lunes, 17 de octubre de 2011

Capitulo76


Hola! bueno este capitulo lo traduje yo, se que lo iba a subir ayer pero creo que tenia un poco de sueño atrasado por el evento que organize y cuando baje por leche me sente un momento en el sillon y me quede dormida jaja ahora tengo gripa por que me desperto mi mama hasta las tres de la mañana para que me subiera a mi cama XD
Bueno en fin dadas las fechas de la salida del libro llegaremos hasta el capitulo 90, hacen falta todos los capitulos siguientes para traducir, ahora si ya es la recta final asi que me gustaria que pidieran capitulos quienes de verdad se comprometan a no demorarse mucho, de otra manera no sera posible :D
Ademas esta parte que viene nose, creo que no se deveria leer con muchas pausas :)

Capitulo 76
Yesca


El sol comenzaba a ponerse para el momento en que encontramos un buen lugar para acampar en la segunda noche. Dedán fue a buscar de leña. Marten empezó a cortar las zanahorias y las patatas y envío a Hespe a llenar con agua el  cazo  para cocinar. Yo ocupaba la pequeña pala de Marten para cavar un hoyo para nuestro fuego.
Sin haberle preguntado, Tempi cogió una rama y ocupo su espada para rayar finas tiras de madera seca para usarlas de yesca. Desenvainada, su espada todavía no parecía muy impresionante. Sin embargo, dada la facilidad con que estaba pelando tiras de madera finas como el papel, debe haber estado afilada como una navaja de afeitar.
Terminé revistiendo el pozo con piedras. Sin decir palabra, Tempi me entregó un puñado de yesca.
Asentí con la cabeza. — ¿Te gustaría usar mi cuchillo? —Pregunté, con la esperanza de atraerlo a un poco de conversación. Apenas había compartido una docena de palabras con él en los últimos dos días.
Los ojos claros de color gris de Tempi miraron el cuchillo en mi cinturón y luego a su espada. Él negó con la cabeza, inquietud nerviosa.
— ¿No es malo para el borde? —Le pregunté.
El mercenario se encogió de hombros, evitando mi mirada.
Empecé a encender el fuego y fue entonces fue cuando cometí mi primer error.
Como he dicho, hubo un enfriamiento en el aire y todos nosotros estábamos cansados. Así que en lugar de pasar media hora poco a poco cuidando una chispa hasta volverla una fogata decente, arreglé ramas alrededor de la yesca de Tempi y luego apile palos cada vez más grandes a su alrededor, haciendo un apretado paquete de racimos de madera.
Dedán regresó con otra brazada de leña justo cuando estaba terminando. —Encantador, —se quejó, lo suficientemente quedo para que pudiera fingir que estaba hablando consigo mismo, pero lo suficientemente alto para que todos pudieran escuchar—. Y estas a cargo. Maravilloso.
— ¿Que tienes atrapado entre dientes ahora? —Preguntó Marten, con voz cansada.
—El muchacho está haciendo un pequeño fuerte de madera, no un fuego. —Dedán suspiró dramáticamente y luego asumió un tono que probablemente pensaba que era paternal, pero le salió como profundamente condescendiente—. Eh, te voy a ayudar. Una chispa nunca se mantendrá en eso. ¿Tienes pedernal y acero? Te voy a mostrar cómo utilizarlos.
A nadie le gusta que hablen haciéndolo menos, pero tengo una particular aversión a ello. Dedán fue dejando en claro por dos días que él pensaba que yo era un idiota.
Di un suspiro de cansancio. Mi más antiguo, más cansado que el mundo, suspiro. Así era como tenía que jugar. Él pensó en mí como joven e inútil. Tenía que sacar a relucir el punto de que yo no era nada de eso. —Dedan, —le pregunté— ¿Qué sabes tú de mí?
Me dio una mirada en blanco.
— Sabes una cosa sobre mí —Dije con calma—. Sabes que el Maer me puso a cargo. —Yo le miré a los ojos—. ¿Es el Maer un idiota?
Dedán hizo un gesto desdeñoso. —Por supuesto que no, yo estaba diciendo. . .
Me levanté y me arrepentí de ello, ya que sólo puso en contraste cuan más alto era él. — ¿El Maer me habria puesto a cargo si yo fuera un idiota?
Me dio una sonrisa sincera, tratando de hacer pasar dos días de murmullos despectivos como una especie de malentendido. —Ahora, no retuerzas así  las---
Yo levanté la mano. —Esto no es tu culpa. Tú simplemente no sabes nada de mí. Pero no perdamos tiempo con ello esta noche. Todos estamos cansados. Por el momento, ten la seguridad de que no soy un rico hijo de herrerillo, que esta fuera por diversión.
Tome una pisca de un de la fina yesca de Tempi entre mis dedos y me concentré. Saqué más calor de lo que necesitaba y sentí que mi brazo se enfriaba todo hasta el hombro. —Y ten la seguridad de que sé cómo encender un fuego.
Las peladas piezas de madera se prendieron fuego, quemándose ardientes y repentinamente, atrapando el resto de la yesca y haciendo saltar las llamas casi instantáneamente.
Yo quería que fuera un gesto dramático para que Dedán dejara de pensar en mí como un niño inútil. Sin embargo, el tiempo que pasé en la universidad me había entorpecido. Iniciar un fuego como ese era tan simple como ponerse las botas para un miembro del Arcano.
Dedán, por otra parte, nunca había conocido a un arcanista y probablemente no había estado nunca ni a ochocientos kilómetros de la Universidad. Todo lo que sabía acerca de la magia era de historias de hoguera.
Así que cuando el fuego ardió, se puso pálido como una hoja y dio varios pasos repentinos hacia atrás. Miro por todo el mundo como si de repente hubiera llamado a una rugiente flama de fuego como Táborlin el Grande.
Entonces vi a Marten y Hespe usando la misma expresión, la superstición nativa Vintica escrita claramente en sus rostros. Sus ojos se fueron vacilantes al fuego, luego de vuelta a mí. Yo era uno de esos. Me metía con los poderes oscuros. Llamaba a los demonios. Me comía el queso entero, incluyendo la corteza.
Mirando a sus caras atónitas, me di cuenta de que nada de lo que dijera los tranquilizaría con facilidad. No en este momento. Así que en vez de ello suspiré y comencé a arreglar mi saco de dormir para pasar la noche.
Aunque no hubo mucha conversación alegre alrededor del fuego esa noche, no hubo murmullos de Dedán tampoco. Me habría gustado respeto, pero en su defecto, un poco de sano miedo puede ser una manera larga de hacer que las cosas funcionen bien.


***

Dos días sin un nuevo dramatismo por mi parte ayudaron a que todos se relajaran. Dedán era todavía todos los faroles y bravuconadas, pero había dejado de llamarme "muchacho" y sólo se quejaba a medias por mucho, por lo que lo consideré una victoria.
Envalentonado con este tibio éxito, me decidí a hacer un esfuerzo activo para atraer a Tempi a una conversación. Si yo iba a estar a cargo de este pequeño grupo, necesitaba saber más sobre él. Lo que es más importante, necesitaba saber si podía hablar más de cinco palabras seguidas.
Así que me acerqué al mercenario Adem cuando nos detuvimos para la comida del mediodía. Estaba sentado un poco aparte del resto de nosotros. Él no estaba distante. Es sólo que el resto de nosotros nos sentábamos y hablamos mientras comíamos. Tempi, por el contrario, simplemente comió.
Pero hoy hice un punto en sentarme junto a él con mi almuerzo: un trozo de salchicha dura y unas patatas frías. —Hola, Tempi.
Levantó la mirada y asintió con la cabeza. Por un segundo alcancé a ver sus ojos de color gris pálido. Luego miró hacia otro lado, moviendose sin cesar. Se pasó la mano por el cabello y por un segundo me recordó a Simmon. Los dos tenían la misma complexión delgada y pelo rubio. Simmon no era tan tranquilo, aunque. A veces, apenas podía obtener una palabra en canto con Sim.
Había intentado hablar con Tempi antes, por supuesto. Una pequeña charla común: el tiempo, dolor en los pies después de caminar un largo día, la comida. Estas habían venido a terminar en nada. En el mejor de los casos, una o dos palabras. Más a menudo un guiño o un encogimiento de hombros. Pero lo más común era una mirada en blanco seguida de inquietud y una obstinada negativa a hacer tanto como mirarme a los ojos.
Así que hoy tenía una táctica de conversación. —He oído historias acerca del Lethani, —le dije—. Me gustaría saber más. ¿Me puedes decir al respecto?
Los ojos claros de Tempi se encontraron con los míos brevemente, su expresión siguió en blanco. Luego me miró de nuevo. Tiró de una de las correas de cuero rojo que sujetaba la camisa cerca de su cuerpo y jugueteó con la manga. —No. No voy a hablar sobre Lethani. No es para usted. No preguntes.
Apartó los ojos de mí otra vez, hacia el suelo.
Las conté en mi cabeza. Dieciséis palabras. Eso respondía a una de mis preguntas, al menos.

8 comentarios:

  1. Gracias Suuuuu.... cortitooooooooooo...

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  2. uuyy que bueeno! por fin la dosis diaria de kvothe ! muchisiiisiiisimas gracias!

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  3. Cortisimooooooo!!, ....

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  4. jajaja ese tempi es un chiste! 16 palabras xD

    gracias suchan

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  5. uhhh que cortito xD Gracias sunchan :D

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  6. muchas gracias por subir el capi! esta genial! arriba suchan!!

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  7. no van a seguir con el capitulo 89 y 90? aun no llega el libro a bc mexico y me gustaria leer esos capitulos

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