta es una problematica forma de manejarlo. Dijo Alveron—. Normalmente te daría un pergamino para que muestres a los ciudadanos para que te ayuden y asistan. —Se encogió de hombros—. Pero usar algo así mientras viajas es tan bueno como hacer sonar una trompeta anunciando tu llegada.
Yo asentí. —Si son lo suficientemente inteligentes para tener un espía entre su guardia, es seguro asumir que tienen conexiones con la población local también, su merced.
—Ellos pueden ser la población local —dijo sobriamente.
Stapes me saco del palacio a través del mismo pasaje secreto que el Maer usaba para entrar a mis habitaciones. Portando  una lámpara de ladrón, me llevo a través de algunos pasajes retorcidos, entonces bajamos un largo trecho de oscuras escaleras que llegaban a lo profundo de las piedras del acantilado.
Entonces me encontre parado solo en una fría bodega de una tienda abandonada de Bajo Severen. Estaba en la sección de la ciudad que había sido arrasada por el fuego algunos años atrás y los pocos edificios que permanecían de pie se estiraban como oscuros huesos contra la pálida luz del amanecer.
Me aleje del refugio quemado del edificio. Además, el palacio del Maer colgaba del borde del acantilado como algún pájaro de presa.
Yo escupí, no muy cómodo con mi posición, reclutado-presionado al servicio mercenario. Mis ojos estaban grisáceos por mi noche sin dormir y mi largo viaje a través de los pasadizos retorcidos en el acantilado. El vino que había bebido no me estaba ayudando tampoco. En las últimas horas podía sentir como se me iba la borrachera y aumentaba la resaca lentamente. Nunca había estado despierto a través de todo el proceso antes y no era placentero. Me las arregle para mantener las apariencias frente a Alveron y Stapes, pero el hecho era que mi estomago estaba agrio y mis pensamientos eran densos y lentos.
El aire frió previo al amanecer aclaro mi cabeza un poco y al avanzar cien pasos comencé a pensar en las cosas que había olvidado incluir en la lista que le había dado a Stapes. El vino no me había favorecido ahí. No tenía pedernal, sal o un cuchillo…
Mi laúd. No lo había cogido de la tienda del laudista desde que había arreglado su clavija suelta. ¿Quién sabía cuanto tiempo cazaría bandidos para el Maer? ¿Cuánto tiempo estaría sin reclamarlo hasta que el hombre decidiera que lo había abandonado?
Me aleje tres kilómetros de mí camino, pero encontre la tienda del laudista oscura y sin vida.  Golpee en la puerta sin respuesta. Entonces, después de una indecisión momentánea, irrumpí y lo robe. Aunque difícilmente parecía ser un robo, dado que el laúd era mío para comenzar y ya había pagado las reparaciones.
Tuve que escalar un muro, forzar una ventana y abrir dos candados. Eran cosas simples, pero dada mi cabeza con sueño y abombada debido al vino, probablemente fuese afortunado por no caerme del techo y romperme el cuello. Pero a pesar de un pedazo flojo de teja que puso mi corazón a correr, las cosas iban suavemente y volví a mi camino en veinte minutos.
Los cuatro mercenarios que Alveron había reunido estaban esperando en una taberna dos millas al norte de Severen. Hicimos unas breves introducciones y nos marchamos inmediatamente, dirigiéndonos al norte por el camino del rey.
Mis pensamientos estaban tan lentos que estaba a kilómetros al norte de Severen antes de que comenzase a reconsiderar unas pocas cosas. Solamente entonces se me ocurrió que el Maer pudo haber sido menos que completamente honesto en todo lo que me había dicho la noche anterior.
¿Era ciertamente la mejor persona para liderar un puñado de rastreadores en un bosque desconocido para matar una banda de asalta caminos? ¿El Maer realmente pensaba eso de mí?
No. Por supuesto que no. Era halagador, pero simplemente no cierto. El Maer tenía acceso a mejores recursos que ese. La verdad era que el probablemente quería a su asistente de dulce lengua fuera del camino ahora que tenia a Lady Lackless en la mano. Fui un tonto por no notarlo antes.
Así que el me envió sobre el errando de un tonto para sacarme de su sombra. El esperaba que pasase un mes cazando esos gansos salvajes en lo profundo del bosque del páramo y entonces regresara con las manos vacías. La bolsa tenía más sentido también. Cien monedas nos mantendrían aprovisionados por un mes más o menos. Entonces, cuando se me acabara el dinero, me vería forzado a regresar a Severen donde el Maer chasquearía su lengua en desagrado y usaría mi fallo como una excusa para ignorar alguno de los favores que había acumulado.
Por otro lado, si yo tenia suerte y encontraba a los bandidos, todo mejor. Era exactamente el tipo de plan por el que le daba crédito al Maer. No importaba lo que sucediera, el tendría algo que quería.
Era irritante. Pero difícilmente podía volver a Severen y confrontarlo. Ahora que me había comprometido, no había nada que hacer excepto hacer lo mejor en mi situación.
A medida que caminaba hacia el norte, mi cabeza me zapateaba y mi boca se resecaba, decidí que sorprendería al Maer de nuevo. Cazaría a sus bandidos.
Entonces la tercera vez seria la vencida, y el Maer Alveron bien y ciertamente estaría en deuda conmigo.

6 comentarios:

  1. rohue:
    cadavez se acumulan mas intrigas y ya estamos a la mitad del libro... no quiero esperar otros 3 años para leer el final nooooo

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  2. El Maer es un cabron >.< ya ves como al final lo mata Kvothe xddd

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  3. Muchas gracias por la traducción.
    Que habrá pensado el Maer parta enviarlo en esa dirección?

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  4. Ya sale el mercenario Adem, haver cuanto tarda en convertirse en un perfecto espadachin y recibe su espada XD.

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  5. El vino no es el mejor compañero cuando estás investigando. Kvothe leyó la historia de Natalia, la que es su madre y no le nació ni la más mínima suspicacia.

    Saludos.

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  6. me arrepiento de haber leido los dos ultimos capitulos, el conflicto con Denna me dejo terriblemente amargado, y ahora esto ???
    Tengo muchas ganas de emborracharme y pasarme la noche escupiendo garabatos :@@@@@@

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